Decidiendo Nombres
MackenzieEl octavo mes de embarazo llegó con una mezcla de emociones que no esperaba. Mi vientre estaba ya visiblemente redondeado, y cada día que pasaba, sentía a la bebé moverse con más fuerza. Frederick había comenzado a notar el embarazo de manera más real y tangible. Aunque seguía siendo el mismo hombre duro y dominante en muchos aspectos, algo en él había cambiado, suavizándose con la idea de nuestra hija en camino.
Aquella mañana, después de un desayuno que Frederick insistió en preparar, decidí que era hora de pasar por su oficina. Había dejado atrás cualquier incomodidad acerca de mi relación con él en el trabajo. Nuestra relación había evolucionado, y aunque mantener la profesionalidad era crucial, también lo era estar cerca de él cuando lo necesitaba.
El trayecto hacia la oficina fue tranquilo. Conducía con una mano sobre mi vientre, como si eso me conectara aún más con la pequeña que crecía dentro de mí. Sentía una mezcla de emoción y ansiedad, dos emociones que se habían vuelto comunes durante estos meses.
Cuando llegué al edificio de Frederick, el personal ya estaba acostumbrado a verme por allí. Los saludé con una sonrisa antes de dirigirme directamente al ascensor que me llevaría a su piso. Sabía que él estaba en medio de una reunión, pero eso no me preocupaba. Frederick siempre encontraba la manera de priorizarme, sin importar lo que estuviera haciendo.
La puerta de su oficina estaba cerrada, así que toqué suavemente antes de entrar. Frederick levantó la mirada de unos papeles que estaba revisando y, al verme, esbozó una pequeña sonrisa.
—Kenzie —dijo, su voz suave—. ¿Qué haces aquí tan temprano?
—No pude evitar venir —respondí, acercándome lentamente a su escritorio—. Además, quería verte.
Sin decir nada más, rodeé su escritorio y me acerqué a él. Frederick me observaba con una mezcla de curiosidad y algo más profundo, algo que había aprendido a interpretar como cariño, aunque él no lo expresara de manera tradicional.
Me senté en su regazo con naturalidad, un gesto que se había vuelto habitual para nosotros. Frederick no protestó; simplemente colocó su mano en mi vientre, acariciándolo suavemente mientras me acomodaba. Sentir su contacto era reconfortante, un recordatorio de que, a pesar de su exterior duro, había un lado de él que solo yo conocía.
—¿Cómo están ustedes dos hoy? —preguntó, su tono más suave de lo habitual.
—Estamos bien —respondí, acurrucándome un poco más en su pecho—. Aunque creo que la pequeña empieza a quedarse sin espacio. No ha parado de moverse en toda la mañana.
Frederick sonrió, y noté la forma en que sus ojos se iluminaron al escuchar eso.
—Es una luchadora, como su madre.
Su comentario me hizo sonreír. Frederick no era un hombre de muchas palabras cariñosas, pero cuando las decía, sabía que eran sinceras.
—Estaba pensando... —comencé, trazando círculos pequeños sobre su pecho—. No hemos hablado mucho sobre nombres, y ya estamos a solo un mes de conocerla.
Frederick asintió, su mano aún descansando sobre mi vientre.
—Tienes razón. Deberíamos empezar a pensar en ello.
Saqué mi teléfono de mi bolsillo y abrí una lista que había estado compilando en los últimos días. Se la mostré a Frederick, quien la revisó con interés.
—¿Qué te parecen estos? —le pregunté mientras él leía.
Frederick tomó el teléfono con una mano, desplazándose por la lista.
—April... —dijo en voz alta—. Me gusta. Es simple, pero elegante.
—Sí, es uno de mis favoritos —respondí, observando su expresión mientras continuaba leyendo.
—Ivory, Violet, Keyla ... todos son buenos nombres —comentó, su tono de voz mostrando que realmente estaba considerando cada opción.
—¿Tienes alguno que te guste más? —pregunté, curiosa por saber si había alguno que le llamara más la atención.
Frederick se quedó en silencio por un momento, como si estuviera reflexionando.
—Me gusta April —dijo finalmente—. Es fuerte y hermoso, como tú.
Mi corazón dio un pequeño salto al escuchar eso. No importaba cuántas veces Frederick me sorprendiera con sus comentarios, siempre lograba hacerme sentir especial de una manera que pocos entendían.
—April entonces —respondí, sintiendo que el nombre comenzaba a encajar perfectamente con la imagen de nuestra hija.
Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía. Sentada en su regazo, con su mano protegiendo mi vientre, me sentí completamente en paz. En esos momentos, las preocupaciones sobre el trabajo, la vida, o incluso el futuro, parecían desaparecer. Estábamos juntos, y eso era todo lo que importaba.
—Frederick —dije después de un rato, inclinando mi cabeza para mirarlo a los ojos—. ¿Alguna vez imaginaste que estaríamos aquí, haciendo esto?
Él me miró, sus ojos brillando con algo que rara vez dejaba ver.
—No —respondió sinceramente—. No lo imaginé. Pero ahora que estamos aquí, no puedo imaginarlo de otra manera.
Su honestidad, como siempre, me conmovió. Frederick no era un hombre de grandes gestos románticos, pero su capacidad de ser directo y sincero conmigo era una de las cosas que más valoraba de él.
—Tampoco yo lo imaginé —admití—. Pero me alegra que estemos aquí.
Nos quedamos en silencio nuevamente, disfrutando de la tranquilidad compartida. Sentir la mano de Frederick sobre mi vientre, su calidez y su fuerza, me daba una sensación de seguridad que no había experimentado antes. A pesar de las diferencias entre nosotros, había algo innegable en la conexión que habíamos formado.
Después de un rato, Frederick se inclinó y me besó suavemente en la frente, un gesto que era raro en él, pero que siempre significaba mucho.
—Deberías descansar —dijo, su voz firme pero gentil—. No quiero que te agotes.
Asentí, aunque una parte de mí no quería moverme de su regazo.
—Lo haré, pero primero quiero quedarme aquí un poco más.
Frederick no protestó, simplemente me sostuvo un poco más fuerte, como si supiera que ambos necesitábamos ese momento juntos.
Mientras me acurrucaba contra él, dejando que la calidez de su cuerpo me envolviera, pensé en lo lejos que habíamos llegado. Nuestra relación había comenzado de manera complicada, llena de malentendidos y conflictos, pero ahora estábamos aquí, a punto de formar una familia. Y aunque sabía que el camino no sería fácil, estaba segura de que, con Frederick a mi lado, podríamos superar cualquier cosa.
Nos quedamos así por un largo rato, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Sabía que pronto tendríamos que enfrentarnos a nuevos desafíos, pero en ese momento, todo lo que importaba era el amor que compartíamos, un amor que había crecido de maneras que ninguno de los dos había anticipado.
Finalmente, cuando sentí que mi cuerpo empezaba a relajarse por completo, levanté la cabeza para mirarlo.
—Gracias, Frederick —dije suavemente—. Por todo.
Él me miró, sus ojos llenos de una ternura que raramente mostraba.
—Siempre, Kenzie. Siempre estaré aquí para ti, para April, para nuestra familia.
Esas palabras, simples pero llenas de significado, me dieron la certeza de que, pase lo que pase, estaríamos bien. Porque al final del día, habíamos encontrado algo real, algo que valía la pena luchar.
Y eso, para mí, era todo lo que necesitaba.
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Y el ganador es! APRIL MONTGOMERY! Ojalá les guste demasiado!!
Ig: mafia.princesa_
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Building dreams
Teen FictionFrederick Montgomery es el dueño de las empresas más prestigiosas del mundo, un hombre de carácter implacable y presencia dominante. Arrogante, frío y calculador, siempre ha puesto los negocios por encima de todo, incluso de su familia. Viudo y padr...