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Ana

Después de lo que parecieron horas de espera, finalmente escuché cómo la puerta de la consulta se abría y el médico entraba con una carpeta en la mano. Mi corazón latía con fuerza, y aunque intenté mantener la calma, no pude evitar sentir un nudo en el estómago. Los últimos días habían sido una montaña rusa de emociones, y solo quería respuestas, una explicación para lo que me estaba pasando.

El médico se sentó frente a mí y me dedicó una sonrisa tranquilizadora, lo que hizo que mis nervios se calmaran un poco.

—Ana, tengo tus resultados aquí —dijo con voz serena—. Hemos revisado todo cuidadosamente, y no hemos encontrado nada preocupante en las pruebas.

Solté el aire que no me había dado cuenta de que estaba conteniendo. Una parte de mí se sintió aliviada, pero otra seguía inquieta. Si no había nada malo, ¿por qué seguía sintiéndome así?

—Entonces… ¿qué significa? —pregunté, todavía insegura.

El médico apoyó los codos sobre la mesa y me miró con comprensión.

—A veces, después de un traumatismo, el cuerpo reacciona de maneras que no siempre se reflejan en las pruebas. El dolor que has estado sintiendo y esos síntomas podrían ser una respuesta del cuerpo al estrés y la tensión. No hemos encontrado nada físicamente grave, pero eso no significa que no debamos prestarle atención-Asentí lentamente, procesando lo que me decía. Había estado tan preocupada por que fuera algo grave que no había considerado que el estrés pudiera estar jugándome una mala pasada.

—Te recomendaría que tomes las cosas con calma por un tiempo. Intenta rodearte de tranquilidad, de sitios que te transmitan paz. Evita agobiarte con cosas que puedan aumentar tu ansiedad. A veces, el cuerpo necesita tiempo para recuperarse, no solo físicamente, sino también emocionalmente-Dijo con un tono profesional y tranquilizador.

Escuché sus palabras, tratando de hacerlas mías. Sabía que tenía razón. Había estado bajo mucha presión, y tal vez todo ese estrés estaba pasándome factura.

—Gracias, lo haré—respondí con una pequeña sonrisa, sintiéndome un poco más ligera.

El médico me devolvió la sonrisa y se levantó, extendiéndome la mano.

—Recuerda que si sientes que algo no está bien, estamos aquí para ayudarte. No dudes en volver si lo necesitas-Dijo con una sonrisa.

Apreté su mano, agradecida por sus palabras, y luego me levanté para salir de la consulta. Mientras caminaba por los pasillos del hospital, me di cuenta de cuánto necesitaba escuchar esas palabras. Había estado llevando demasiadas cargas sobre mis hombros, y era hora de soltar un poco de ese peso.

De camino a casa, decidí que iba a hacerle caso. Buscaría esa paz que tanto necesitaba, me rodearía de las personas que me hacían sentir bien y dejaría de lado las preocupaciones que no podía controlar. Jana y Jan eran mi refugio, y en ellos encontraría la tranquilidad que necesitaba para seguir adelante.

Finalmente llegué a casa, sintiendo un alivio que apenas podía describir. La incertidumbre de los últimos días estaba comenzando a disiparse, y las noticias del médico me habían dado un respiro. La puerta se abrió y vi a Jana esperando en el salón. Su expresión de preocupación se transformó en una sonrisa de alivio al verme.

—¿Como ha ido?—preguntó, levantándose del sofá con un brillo en sus ojos.

Le sonreí, sintiendo cómo la tensión de los últimos días se desvanecía lentamente.

—Todo está bien —le aseguré—. No hay nada grave.

Jana suspiró, claramente aliviada, y me abrazó con fuerza. Pude sentir cómo sus músculos se relajaban en el abrazo, y eso me dio una gran sensación de consuelo.

—Me alegra tanto escuchar eso —dijo, con una sonrisa que transmitía el alivio que había estado guardando—. Vamos a sentarnos y relajarnos un poco.

Nos dirigimos al sofá, y nos acomodamos, disfrutando del ambiente tranquilo. Jan estaba en la habitación de invitados, que ahora se había convertido en una especie de segundo hogar para él, así que estábamos solas. Me dejé caer en el sofá, sintiendo cómo el cansancio y la tensión se desvanecían lentamente.

Jana me observó con una mirada curiosa, y no pude evitar notar que sus ojos se posaron en la pequeña cicatriz de mi ceja. Su expresión se tornó juguetona, y un destello travieso apareció en sus ojos.

—El corte en la ceja pega con tu estilo —dijo, con una sonrisa.

Solté una risa genuina, sintiendo cómo su comentario me hacía sentir un poco más ligera. Me llevé una mano a la ceja y hice una expresión exageradamente pensativa.

—Algo bueno tenía que darme la situación, ¿No?—dije, riendo.

Jana se unió a mi risa, y el ambiente se llenó de una calidez reconfortante. Nos recostamos en el sofá, disfrutando del momento y dejándonos llevar por la ligereza de la conversación.

De repente, Jana se enderezó un poco, una expresión de emoción cruzando su rostro.

—Oye, tengo una sorpresa para Jan —dijo, con una sonrisa que mostraba claramente su entusiasmo—. Mañana, en su partido, he invitado a algunas de las chicas.

Mis ojos se abrieron con sorpresa y admiración.

—¿De verdad? —pregunté, con una mezcla de asombro y entusiasmo—. Eso es increíble.

Jana asintió, su sonrisa creciendo aún más.

—Sí, pensé que sería una gran sorpresa para Jan. Sé cuánto le gusta el fútbol y cómo admira a mis amigas. Así que, he aprovechado la oportunidad y las he invitado-Me incliné hacia adelante, sintiendo una ola de emoción y juntando mis labios con los suyos en signo de agradecí.

—Eso es genial, Jan se va a volver loco de felicidad. No puedo esperar a ver su cara cuando las vea-Jana asintió, su alegría palpable.

Ambas nos acomodamos nuevamente en el sofá, sintiendo cómo la conversación se llenaba de una energía positiva. La sorpresa para Jan no solo era emocionante, sino que también era un reflejo de cómo Jana quería hacer que cada día fuera especial para quienes amaba.

A medida que el tiempo pasaba, nos sumergimos en charlas sobre los detalles del partido, sus amigas y cómo iba a sorprender a Jan. Era una forma perfecta de relajarnos después de un día tan agitado y de planear algo que haría que el día siguiente fuera aún más memorable.

La calidez del sofá, el confort de estar juntas y la promesa de una sorpresa emocionante para Jan hicieron que el ambiente se sintiera perfecto. Mientras hablábamos y reíamos, me di cuenta de que a pesar de las dificultades, había muchas cosas buenas en mi vida, y en esos momentos simples y especiales, encontraba el verdadero significado de la felicidad.
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Pues ha sido todo un susto, ¿Verdad?😈

𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora