El sol se ocultaba lentamente, dejando tras de sí un cielo teñido de tonos cálidos que contrastaban con el aire frío de la tarde. Caminábamos en silencio, con los pasos acompasados, pero las palabras atrapadas en mi garganta se hacían cada vez más difíciles de contener. Podía sentir la tensión en el ambiente, una tensión que había empezado durante nuestro encuentro con Javier y que ahora, al alejarnos de él, parecía haberse instalado entre nosotras como una presencia invisible.
Miré a Ana de reojo. Tenía la vista fija en el suelo, sus manos metidas en los bolsillos de su abrigo, sus hombros ligeramente encorvados como si estuviera soportando un peso que no podía ver. El silencio entre nosotras se volvía cada vez más opresivo, y no pude evitar sentir una punzada de preocupación. Sabía que ese encuentro había sido incómodo para ella, pero también sabía que había algo más, algo que no estaba diciendo.
Cuando llegamos a casa tomé aire y, finalmente, rompí el silencio.
-¿De verdad estás bien?-pregunté, tratando de sonar casual, aunque mi voz traicionaba mi preocupación.
Ana levantó la mirada hacia mí y me ofreció una sonrisa rápida, pero sus ojos no brillaban como de costumbre.
-Sí, no te preocupes-respondió, su voz tranquila, aunque había una nota de cansancio en ella-Solo ha sido un momento de tensión, nada más.
Asentí, pero no estaba convencida. Conocía a Ana demasiado bien como para conformarme con esa respuesta. Había algo en la rigidez de su postura, en la manera en que evitaba mirarme directamente, que me decía que no estaba siendo completamente honesta. Pero, ¿cómo insistir sin parecer intrusiva?
-No sé-murmuré, bajando la vista a mis zapatos mientras caminábamos.-Parece que hay algo más…
Ana no respondió de inmediato. Seguimos manteniendo el silencio por unos segundos que se sintieron eternos. Finalmente, habló, me encontré con sus ojos fijos en los míos. Había algo en su mirada, una mezcla de vulnerabilidad y determinación que me dejó sin aliento.
-No es nada importante-dijo al final, soltando un suspiro largo.-Solo…que quizá la sira me ha afectado más de lo que deberían. Pero no quiero que te preocupes por eso. No vale la pena.
La miré, sin saber qué decir. Sabía que había más, que algo la estaba carcomiendo por dentro, pero si no quería hablar de ello, no podía forzarla. Aun así, la preocupación seguía pesando en mi pecho, como si algo no encajara del todo. Quería hacerla sentir mejor, quería borrar la sombra que había en sus ojos, pero no sabía cómo.
Antes de que pudiera responder, Ana dio un paso hacia mí, cerrando la distancia que nos separaba. Sentí su mano fría en mi mejilla, un gesto que me sorprendió pero que, al mismo tiempo, me reconfortó. La suavidad de su toque contrastaba con la dureza que había visto en ella durante el encuentro con Javier. Sus dedos acariciaron mi piel con una delicadeza que me hizo olvidar, aunque fuera por un momento, la preocupación que me había acompañado durante todo el camino.
-¿Sabes qué?-susurró Ana, su voz bajando hasta convertirse en un murmullo. Había algo nuevo en su tono, algo que no había estado allí antes. Algo que me hizo estremecerme ligeramente. -¿Por qué no dejamos esto atrás por un rato? Tenemos este tiempo juntas… podríamos aprovecharlo mejor.
No entendí sus palabras de inmediato, o quizás no quería entenderlas. Estaba atrapada entre la confusión y el alivio, entre querer insistir en saber qué le pasaba y la tentación de dejarme llevar por lo que ella proponía. Su mano se deslizó lentamente desde mi mejilla hasta mi cuello, y sentí su pulgar trazando un camino suave sobre mi piel, enviando un escalofrío por mi espalda.
-Ana…-empecé a decir, pero las palabras se ahogaron en mi garganta cuando ella dio otro paso hacia adelante, acercándose tanto que podía sentir el calor de su cuerpo, a pesar del frío que nos rodeaba.
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𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳
RandomDesde que Jana vio a Ana por primera vez algo en ella le llamó demasiado la atención, ambas son personas completamente diferentes, sus vidas no tienen nada que ver, pero por alguna razón el destino decide juntarlas