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Jana

Hoy era un día bastante especial, por la tarde algunos de los niños de la masia visitarían todas las instalaciones del Joan Gamper, después de todo el recorrido,a los niños y niñas les esperaba una sorpresa en el césped del Johan, y esa sorpresa éramos nosotros.

Allí esperando había varios de los jugadores del masculino y algunas de mis compañeras, en cuanto supimos que podríamos compartir un rato con los niños del club no dudamos en ofrecernos voluntarias.

Cuando los niños llegaron a donde estábamos se quedaron alucinados, la mayoría de niños fueron con los chicos, en cambio las niñas venían con nosotras, sobre todo con Alexia y Mapi, las cuales eran las más demandadas por las niñas.

Mientras hablábamos con ellas y nos hacíamos algunas fotos vi a un niño que se acercaba a mí, el niño había estado hablando anteriormente con Pau Cubarsí, el cual ahora estaba ocupado con unos tres niños más.

-Hola, ¿Como te llamas?-Le pregunté amablemente y el sonrió bastante tímido.

-Jan-Dijo mirándome con admiración.

-¿Y de qué juegas Jan?-Le pregunté intentando romper más el hielo.

-Soy central, como tú-Dijo ahora con más seguridad y yo sonreí al ver que se soltaba un poquito.

-Hombre, por fin otro central, todos siempre quieren ser delanteros para marcar goles, y no les culpo, pero me alegra saber qué prefieres defender el balón-Dije con una sonrisa y el asintió.

-¿He escuchado que eres central?-Le preguntó Mapi apareciendo a mí lado.

Cuando la maña le habló el niño se quedó completamente bloqueado y alucinando, eso me pareció algo bastante tierno.

Después de procesar que Mapi le estaba hablando asintió nervioso, mi amiga y yo seguimos hablando con él, poco a poco se le fue el nerviosismo, aunque fue más gracias a Mapi, ya que mi amiga tenía un don con los niños pequeños.

Cuando llegó la hora de que se fueran nos dijeron que podíamos acompañarlos a la salida, los padres de los niños y niñas comenzaron a llegar, cada vez quedaban menos, llegaron todos los padres menos los de Jan, el pequeño de 7 años seguía ahí esperando a que alguien viniese a buscarle, la imagen que estaba observando me parecía a la vez tierna y algo triste, el pequeño estaba preparado para que alguien viniese a por el subido en una bici amarilla perfecta para su tamaño.

Me entró bastante rabia, me ponía negra saber lo irresponsables que podían llegar a ser algunos padres, en las caras de los entrenadores de los pequeños, los cuales estaban junto a Jan intuí que no era la primera vez que pasaba eso y me dio más rabia aún.

De repente, noté una figura que se acercaba en bicicleta. Era una chica que llevaba un estilo que me llamó la atención de inmediato.

Sus pantalones cargo beige eran amplios y se movían con libertad, resaltando una silueta desenfadada. La camiseta que usaba era ancha y ligera, se ajustaba sin ceñirse demasiado, permitiéndole moverse con una comodidad que parecía natural. Pero lo que realmente capturó mi mirada fue su cabello. Era un pelirrojo sutil, casi dorado al sol, y caía en ondas suaves bajo una gorra que llevaba inclinada hacia un lado, dándole un aire casual y rebelde.

Mientras pasaba, me di cuenta de que no solo estaba impresionada por su apariencia física, sino también por la manera en que se desplazaba con una mezcla de confianza y tranquilidad. Había algo en su actitud relajada, en cómo la gorra se movía con el viento y en la forma en que sus pantalones cargo se hinchaban ligeramente, que hacía que pareciera completamente a gusto en su piel.

Me detuve un momento para observarla, sintiendo una mezcla de admiración y curiosidad. La manera en que combinaba un estilo tan casual con una presencia tan magnética me pareció fascinante.

-La tercera vez en la semana que llegas tarde Ana-Dijo uno de los entrenadores cuando aquella frenó.

-Lo siento, de verdad-Dijo ella con bastante arrepentimiento.

No hablaron más, aquella tal Ana miró a Jan y solo con la mirada se entendieron, antes de comenzar a pedalear él se giró hacía nosotras y se despidió sacudiendo su mano.

-¿Y ese pibón de dónde ha salido?-Soltó Mapi sin ningún tipo de filtro.

-Que no te escuche Ingrid-Añadió Alexia riendo.

-La que seguro que no me está escuchando es Jana-Cuando escuché mi nombre volví a la realidad de golpe.

-¿Yo qué?-Pregunté confusa y mis amigas comenzaron a reír.

-Que te has quedado embobada con la chica de la bici-Contestó Mapi riéndose de mí.

-¿Qué?, no, solo me ha llamado un poco la atención-Dije defendiéndome, ellas simplemente rieron y no dijeron nada más.

¿Sabéis ese momento en el que ves a alguien que te deja sin aliento, pero sabes que probablemente nunca más volverás a cruzarte con esa persona en tu vida? Eso es exactamente lo que me acababa de pasar. Esa chica ligeramente pelirroja en la bicicleta, con su estilo tan descomplicado y atractivo, se había convertido en una visión fugaz y perfecta, una belleza que, en un giro irónico del destino, no volvería a ver.

Al llegar a casa, una oleada de frustración me invadió. La imagen de la chica en la bicicleta, con su cabello pelirrojo y su estilo desenfadado, seguía apareciendo en mi mente, como una molestia persistente. Me enfadaba que alguien a quien había visto durante menos de un minuto tuviera un impacto tan profundo en mí. Era como si esa breve fracción de tiempo fuera suficiente para dejar una huella imborrable, a pesar de que, en realidad, no era nada más que una cara en la multitud.

Me preguntaba por qué mi mente insistía en volver a ese instante, en aferrarse a una imagen que, en esencia, no tenía relevancia. Esa chica no era más que una desconocida que había pasado por mi vida de forma efímera. La sensación de rabia y frustración crecía al darme cuenta de que estaba dándole una importancia desproporcionada a alguien que no tenía un significado real en mi vida.

Mientras trataba de distraerme con cosas triviales, la imagen seguía flotando en mi mente, como si estuviera desafiante a mi lógica. Me molestaba que un encuentro tan breve pudiera tener un impacto tan duradero, y me exasperaba no poder simplemente dejarlo ir. Me enfrentaba a la ironía de mi propia reacción: me frustraba que una figura tan insignificante para el mundo pudiera parecer tan importante para mí.

Finalmente, me dejé caer en el sofá, el sentimiento de rabia mezclado con resignación. Sabía que era absurdo dejar que una visión tan efímera perturbara tanto mi estado de ánimo. Sin embargo, no podía evitar la persistencia de ese recuerdo, una intrusión molesta en la rutina cotidiana, como un eco incesante de algo que nunca debería haber sido más que una imagen pasajera.
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Hola hola hola, aquí estamos otra vez😁

Empezamos más o menos flojito, pero como me conocéis bien sabéis que esto de flojito no va a tener mucho

¿Que os parece este comienzo?

𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora