C: 43 - CAMBIOS ANTES DE HOGWARTS

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Casa Avalón de Astrea.
Grecia-

-Un mes y medio había pasado en donde Apollo Avalón había llegado a Grecia. Jamás creyó que conocería a alguien tan especial como Caya, esa chica definitivamente lo sacaba de su zona de confort, le había enseñado incluso cosas que el rubio no sabía que existían.

Pero lo que más sorpresa le daba a Astrea y a Cassandra, era lo mucho que el joven Apollo había cambiado. Si le preguntaban a la madre del rubio, ese joven de ahora no era nada de lo que el pequeño Apollito fue antes de bajar de ese tren al llegar a Grecia.

Y Caya empezaba a recordarte constantemente a Apollo lo mismo, había cambiado, y para bien. No solo en pensamientos, aprendizajes y físico... si no también en estatura.

Y era por eso que ahora ayudaba a la pelinegra de ojos verdes a colocar todos los adornos que Astrea había comprado en el mercado mágico esa misma mañana. El lugar era alto y solo Apollo lograba alcanzar esas repisas altas de la casa-

Apollo: ¿En serio debías comprar estos feos duendes, abuela?

Astrea: Son muy importantes, Apollo. -rodó los ojos- Caya, dile a ese jovencito que hable menos y empiece a trabajar más. -miró a la chica-

Caya: Ya escuchaste a tu abuela, Apollo. -sonrió divertida mirando hacía arriba-

Apollo: Pero son feos. -hizo una mueca- Y no sé por qué me lo piden a mi. Pueden hacer magia para colocarlos en un segundo. -las miró mal-

Astrea: ¿Y perdernos de tus berrinches de ahora? No gracias. -sonrió divertida-

-Apollo rodó los ojos-

Cassandra: Tú pedias crecer, ahora soportalo, Apollo. -se cruzó de brazos-

Apollo: ¿En serio, madre? -la miró indignado-

Cassandra: Solo sigo reglas. -se encogió de hombros- Recuerda, es casa de tu abuela, no mía.

Astrea: Menos charla, más decoraciones. -los regañó a ambos- Apúrate, jovencito. Aun tienes que colgar mis cabezas de brujas y elfos en las ventanas y sobre las puertas de cada rincón de la casa.

-el rubio rodó los ojos una vez más. Debió haberse quedado en cama esa tarde.

Aun así, pasaron los treinta minutos más largos que Apollo haya vivido jamás, cuando por fin se habían acabado los adornos para colgar. El rubio soltó el aire, sonriendo aliviado al saber que era libre.

Pero cuando vio a Caya esperándolo en la puerta trasera de la cocina, sonrió aún más, ahora feliz de verla-

Apollo: ¿Lista?

Caya: Lo he estado desde que empezaste a colgar esos feos adornos. -sonrió divertida-

Apollo: ¿Ahora si admites que son feos? -se cruzó de brazos-

Caya: Esta claro que no iba a decir nada que pudiera hacerme perder mi trabajo frente a la señora Avalón.

 LOS SECRETOS DE AVALÓN  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora