XIII

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Era por la tarde, y como era de costumbre estaban con Bruna y Cata pasando el rato, disfrutando de una tarde tranquila entre amigas. Habíamos pasado la última hora viendo videos graciosos y poniéndonos al día sobre nuestras semanas. Pero, en el fondo, yo tenía una idea que me rondaba la cabeza, algo que quería proponerles. Así que, cuando hubo un momento de silencio, aproveché y solté lo que tenía en mente.

—Chicas, ¿qué os parece si vamos a la fiesta que hay en el barrio de Ana esta noche?-Pregunté algo nerviosa.

De inmediato, noté cómo el ambiente cambió. Las sonrisas desaparecieron y mis amigas se miraron entre sí con preocupación. Bruna, siempre la más cautelosa, fue la primera en hablar.

—¿La fiesta es en el barrio de Ana? Jana, ¿en serio quieres que vayamos allí? No sé si sea una buena idea… ya sabes cómo es esa zona-Dijo Bruna y Cata asintió, mostrando la misma preocupación.

—Sí, he oído que por ahí no es muy seguro, sobre todo de noche-Añadió la portera.

Sus reacciones me sorprendieron y, para ser honesta, me molestaron un poco. Sabía que el barrio de Ana no tenía la mejor reputación, pero también confiaba en ella. Ana me había invitado personalmente y estaba segura de que no nos pondría en una situación peligrosa. Sin embargo, era evidente que mis amigas no compartían esa confianza, y eso me irritaba.

—Entiendo vuestras preocupaciones, pero les prometo que no pasará nada —dije, intentando mantener la calma—. Ana me aseguró que todo estará bien. Ella vive ahí, conoce a la gente, y no nos invitaría si pensara que corremos algún peligro. Además, no estaremos solas, habrá más gente, y Ana estará con nosotras todo el tiempo.

Cata y Bruna se miraron de nuevo, dudando. Por un momento, pensé que se negarían a ir, lo que me frustró aún más. No podía creer que desconfiaran tanto, no solo de Ana, sino de mi juicio. Finalmente, después de un silencio que se sintió eterno, Cata suspiró y habló.

—Está bien, Jana. Si estás tan segura, iremos. Pero si en algún momento sentimos que algo no está bien, nos vamos-Bruna asintió en acuerdo, aunque no parecía del todo convencida.

Sonreí, aunque por dentro estaba un poco molesta. Sabía que mis amigas estaban preocupadas por mí, pero no podía evitar sentir que estaban siendo injustas con Ana. Ellas apenas la conocían, pero yo sí, o la menos un poco más, y estaba segura de que todo saldría bien. Me dije a mí misma que esa noche se darían cuenta de que estaban equivocadas, y tendrían que tragarse sus palabras.

Con eso, cada una se fue a su casa y comenzamos a prepararnos para la fiesta. A pesar de la tensión inicial, intenté mantener el ambiente relajado y animado, esperando que, al final de la noche, mis amigas se dieran cuenta de que no había razón para preocuparse. Sabía que tendría que demostrarles que confié en la persona correcta.

Estaba en mi habitación, revisando mi maquillaje por última vez, cuando mi teléfono vibró sobre la cama. Lo tomé y vi que era un mensaje de Ana, justo a tiempo. Me estaba enviando la dirección exacta del lugar. Leí el mensaje varias veces para asegurarme de no perder ningún detalle. Sabía que el barrio de Ana no era el más seguro, pero estaba decidida a ir, y ya había logrado convencer a mis amigas, aunque no fue nada fácil.

A las ocho en punto, salí de casa y me encontré con Cara y Bruna frente a la puerta. Ambas lucían un poco tensas, y no las culpaba. El camino hacia el barrio de Ana fue un poco incómodo; no hablábamos mucho, y podía sentir la preocupación en el aire. Intenté mantener el ánimo arriba, sonriendo y haciendo bromas, pero notaba que no estaban del todo convencidas.

Finalmente, llegamos al barrio. Era un lugar diferente al nuestro, más viejo y un poco descuidado. Las luces de las farolas parpadeaban de vez en cuando, y no había mucha gente en las calles, lo que solo hacía que todo se sintiera más inquietante. Caminamos juntas por una acera rota, siguiendo las indicaciones que Ana me había dado. Mientras avanzábamos, no podía evitar sentirme un poco nerviosa. Aunque confiaba en Ana, el ambiente me hacía cuestionar mi decisión.

𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora