XV

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Ana

Estaba en la pista, compitiendo con Marcos, cuando de reojo vi cómo Jana se levantaba de las gradas y comenzaba a alejarse sola. Algo en su manera de caminar, en la forma en que bajó la cabeza, me dijo que algo no estaba bien. Había pasado toda la noche riendo con ella, sintiendo cómo se encendía una chispa entre nosotras, y de repente la veía irse, como si estuviera huyendo de algo.

No pude evitar que la preocupación me invadiera. Conocía este barrio mejor que nadie, y sabía que no era un lugar para caminar sola a estas horas. No podía dejar que se fuera así, no podía permitir que se adentrara en las calles de este lugar sin alguien que la cuidara.

—Lo siento, Marcos. Tengo que irme —dije rápidamente, dejando la competencia a medias.

Antes de que pudiera responder, ya estaba corriendo tras Jana. Mi corazón latía rápido, no solo por el esfuerzo, sino por la angustia de que algo le pudiera pasar. Mientras la seguía, mis ojos la buscaban entre la gente, y finalmente la vi, caminando por una calle menos iluminada.

Pero no estaba sola. Un hombre mayor, con un aspecto descuidado, se le acercaba, hablándole en voz baja. Aunque no podía escuchar lo que decía, la forma en que se inclinaba hacia ella y su tono persuasivo me puso en alerta. Jana parecía incómoda, como si no supiera cómo salir de la situación.

No podía permitir que eso continuara. Sabía que tenía que hacer algo para desviar la atención de ese hombre. Sin pensarlo dos veces, grité su nombre lo más fuerte que pude.

—¡Jana! —mi voz resonó por la calle, fuerte y clara.

El hombre se detuvo y giró la cabeza hacia mí, sorprendido. Aproveché ese momento para acercarme rápidamente, con el corazón en la garganta. Cuando llegué hasta ellos, me coloqué entre Jana y el hombre, mirándolo fijamente.

—¿Todo bien por aquí? —pregunté, mi voz firme y seria, aunque por dentro temblaba de rabia y miedo por lo que podría haber pasado.

El hombre me miró, evaluando la situación por un segundo, y luego dio un paso atrás, levantando las manos como si se disculpara.

—Tranquila, solo estaba hablando —dijo, con una sonrisa que me revolvió el estómago antes de darse la vuelta y alejarse por la calle.

Cuando se fue, me volví hacia Jana. Sus ojos estaban brillando, llenos de una mezcla de miedo y algo más profundo, algo que no lograba descifrar del todo.

—¿Estás bien? —le pregunté, bajando la voz, tratando de no sonar tan preocupada como me sentía.

Ella asintió, pero su expresión no me convenció. Me di cuenta de que no era solo el hombre lo que la había perturbado. Algo más la había llevado a alejarse de la fiesta, algo que no me estaba diciendo. No podía ignorar el nudo en mi estómago, el miedo de que fuera algo que yo no pudiera arreglar.

—¿Por qué te has ido? —insistí suavemente, acercándome un poco más.

Jana suspiró, como si le costara encontrar las palabras. Vi la confusión y la tristeza en su rostro, y me dolió no poder entender lo que estaba pasando por su mente.

—Solo… necesitaba un poco de aire —respondió finalmente, aunque su voz temblaba ligeramente.

Sabía que había más detrás de esas palabras, pero no quería presionarla. Solo quería que supiera que estaba ahí para ella, sin importar lo que fuera. Sin pensarlo, extendí la mano y tomé la suya, apretándola suavemente.

—No vuelvas a irte sola —le dije, con más urgencia de la que pretendía. Mi pulgar rozó el dorso de su mano, intentando transmitirle calma—. No aquí, no a estas horas. Quiero que estés segura.

Ella me miró, y en sus ojos vi un torbellino de emociones. Sentí que se debatía entre decirme algo o guardárselo para sí misma, pero finalmente, asintió de nuevo, más convencida esta vez.

—Lo siento —susurró—. No debí irme así.

Negué con la cabeza, sonriéndole suavemente.

—No tienes que disculparte. Solo prométeme que, si necesitas espacio o hablar, lo harás conmigo, ¿sí? —le pedí, mirándola a los ojos.

Jana asintió, y por primera vez desde que la había visto alejarse, sonrió un poco. Sabía que las cosas no estaban completamente bien, pero en ese momento, solo quería que supiera que, pase lo que pase, no la dejaría sola.

Después de ese momento tenso, y con Jana finalmente más tranquila, decidimos volver a la pista. Al acercarnos, noté que las miradas de las amigas de Jana se clavaban en nosotras, curiosas y llenas de preguntas no dichas. Sus ojos parecían preguntarse si algo había pasado entre Jana y yo mientras estábamos fuera. No podía evitar sonreír con complicidad, sabiendo que nuestras conversaciones y el contacto físico habían despertado más de una sospecha.

Jana se acercó con la intención de devolverme la gorra, extendiéndola hacia mí, sonreí al ver su gesto considerado.

—Toma—dijo, con un toque de nerviosismo en la voz.

Tomé la gorra de su mano, pero en lugar de ponérmela me acerqué a ella con una sonrisa traviesa.

—No —dije, manteniendo el tono ligero y coqueteo en la voz—. La verdad es que me gusta más cómo te queda a ti.

Jana me miró, sorprendida, sus ojos brillando con una mezcla de confusión y alegría. Su expresión cambió a una sonrisa que iluminó su rostro, mostrando que le había sorprendido mi respuesta.

—¿De verdad? —preguntó, con un atisbo de coqueteo en su voz también.

Asentí, dándole un pequeño empujón juguetón.

—Sí, definitivamente —dije, mirándola con una sonrisa—. Hay algo en cómo te queda que hace que se vea aún mejor. Así que, por favor, quédate con ella.

Jana rió suavemente, aceptando la gorra con una expresión de contento. La colocó en su cabeza, ajustándola ligeramente y mirándome con una sonrisa agradecida. El gesto parecía haber añadido un nuevo nivel de complicidad entre nosotras, y noté que el ambiente a nuestro alrededor también parecía más relajado.

Me sentí feliz al ver su reacción, y mientras nos uníamos al grupo, noté que la noche parecía haber tomado un giro positivo. La gorra en su cabeza no solo era un accesorio, sino un pequeño símbolo de la conexión que estábamos construyendo. La tensión se había disipado, y lo que había comenzado como una noche llena de dudas y desafíos, se estaba transformando en algo especial.
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Todo arreglado mis amores (o no)

Tendrá muchos problemas pero Ana es más mona😭

𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora