La Nueva Realidad
FrederickEl sol se filtraba por las persianas de mi oficina, proyectando líneas doradas sobre el escritorio mientras revisaba los informes matutinos. Los números y las gráficas solían ser mi refugio, un espacio donde todo era lógico, ordenado y bajo mi control. Sin embargo, últimamente, mi mente no podía mantenerse completamente en ese espacio. Se desviaba hacia Mackenzie con una frecuencia que me desconcertaba. No podía recordar la última vez que alguien había logrado distraerme de mi trabajo, pero ella lo hacía con una facilidad que rozaba lo preocupante.
Ajusté la corbata y me recosté en la silla, cerrando los ojos por un momento para intentar concentrarme. Pero todo lo que conseguí fue que las imágenes de Mackenzie y su pequeña sonrisa, la manera en que fruncía el ceño cuando algo la frustraba, y esa maldita ecografía de su embarazo se colaran en mi mente. Me había dicho a mí mismo que podía manejarlo, que podría mantener las cosas bajo control. Pero ese día en particular, su imagen se negaba a irse.
Mackenzie había sido la excepción a muchas de mis reglas. Desde que comenzamos esta relación poco convencional, me había encontrado desafiando mis propios límites y normas. Sin embargo, la idea de que estaba esperando un hijo mío... eso me sacudió de una manera que no esperaba. No me había preparado para esa realidad. No cuando ya tenía tres hijos, no cuando estaba convencido de que mis días como padre a tiempo completo estaban detrás de mí.
Justo cuando pensaba que podría enterrar esas emociones bajo un montón de trabajo, la puerta de mi oficina se abrió. Levanté la vista y allí estaba ella, Mackenzie, parada en la entrada con una expresión que intentaba ocultar lo que claramente era una mezcla de incomodidad y determinación.
—¿Tienes un momento? —preguntó, sin el habitual tono seguro que solía tener en nuestra relación profesional.
—Por supuesto, pasa —respondí, mi tono más suave de lo que esperaba.
Cerró la puerta detrás de ella y se acercó a mi escritorio, pero en lugar de sentarse en la silla frente a mí, se apoyó en el borde del escritorio, mirando hacia mí con esos ojos que parecían ver a través de toda la fachada que me esforzaba tanto en mantener.
—Estaba pensando que podríamos tomar un descanso, alejarnos un poco de todo esto —dijo, sus manos jugueteando nerviosamente con el borde de su camisa.
—¿Qué tienes en mente? —pregunté, intrigado. No era común que Mackenzie propusiera algo fuera de lo laboral, lo que solo aumentaba mi curiosidad.
—No sé, tal vez salir a cenar, o tomar un café... algo que no implique trabajo. Solo nosotros dos. —Su voz era cautelosa, como si estuviera probando las aguas.
La miré fijamente, tratando de descifrar su propuesta. Salir a cenar, una cita en toda regla. No era algo que hubiera hecho desde hacía años. Con Meredith, mis intentos de citas solían estar envueltos en una capa de formalidad que nunca rompía. Pero Mackenzie era diferente. Con ella, había momentos en los que me encontraba deseando algo más genuino, aunque la idea misma de abrirme de esa manera me resultara ajena.
—Podemos hacerlo —dije finalmente, sorprendiendo incluso a mí mismo con la facilidad de mi respuesta.
Sus ojos brillaron ligeramente, una chispa de algo que me hizo sentir más cálido de lo que admitía. Asentí y tomé el teléfono para hacer una reserva en uno de los restaurantes más discretos que conocía. No me gustaba llamar la atención cuando no era necesario, y estaba seguro de que Mackenzie tampoco lo hacía.
Cuando colgué, ella todavía estaba allí, observándome con esa expresión pensativa.
—Frederick, sé que esto es... nuevo para ambos —comenzó—. Pero estoy dispuesta a intentarlo. No quiero que te sientas obligado a hacer algo que no quieres.
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Building dreams
Teen FictionFrederick Montgomery es el dueño de las empresas más prestigiosas del mundo, un hombre de carácter implacable y presencia dominante. Arrogante, frío y calculador, siempre ha puesto los negocios por encima de todo, incluso de su familia. Viudo y padr...