Muros invisibles
FrederickDesde mi oficina, observaba la escena desarrollarse en el vestíbulo como si no formara parte de mi propio mundo. Mackenzie, la arquitecta que había alterado mi paz en más de un sentido, se inclinaba hacia mis hijos con una sonrisa tan natural que, por un momento, pareció que ella pertenecía a esa escena familiar. Era extraño verla en ese contexto, rodeada de mis hijos, quienes, por algún motivo, parecían tan cómodos con ella como si la conocieran desde siempre.
Mi mente, sin embargo, estaba más ocupada tratando de descifrar lo que estaba viendo. No me gustaba lo que sentía al observar ese momento. Mis hijos rara vez reaccionaban así ante extraños. Emily, en particular, siempre había sido más reservada, y aun así, allí estaba, con sus pequeñas manos extendidas hacia Mackenzie, curiosa, casi encantada por su presencia. Y James, mi inquieto y alegre hijo, parecía fascinado con ella. Incluso William, el mayor, con su semblante serio y controlado, no apartaba los ojos de la arquitecta.
Era imposible negar que Mackenzie tenía una presencia magnética, pero verla interactuar con mis hijos me causaba una incomodidad que no podía sacudirme. Había pasado tanto tiempo construyendo muros alrededor de mi vida privada, manteniéndola al margen de mis responsabilidades empresariales, que cualquier interferencia en esa separación me ponía a la defensiva.
Mientras los observaba, algo en mí se removió, algo que había tratado de enterrar durante mucho tiempo. Me preguntaba si estaba fallando como padre, si esos pequeños momentos de desconexión que tenía con ellos eran más evidentes de lo que pensaba. Tal vez esa era la razón por la que mis hijos se sentían atraídos por Mackenzie: ella ofrecía algo que yo no sabía cómo darles.
El pensamiento me incomodó más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Cuando Mackenzie levantó la vista y nuestros ojos se encontraron, algo dentro de mí se endureció. Sabía que había algo entre nosotros, una tensión que iba más allá de lo profesional, pero no era algo que estaba dispuesto a explorar. Mi enfoque, mi control, siempre había estado en mis empresas, en asegurarme de que cada pieza del rompecabezas encajara a la perfección. Las relaciones, los sentimientos, eran distracciones que no podía permitirme.
Sin embargo, no podía negar lo que acababa de presenciar. Esa conexión inesperada entre ella y mis hijos me dejó una sensación que no me gustaba. Era como si una parte de mi vida, una parte que siempre había mantenido bajo control, estuviera escapando de mis manos.
Pasaron unos minutos más antes de que me apartara de la ventana, observando cómo mis hijos se alejaban con la niñera. Sus risas aún resonaban en mi cabeza mientras me sentaba de nuevo en mi escritorio, intentando concentrarme en los informes que tenía frente a mí. Pero la verdad era que no podía. No dejaba de pensar en la interacción que acababa de ver y lo que eso significaba.
Tomé una respiración profunda y cerré los ojos por un momento, permitiéndome unos segundos para procesar lo que estaba sintiendo. Rebecca siempre había sido la encargada de ese lado de nuestras vidas. Ella fue quien mantuvo el vínculo emocional con los niños mientras yo me enfocaba en el negocio, en asegurarme de que nada se interpusiera en el crecimiento de nuestro imperio.
Pero ahora, con Rebecca fuera de nuestras vidas, ese vacío emocional se hacía cada vez más evidente, y me veía obligado a enfrentar algo que siempre había evitado: ser padre.
A pesar de mis intentos por manejarlo de forma eficiente, como lo haría con cualquier otro aspecto de mi vida, la realidad era mucho más complicada. William, con su constante necesidad de ser el mayor responsable, ya comenzaba a parecerse demasiado a mí, algo que no sabía si era bueno o malo. James, con su alegría desenfrenada, era un recordatorio constante de la energía y el entusiasmo que una vez tuve pero que había perdido en algún punto. Y Emily... ella era la más frágil, la más inocente. Sabía que necesitaba algo que no estaba seguro de poder darle.
Mis pensamientos volvieron a Mackenzie, quien, sin quererlo, había irrumpido en este delicado equilibrio. Había algo en ella que mis hijos percibían, algo que yo mismo no podía ignorar. Su presencia no solo sacudía mi mundo profesional, sino también el personal, el cual había estado tratando de mantener separado y distante.
Me levanté de mi escritorio, incapaz de sacudir la sensación de que algo estaba cambiando. Caminé hacia el ventanal y observé la ciudad bajo mis pies. El tráfico se movía como un flujo constante, las personas iban y venían, siempre ocupadas, siempre en movimiento. En este mundo que había construido, cada decisión, cada acción, estaba bajo mi control. Pero mi vida personal... ese era un terreno mucho más inestable.
No podía dejar de pensar en lo que había visto hace solo unos minutos. Mackenzie, interactuando con mis hijos, encajaba en la escena de una manera que me hizo cuestionar si había algo en mi vida que necesitaba reevaluar. Había dedicado tanto tiempo a ser el líder implacable, el hombre que nunca fallaba en el mundo empresarial, que tal vez había olvidado cómo ser otra cosa.
Decidí salir de la oficina e ir al vestíbulo. Necesitaba algo de aire, o tal vez solo necesitaba ver a mis hijos antes de que se fueran.
Cuando llegué al ascensor, lo vi cerrarse detrás de la niñera y los niños. Los había perdido por solo unos segundos, pero Mackenzie aún estaba allí, a unos metros de distancia. Parecía perdida en sus pensamientos mientras miraba el ascensor desaparecer detrás de las puertas de acero.
—Mackenzie —mi voz resonó en el vestíbulo, haciendo que se girara hacia mí de inmediato.
Sus ojos, siempre tan brillantes y llenos de determinación, se encontraron con los míos. Por un segundo, el tiempo pareció detenerse. Nos quedamos ahí, en silencio, evaluándonos mutuamente, como dos jugadores de ajedrez antes de hacer el siguiente movimiento.
—Señor Montgomery —respondió ella, con una leve inclinación de cabeza, la formalidad volviendo a cubrir cualquier rastro de la calidez que había mostrado con mis hijos.
—Vi que tuviste un pequeño encuentro con mis hijos —dije, en un intento de restarle importancia a la sensación que había estado creciendo en mí.
Mackenzie sonrió, pero fue una sonrisa ligera, casi vacilante, como si no supiera bien qué responder.
—Sí, son... encantadores. Muy curiosos. James tiene muchas preguntas —agregó, su tono más relajado.
—James siempre tiene preguntas —respondí, pero mi mente seguía trabajando en otro nivel—. No suelen reaccionar así con extraños.
Ella pareció notar el subtexto de mis palabras. Me estudió con la misma mirada aguda que tenía cuando estaba en medio de una discusión sobre planos y materiales. Sabía que estaba midiendo sus palabras, buscando la mejor manera de responder sin cruzar ninguna línea.
—Quizás solo les llamó la atención ver a alguien diferente —dijo finalmente, con un tono neutral, pero sus ojos brillaban con una chispa que me decía que había más detrás de esa respuesta.
Nos quedamos en silencio por unos segundos más, el eco de las risas de mis hijos aún flotando en el aire entre nosotros. Había algo aquí, algo que ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir. Y sin embargo, ambos sabíamos que no se podía ignorar.
—Bueno, si me disculpas, tengo una reunión que atender —dijo Mackenzie, rompiendo el silencio.
La observé mientras se alejaba, esa energía que siempre parecía rodearla tan palpable como el primer día que la conocí. Una vez más, me encontraba en una encrucijada. Sabía que algo estaba cambiando en mi vida, algo que tal vez no podía controlar. Pero no estaba seguro de cómo enfrentar lo que venía. Mis hijos, mi vida personal, y ahora Mackenzie... todo parecía converger en una tormenta que no sabía si estaba preparado para enfrentar.
Volví a mi oficina, cerrando la puerta detrás de mí. Las paredes de cristal seguían mostrándome la ciudad en su implacable movimiento. Pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que esos muros invisibles que había construido a mi alrededor comenzaban a tambalearse.
———————————————————————-
HOLA HOLA!
Mil gracias por el apoyo!! Los amo! Hoy maratón! 1/5! Denle apoyo y síganme en mis redes sociales!
Ig: mafia.princesa_
TikTok: mafia_princesa

ESTÁS LEYENDO
Building dreams
Ficção AdolescenteFrederick Montgomery es el dueño de las empresas más prestigiosas del mundo, un hombre de carácter implacable y presencia dominante. Arrogante, frío y calculador, siempre ha puesto los negocios por encima de todo, incluso de su familia. Viudo y padr...