LXVI

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El reloj en la pared del hospital parecía moverse a un ritmo más lento que de costumbre. La habitación, iluminada por la tenue luz de la tarde, estaba tranquila, pero esa tranquilidad solo acentuaba mi creciente preocupación. Jana debería haber llegado hace ya un buen rato, y su ausencia me estaba poniendo nerviosa.

La rutina habitual de los enfermeros y el sonido lejano de las máquinas no ayudaban a calmar mis pensamientos. Miré el reloj nuevamente, preguntándome si tal vez se había retrasado por algún motivo trivial. Decidí que era el momento de hacer algo al respecto. Saqué mi teléfono del bolso y marqué el número de Jana, tratando de mantener la calma mientras el teléfono sonaba.

Al principio, escuché el tono de llamada con esperanza. Sin embargo, después de varios intentos sin respuesta, mi preocupación comenzó a intensificarse. La línea estaba siempre ocupada, y la sensación de que algo no estaba bien empezó a hacerme cuestionar la situación.

Intenté llamarla nuevamente, con cada intento sintiendo cómo mi ansiedad crecía. La sala se volvió opresiva, y el silencio entre las llamadas solo acentuaba la inquietud que sentía. Pensé en las posibles razones para su tardanza: tráfico, problemas en el trabajo, o cualquier otra cosa que pudiera haber surgido. Sin embargo, la falta de respuesta comenzaba a parecer alarmante.

Mi mente comenzó a imaginar varios escenarios, cada uno más inquietante que el anterior. Mi preocupación se transformó en angustia. La idea de que algo pudiera haberle pasado me mantenía en un estado de alerta constante.

El tiempo parecía detenerse en la habitación del hospital mientras intentaba, una vez más, comunicarme con Jana. Cada tono de llamada sin respuesta solo incrementaba mi ansiedad. La sensación de desesperación creció a medida que el reloj avanzaba sin que ella apareciera.

Sabía que no podía quedarme cruzada de brazos, y entonces me vino a la mente una posible solución. Jana venía de estar con la selección así que pensé en que Alexia podría saber algo, por suerte tenía su número guardado en el teléfono. Me apresuré a buscar en mis contactos, encontrando finalmente el número de Alexia.

Con manos temblorosas, marqué el número y esperé con la respiración contenida. El sonido del tono de llamada parecía interminable, cada segundo era una eternidad mientras esperaba una respuesta. Finalmente, alguien contestó.

-Hola, Alexia- pregunté, intentando mantener la calma.-Soy Ana, siento molestar, ¿Sabes algo de Jana?

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, seguido de un leve suspiro.

“Hola, Ana, no, no se nada de Jana, cuando hemos llegado a Barcelona ha dicho que iba a ir a verte, ¿No ha llegado?-Preguntó con confusión.

-No, y tampoco contesta a mis llamadas -Dije con preocupación.

Alexia se tomó un momento antes de responder.

-Eso es raro, pero estate tranquila, voy a intentar llamarla, cuando sepa algo te llamo-Me dijo intentando transimirme algo de tranquilidad.

-Muchas gracias Alexia-Dije agradecida con su ayuda.

Colgué, sintiéndome algo más aliviada por saber que Alexia también estaba en la búsqueda de respuestas. Aunque la preocupación seguía presente, el hecho de que alguien más estuviera tan preocupada como yo me dio algo de consuelo.

Jana

Cuando Alexia me llamó, sentí un alivio momentáneo al escuchar su voz, pero también sabía que tenía que enfrentar lo que había visto. La angustia me consumía, y me costaba encontrar las palabras adecuadas para describir lo que estaba atravesando.

-Hola, Alexia-contesté, intentando mantener una voz serena.-Lo siento por no haber contestado antes. He tenido un día realmente difícil.

La preocupación en la voz de Alexia era evidente.

-Jana estábamos muy preocupadas por ti. Ana está inquieta y no sabíamos qué había pasado. ¿Estás bien? ¿Dónde estás?-Preguntó mi amiga con preocupación.

Suspiré, sintiendo cómo el dolor se acumulaba en mi pecho.

-No estoy segura de si estoy bien. He visto algo que no esperaba, algo que me ha hecho cuestionar todo. Cuando he llegado al hospital, he visto a Ana dándole una de sus gorras a Laura-Hubo un silencio cargado al otro lado de la línea. Alexia debía estar intentando comprender la magnitud de lo que estaba diciendo.

-¿Como?-Preguntó Alexia sorprendida.

Yo intenté encontrar las palabras correctas para explicarlo, el recuerdo de ese momento aún me atormentaba.

-Sí, he visto a Ana colocarle la gorra en la cabeza a Laura. La manera en que lo ha hecho, la cercanía entre ellas… me ha hecho sentir como si estuviera viendo algo que no tenía derecho a ver. Ha sido como una traición directa a todo lo que pensaba que teníamos. Me ha dolido más de lo que puedo expresar-El dolor en mi voz era innegable. Cada palabra que pronunciaba estaba cargada de una tristeza profunda.

-No puedo creer que la persona que amo, a la que he confiado mi corazón, pueda traicionarme de esta manera. Me resulta imposible procesar cómo ella, alguien que siempre he visto como mi compañera, puede estar tan cerca de otra persona de esta forma. Me hace sentir que todo lo que hemos construido juntas podría ser una mentira-Dije con la voz rota.

Alexia trató de calmarme, pero sus palabras solo lograron resaltar mi angustia.

-Jana, sé que esto debe ser devastador para ti. A veces, las situaciones no son lo que parecen. ¿Has considerado hablar directamente con Ana para entender su perspectiva?-Propuso mi amiga con serenidad.

-No puedo- respondí, sintiendo cómo la desesperación y el dolor se apoderaban de mí. -No estoy como para tener una conversación racional. Si hablo con ella ahora, temo que simplemente me desmoronaría. No puedo enfrentarla sin entender primero lo que esto significa para mí-Alexia entendió la profundidad de mi angustia y su voz se volvió más suave, intentando ofrecerme consuelo.

-Está bien, Jana. Tómate el tiempo que necesites. No te sientas presionada para tomar decisiones ahora mismo. Pero le he prometido a Ana que le diría lo que pasaba, ¿Que quieres que haga?-Me preguntó confundida.

-Haz lo que le has prometido-Dije simplemente y ella accedió.

Colgué el teléfono y me dejé caer sobre la cama, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a recorrer mi rostro. La imagen de Ana y Laura seguía grabada en mi mente, cada detalle intensificando la sensación de traición y dolor. Me sentía perdida, atrapada en un mar de emociones contradictorias, incapaz de encontrar una salida inmediata.

Mientras el dolor seguía envolviéndome, intentaba entender si lo que había visto era realmente una traición o si había algún otro contexto que no conocía. Pero, en ese momento, no podía hacer otra cosa que enfrentar la cruda realidad de que la persona que amaba me había causado un dolor que no sabía cómo manejar. El futuro parecía incierto, y el presente estaba dominado por una tristeza que parecía no tener fin.
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Alexia de paloma mensajera😝

¿Accederá Jana a hablar con Ana?

𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora