LXXI

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Años después
Jana

Habían pasado ya varios años desde aquellos días en el hospital, y nuestra vida había cambiado de formas que nunca imaginé. Esta mañana, como tantas otras, me había levantado temprano para preparar el desayuno. La casa estaba tranquila, con el sol comenzando a filtrarse a través de las cortinas y llenando el ambiente con una luz suave y dorada. El aroma del café que preparé llenaba la cocina, creando un ambiente cálido y acogedor.

Cuando terminé de preparar el desayuno, decidí salir de la cocina y dirigirme al salón para ver qué estaban haciendo Ana, llevaba bastante rato escuchando risas en el salón, desde donde estaba solo podía ver a mi chica completamente tumbada en el sofá. La visión de Ana, sentada en el sofá, me sorprendió y me hizo sonreír de inmediato. Ella estaba reclinada con una expresión de concentración en su rostro, y parecía estar involucrada en algo que no podía ver claramente desde donde estaba.

Me acerqué lentamente, intentando no hacer ruido para no interrumpir el momento. Ana estaba muy concentrada en su tarea, y su expresión de determinación me hizo reír. Ella estaba tratando de colocar un accesorio en algo que tenía en su regazo, moviéndose de un lado a otro con una mezcla de paciencia y frustración. La escena, con la luz de la mañana y la calma del hogar, tenía un aire de tranquilidad y cotidianidad que me resultaba profundamente reconfortante.

No pude resistirme más y solté una risa al ver la escena.

-Ana, deja de ponerle gorras a la niña-le dije, mi voz cargada de diversión mientras me acercaba a ellas.

Mi sonrisa se ensanchó al ver a Ana, con su paciencia y cariño, luchando por poner la gorra en la cabeza de nuestra hija, quien parecía estar disfrutando cada segundo del juego.

Todas las risas que había estado escuchando eran a causa de la intención de Ana en ponerle una gorra a nuestra hija, quien estaba sentada sobre sus caderas. La gorra era evidentemente demasiado grande para la cabeza de la niña, y cada vez que Ana intentaba ajustarla, la pequeña movía la cabeza de un lado a otro, como si estuviera participando en un juego animado. El cabello de Gemma, igual de pelirrojo que el de su madre y despeinado por estar recién levantada, se enredaba con la gorra, creando una escena tierna y cómica.

El esfuerzo de Ana para colocar la gorra correctamente estaba claro, pero la pequeña estaba tan distraída y divertida que el accesorio nunca se quedaba en su lugar. Gemma reía a carcajadas, disfrutando del juego, y el sonido de su risa llenaba el salón de una alegría contagiosa. Ana, a pesar de su frustración, no podía evitar sonreír y reír junto a ella, atrapada en la diversión del momento.

Ana levantó la vista al oírme y me vio con una expresión que combinaba diversión y resignación.

-¿Qué quieres que haga?- dijo con un tono juguetón y amoroso.-A ella le encantan las gorras. Además, es una excelente manera de hacer que se ría.

Gemma, con su cabello alborotado y la gorra torcida sobre su cabeza, seguía riendo a carcajadas. Sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y felicidad, y parecía que el accesorio no le importaba en absoluto. Se estaba divirtiendo enormemente con el juego, y su risa era contagiosa.

Me acerqué y me incliné para besar a Gemma en la frente, sintiendo la calidez de su piel y la suavidad de su cabello. Luego, me incliné para darle un beso a Ana, sintiendo el cariño y la gratitud que me invadían en ese momento.

-Bueno, parece que la moda está en muy buenas manos-le dije con una sonrisa mientras tomaba la gorra que Ana había estado tratando de colocar en la cabeza de Emma.-Aunque creo que nuestra ya tiene una gran cantidad de estilo por sí sola.

Ana rió y dejó que Gemma tomara la gorra, que estaba en su lugar, aunque no con mucha precisión. La escena estaba llena de ternura y amor, y el ambiente en la casa se sentía cálido y lleno de alegría. Nos quedamos allí, disfrutando del momento y sintiendo la calidez de nuestra familia unida.

A lo largo de los años, esos pequeños momentos se habían convertido en lo más valioso para mí. La vida con Ana y Gemma era una aventura diaria, llena de risas y amor. Cada mañana, con sus pequeños detalles y momentos de alegría, se convertía en un recordatorio de lo que realmente importaba.

La visión de Ana y Emma jugando juntas en el sofá me recordó cuán lejos habíamos llegado desde aquellos días difíciles en el hospital. A pesar de los desafíos y las luchas, habíamos construido una vida llena de amor y felicidad. Y esos momentos simples, como las mañanas en el sofá, eran los que realmente hacían que cada día fuera especial.

Así, con la gorra en la cabeza de Gemma y la risa llenando la habitación, me sentí agradecido por la vida que habíamos construido juntos. Miré a Ana y a nuestra hija, sabiendo que, a pesar de todo lo que habíamos pasado, estos momentos de simplicidad y amor eran los que hacían que todo valiera la pena.

La mañana seguía en su ritmo tranquilo y alegre. Después de la escena en el sofá, con Ana y nuestra hija compartiendo risas y gorritas, nos dirigimos hacia la cocina para terminar el desayuno. La conversación se desvió hacia los planes del día y el descanso de las vacaciones que Jan había estado esperando con ansias.

Ana, con una sonrisa amplia y un aire de satisfacción, me miró y le dijo a nuestra hija, que estaba enredando la última pieza de fruta en su plato.

-Gemma, ¿podrías hacerme un favor? ¿Podrías ir a despertar a tu tío?-Le preguntó a la pequeña con una sonrisa.

Gemma, con sus pequeños pasos decididos, se levantó de la mesa y asintió con una sonrisa. Tenía el entusiasmo de la mañana brillando en sus ojos y estaba lista para cumplir con la tarea. Se dirigió hacia el pasillo, y con la misma energía que mostraba en cada nuevo proyecto, empezó a caminar hacia la habitación de su tío.

Mientras tanto, yo observaba a Ana con cariño, sabiendo cuánto significaba para ella ver a Jan y Gemma creciendo y desarrollándose en un entorno lleno de amor. La situación con Jan había sido complicada en su momento, pero Ana había logrado conseguir la custodia después de una larga batalla legal contra su padrastro. Ver cómo nuestra familia se había reconfigurado y prosperado era una fuente de orgullo y felicidad para ambos.

-Déjalo disfrutar de sus vacaciones- dije con una sonrisa, mientras preparaba un vaso de leche para Jan-Se lo merece después de graduarse de la ESO. Ha trabajado duro y ahora necesita relajarse un poco antes de los nuevos retos que le esperan.

-Lo sé- respondió, asintiendo.-Pero por un día no pasa nada, ademas Gemma está tan emocionada de tener a su tío cerca y Jan, a pesar de ser un adolescente, todavía aprecia esos pequeños momentos.

-Es una buena manera de comenzar el día. Además, me alegra ver a Jan y a Gemma tan cercanos. 

Los murmullos y movimientos que seguían de la habitación indicaban que Jan estaba comenzando a desperezarse. La rutina matutina de despertar a su tío era una tradición en nuestra casa, y a pesar de que Jan ya estaba en la adolescencia, disfrutaba de esos momentos con Gemma. Los dos se habían convertido en una pareja inseparable en sus ratos libres, y su relación seguía siendo una fuente de alegría para todos nosotros.

Ana y yo nos miramos con una sonrisa de complicidad, sabiendo que, a pesar de los desafíos y los cambios, nuestra familia había encontrado una forma de adaptarse y prosperar. Esos momentos simples, como los desayunos en familia y las mañanas en las que Gemma despertaba a Jan, eran las pequeñas alegrías que marcaban la diferencia en nuestra vida cotidiana.

Mientras la mañana avanzaba y el bullicio de la casa se llenaba de voces y risas, me sentí agradecido por la familia que habíamos construido. Cada miembro tenía su propio papel en el tapiz de nuestra vida, y esos momentos compartidos seguían siendo el corazón de nuestra felicidad.

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boom😎

que conste que no es el final, vamos a ver mas de esta pequeña familia

𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora