Llevaba días pensando en qué regalarle a Ana por su cumpleaños. No es fácil cuando quieres que algo sea especial, único, como lo es nuestra amistad. Las ideas iban y venían, pero ninguna terminaba de convencerme. Cada noche me acostaba con la esperanza de que al día siguiente se me ocurriera algo, pero el día llegaba y me encontraba igual, sin nada claro en la cabeza.
Una noche, agotada de tanto darle vueltas, decidí dejar de pensar en ello por un rato. Me tumbé en la cama y dejé que mi mirada se perdiera por la habitación, buscando distraerme. Fue entonces cuando mis ojos se posaron en la estantería frente a mí. Allí, entre los libros y adornos, estaba la gorra de Ana. La misma que me había dejado hace tiempo, después de mi primera vez en una fiesta de su barrio. Me hizo sonreír y, al mismo tiempo, me recordó algo importante.
Empecé a recordar toda la historia detrás de esas gorras. Cómo Ana siempre llevaba una, como si fuera parte de ella, y cómo me contó que todo comenzó con una que le regaló su madre cuando era niña. Desde entonces, las gorras habían sido más que un simple accesorio para ella; eran un símbolo, un recuerdo constante de alguien importante en su vida. Incluso recuerdo cómo me prestó una una vez cuando el sol estaba insoportable, siempre tan atenta.
Y entonces, lo supe. La idea llegó a mí como un destello: debía regalarle una gorra, pero no cualquiera. Tenía que ser algo especial, algo que reflejara lo nuestro y lo que ella significa para mí. Pasaría los próximos días buscando la gorra perfecta, una que fuera tan única como ella, pero que también tuviera un toque personal, algo que le recordara a mí cada vez que la usara.
Sentí un gran alivio. Por fin sabía qué regalarle, algo que no solo era significativo, sino que también llevaba consigo un pedazo de nuestra historia. Sabía que le encantaría, porque no era solo una gorra; era un símbolo de todo lo que hemos compartido.
…
El día del cumpleaños de Ana llegó, pasó la mañana con sus amigos y con su hermano pequeño y por la tarde vino a mi casa para pasar lo que quedaba del día juntas. Habíamos quedado en ver una película, comer pizza y simplemente disfrutar la compañía. Sabía que Ana no había hecho grandes planes, así que quería asegurarme de que se sintiera especial, aunque fuera de una manera sencilla.
Después de charlar un rato, no pude esperar más y le di su regalo. Había envuelto la gorra con esmero, intentando que no fuera demasiado obvio lo que había dentro. Ana abrió el paquete con una sonrisa, pero cuando vio la gorra, su expresión cambió a una mezcla de sorpresa y emoción.
—¡Jana! ¡Es una New Era! —dijo, sosteniéndola con cuidado como si fuera algo frágil—. Es perfecta.
Yo sonreí, aliviada y feliz de ver que le gustaba tanto. Sabía lo que significaban las gorras para ella y estaba segura de que había dado en el clavo.
Pero entonces, Ana dejó de sonreír un poco, mirándome con preocupación.
—Jana, esto... esto es demasiado. Sé cuánto cuestan estas gorras y me sabe muy mal que hayas gastado tanto en mí —dijo, con la voz un poco apagada.
Su reacción no me sorprendió. Conocía a Ana lo suficiente como para saber que nunca se habría permitido comprar algo así para ella misma. No porque no le gustara, sino porque siempre ponía otras cosas primero, otras personas antes que ella.
Me acerqué y puse una mano sobre la suya.
—Ana, no te preocupes por eso. Sabes que no he tenido problemas con el dinero, y honestamente, quería darte algo que de verdad te gustara. No pienses en el precio, sino en lo que significa. Quería regalarte algo que realmente te hiciera feliz-Dije acariciando el dorso de su mano.
Ana me miró, y aunque seguía habiendo un poco de duda en sus ojos, también pude ver el agradecimiento. Se mordió el labio, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.
—Es solo que... —comenzó a decir, pero yo la interrumpí.
—No hay peros, Ana. Te lo mereces. Y si esta gorra puede hacerte sonreír, entonces valió cada centavo-Dije sincera.
Ana asintió, con una pequeña sonrisa que empezaba a aparecer de nuevo en su rostro. Se puso la gorra, ajustándola perfectamente a su cabeza, y luego me abrazó.
—Gracias, Jana. De verdad, es el mejor regalo.
Sentí su abrazo con fuerza, y supe que había tomado la decisión correcta. No se trataba del dinero, sino de lo que esa gorra representaba: nuestra amistad, su historia, y un recordatorio de que, aunque ella no se lo permitiera, yo siempre estaría allí para darle lo mejor.
Después de ese abrazo, permanecimos un momento en silencio, simplemente disfrutando de la cercanía. Sentí el latido de su corazón contra el mío, fuerte y constante, y me di cuenta de lo mucho que significaba este momento para ambas.
Nos separamos solo lo suficiente para mirarnos a los ojos. Había algo en su mirada, una mezcla de gratitud, cariño y algo más.
Antes de darme cuenta, me incliné hacia ella, o tal vez fue ella quien se acercó primero. El beso fue suave al principio, como una prueba, un roce apenas. Pero rápidamente se convirtió en algo más. Podía sentir cómo todo lo que habíamos compartido a lo largo de los días se concentraba en ese momento, en la forma en que nuestras respiraciones se mezclaban y nuestras manos se buscaban, tímidas al principio, pero cada vez más seguras.
Ana, sin dejar de besarme, me tomó por la cintura y me levantó con facilidad, haciendo que rodeara su cuello con los brazos. No podía evitar sonreír contra sus labios, sorprendida por su fuerza y por lo natural que se sentía todo. Caminó conmigo hasta la cama, donde me depositó con cuidado, sin dejar que el contacto entre nosotras se rompiera.
Nos quedamos allí, en la penumbra de la habitación, con solo el sonido de nuestras respiraciones llenando el silencio. Cada caricia, cada movimiento era una promesa, una reafirmación de lo que sentíamos pero nunca habíamos dicho en voz alta. La tensión entre nosotras crecía, pero no había prisa, solo un deseo compartido de explorar esta nueva dimensión de nuestra relación.
____En el siguiente capítulo van a pasar cositas🤭
Como todavía no ha comentado mucha gente dejamos la votación para otro momento😁
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𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳
RandomDesde que Jana vio a Ana por primera vez algo en ella le llamó demasiado la atención, ambas son personas completamente diferentes, sus vidas no tienen nada que ver, pero por alguna razón el destino decide juntarlas