XXXXIII

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El sol estaba comenzando a ocultarse en el horizonte, pintando el cielo con tonos anaranjados y rosados mientras las gradas del estadio vibraban con la energía del partido. A mi lado, Jan saltaba y gritaba emocionado cada vez que el equipo de Jana lograba una buena jugada. Yo también me sentía emocionada, pero no podía evitar que una parte de mí se quedara atrapada en pensamientos que nada tenían que ver con el fútbol. Sin embargo, me obligué a disfrutar del momento, a sumergirme en la euforia que nos rodeaba, al menos por un rato.

Jana corría por el campo con esa intensidad que siempre la caracterizaba. Su agilidad y determinación eran inconfundibles. Era imposible no admirarla cuando estaba en su elemento, como si el mundo entero desapareciera y solo quedara ella, el balón y la portería. Cada vez que Jana hacía un pase perfecto o una entrada impecable, mi corazón latía más rápido. No solo por orgullo, sino por ese amor profundo que sentía por ella. Era la mujer más increíble que conocía, y me costaba creer que alguien como ella pudiera fijarse en alguien como yo.

El árbitro pitó el final del partido, y las jugadoras comenzaron a abrazarse y celebrar la victoria. Jan y yo nos levantamos de nuestros asientos, aplaudiendo junto con el resto de los espectadores. Jana me buscó entre la multitud y, al verme, me dedicó una sonrisa que hizo que todo lo demás desapareciera, al menos por un segundo. Sabía que me quería con todo su corazón, y que su sonrisa era para mí, pero no podía evitar la sensación de que no la merecía.

Después de que las jugadoras se agruparon para una última charla con su entrenadora, Jana se acercó a nosotras. Estaba sudada, con la respiración entrecortada, pero radiante.

—Has jugado brutal—dije, intentando que mi voz sonara más alegre de lo que realmente me sentía.

—Gracias, sabía que tenerte aquí me daría suerte —respondió, dándome un beso rápido en la mejilla antes de volverse hacia Jan—. Y a ti también, campeón. Eres mi amuleto de la suerte.

Jan sonrió, sonrojado, claramente encantado con la atención de Jana. Luego, Jana me tomó de la mano y me guió hacia el campo.

-Te veo fuera, estaré con la chcias-Dijo en forma de despedida.

Jana me había dado el pase que supuse que tenían las jugadoras para ir a su aparcamiento, cuando Jan y yo llegamos vi a todas las chicas.

Mientras caminábamos hacia el grupo de jugadoras, noté que todas parecían estar de buen humor, riendo y bromeando entre ellas. Jana me presentó una por una, y cada vez que lo hacía, sentía una especie de presión en mi pecho. Estas mujeres eran todas increíbles, y me preguntaba cómo podía encajar en el mundo de Jana. Era como si hubiera una barrera invisible entre mi vida y la suya, una que no sabía cómo superar.

Al final, Jana me presentó a Alexia, a ella ya la conocía así que no hizo falta mucha introducción, era una de las jugadoras con las que Jana parecía tener una amistad especial.

Mientras Jana le presentaba a Jan a todas sus amigas, Alexia se quedó conmigo, y empezamos a charlar sobre el partido, sobre lo bien que había jugado Jana, sobre lo emocionante que había sido la victoria. Pero, poco a poco, mi mente comenzó a vagar, atrapada nuevamente en esos pensamientos oscuros que habían estado rondando por mi cabeza durante semanas.

—¿Estás bien? —preguntó Alexia de repente, mirándome con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Me sobresalté un poco, sorprendida de que hubiera notado mi distracción. Intenté sonreír, pero no salió muy convincente.

—Sí, claro. Solo… estoy cansada —respondí, esperando que eso fuera suficiente.

Alexia no parecía convencida. Sus ojos me escudriñaron, como si estuviera viendo más de lo que yo quería mostrar. Era evidente que no iba a dejarlo pasar, y de alguna manera, eso me hizo querer confiar en ella.

—Mira, sé que no nos conocemos mucho, pero parece que algo te está preocupando. Si quieres hablar, estoy aquí, ¿vale? —dijo, su tono genuinamente amable.

Sentí que la barrera que había mantenido levantada todo el día comenzaba a desmoronarse. Tal vez era la forma en que Alexia me miraba, como si realmente le importara, o tal vez era que ya no podía contenerlo más. Respiré hondo y decidí ser sincera.

—Es solo que… no sé si soy suficiente para Jana —confesé, sintiendo que el nudo en mi garganta se apretaba.

Alexia frunció el ceño, claramente sorprendida por mi confesión.

—¿Cómo puedes decir eso? Jana te adora. Es obvio que está completamente pillada de ti-Dijo totalmente descolocada por mis palabras.

—Lo sé, lo sé… pero es más complicado que eso. Jana es… increíble. Ella me da tanto, todo el tiempo. Me trae regalos, me cuida, me lleva a lugares que yo nunca podría pagar… y yo… no puedo darle nada de eso a cambio. Apenas puedo llegar a fin de mes, y eso con dos trabajos. A veces siento que ella merece a alguien que pueda darle todo lo que yo no puedo —dije, sintiendo que cada palabra me dolía más que la anterior.

Alexia me miró en silencio por un momento, como si estuviera procesando lo que había dicho. Luego, con una expresión más suave, colocó una mano en mi hombro.

—Ana, lo que describes no es amor. Es una transacción, y eso no es lo que tenéis tú y Jana. Ella no está contigo por lo que le puedes dar materialmente, está contigo porque te quiere, porque eres tú. Sé que puede ser difícil, pero no te castigues por cosas que realmente no importan. ¿Crees que a Jana le importa cuánto dinero ganas? Lo que le importa es que la amas, que estás ahí para ella. Eso es lo que la hace feliz-Dijo con una sonrisa cálida, pero sus palabras no que tranquilizaron del todo.

—Pero ella hace tanto por mí… —dije en un susurro, sin saber cómo expresar lo que realmente sentía.

—Y estoy segura de que lo hace porque quiere, porque te quiere a tí. No porque espera algo a cambio. Jana sabe que no puedes devolverle de la misma manera, y aún así, está contigo. No porque quiera que le des regalos caros, sino porque te quiere. Eso es lo que importa —dijo Alexia, con una convicción que me hizo sentir un poco mejor, aunque la duda aún persistía.

Suspiré, tratando de asimilar sus palabras. Sabía que tenía razón, pero había una parte de mí que no podía dejar de sentir que Jana merecía algo mejor. Alguien que pudiera darle todo lo que ella me daba sin sentirse como una carga.

—Supongo que tienes razón. Es solo que… quiero hacerla feliz, y a veces siento que no estoy a la altura —admití, sintiendo las lágrimas arremolinarse en mis ojos.

—Ana, estás a la altura. No te castigues por cosas que no controlas. Si quieres hacerla feliz, sigue siendo tú. Eso es lo que la enamora cada día. Lo demás… son solo cosas sin importancia. Y te aseguro que para Jana, esas cosas no importan tanto como tú piensas —respondió Alexia con una sonrisa cálida, dándome un abrazo que no sabía que necesitaba hasta que lo recibí.

Me aferré a ella, sintiendo cómo la presión en mi pecho disminuía un poco. Alexia tenía razón, aunque aceptarlo no fuera fácil. Al final, lo que Jana quería era a mí, no a una versión idealizada de lo que yo pensaba que debía ser.

Cuando Jana volvió, con una sonrisa radiante en el rostro, me miró y me dio un beso rápido.

—Mis amigas se han enamorado de tu hermano así que creo que será mejor que nos vayamos antes de que te lo roben, ¿Vamos? —dijo alegremente.

Asentí, sintiendo un poco de alivio, y le sonreí con más sinceridad que antes.

—Sí, vamos —respondí, entrelazando mis dedos con los suyos.

Mientras caminábamos hacia la salida, con Jan corriendo a nuestro lado, me sentí un poco más ligera. Todavía quedaban dudas y miedos en mi interior, pero las palabras de Alexia me dieron una nueva perspectiva. Tal vez no podía darle a Jana todo lo que ella me daba, pero podía darle lo que más valoraba: mi amor, mi apoyo y mi presencia. Y, tal vez, eso era más que suficiente.
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Alexia y sus consejos salvando vidas

En algún punto de la relación siempre hay dudas😬

Me temo que la trama de la historia con Laia también será en las olimpiadas y para que tenga sentido habrá que revivir esos dos partidos...

Pero ya sabéis, si no hay sufrimiento yo no soy la que escribe

𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora