XII

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Al día siguiente, la rutina parecía haber regresado a la normalidad después de nuestra salida juntas. Me encontraba en el bar donde trabajaba, sirviendo copas y atendiendo a los clientes como de costumbre. El ambiente era relajado, y el ruido del lugar era el típico de un bar concurrido por la noche. Las luces tenues y el bullicio familiar me daban una sensación de comodidad que ya había llegado a apreciar.

Mientras servía una ronda de cervezas, noté a Jana entrar por la puerta del bar. Me salió una sonrisa automática al verla, y me esforcé por no dejar que se notara demasiado mi emoción. Me dirigí a la barra para atenderla, aunque intenté mantener una expresión profesional.

—Hola, Jana—dije, tratando de sonar natural mientras la veía acercarse.

—Hola—respondió ella, su voz llena de energía—. ¿Cómo va el trabajo?

—Bastante bien, gracias —contesté, sirviendo una copa de vino mientras hablaba—. Aunque ya sabes, siempre hay algo de jaleo en estos lugares.

Jana se recargó en la barra, observándome con una sonrisa que me hacía sentir un cosquilleo en el estómago. Puse el refresco que ya me había aprendido que siempre tomaba frente a ella, ella sonrió y me volví para buscar algo más, pero sentí su mirada en mi espalda, y eso me hizo sentir un poco más nerviosa de lo habitual.

—Oye, Ana —dijo Jana, llamando mi atención mientras me daba la vuelta—. Quería preguntarte algo.

—Dime —respondí, inclinándome un poco hacia ella para escuchar mejor en medio del ruido del bar.

—¿Te gustaría volver a quedar conmigo? —preguntó, sus ojos brillando con una mezcla de nerviosismo y esperanza—. La última vez fue muy divertido, y me encantaría repetirlo.

El simple hecho de escuchar esa propuesta me hizo sentir una oleada de felicidad. Mi corazón dio un vuelco y me encontré sonriendo de manera involuntaria. Me había preguntado si Jana realmente quería seguir conociéndome, y el hecho de que me lo estuviera diciendo directamente me hizo sentir una mezcla de alegría y alivio.

—Claro que sí —dije, tratando de mantener la compostura mientras mi mente se aceleraba con posibilidades—. Me encantaría volver a quedar contigo. ¿Cuándo te viene bien?

Jana parecía encantada con mi respuesta, y se inclinó un poco más hacia la barra, lo que me hizo sentir aún más conectada con ella.

—Bueno, he pensado en algo —dijo, su voz volviéndose un poco más tímida—. Si te parece bien, podríamos vernos en mi casa cuando termines aquí. Solo quiero pasar un rato agradable, tal vez ver una película o simplemente charlar un poco más. ¿Qué opinas?

La propuesta me sorprendió gratamente. A pesar de mi nerviosismo por invitarla a mi casa, la idea de pasar tiempo con ella en un entorno más íntimo y relajado me parecía irresistible. Miré el reloj en la pared del bar, calculando cuánto tiempo me quedaba antes de terminar mi turno.

—Me parece genial —respondí con una sonrisa—. Solo tengo que trabajar hasta las dos, así que puedo ir a tu casa después de eso. Estoy deseando pasar un rato contigo.

Jana me sonrió ampliamente, y pude ver el alivio y la felicidad en sus ojos. Era como si hubiera estado esperando esa confirmación, y la forma en que me miraba me hizo sentir especial.

—Perfecto —dijo, su entusiasmo evidente—. Estaré esperando. ¿Necesitas que te ayude con algo ahora?

—No, no te preocupes —contesté—. Solo disfruto viendo que estás aquí. Pero gracias por ofrecerte.

Jana asintió, dándome una última sonrisa antes pagar e irse. Me quedé observándola mientras se alejaba, sintiendo una mezcla de anticipación y felicidad. Saber que íbamos a pasar más tiempo juntas me hacía sentir mariposas en el estómago. Era como si cada momento que compartíamos se volviera más especial y significativo.

𝐍𝐎𝐓 𝐄𝐍𝐎𝐔𝐆𝐇-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora