Capitulo 71

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Preparativos, Cólicos y Amor Incondicional
Mackenzie

El sonido del llanto de April me despertó en medio de la noche. Me giré en la cama y miré el reloj en la mesita de noche: eran las tres de la mañana. Frederick seguía profundamente dormido a mi lado, y me di cuenta de que, por alguna razón, el llanto de April no lo había despertado. Tal vez se había acostumbrado a las interrupciones nocturnas, o simplemente estaba agotado por el trabajo. Fuera cual fuera la razón, sabía que tenía que atender a nuestra pequeña.

Me levanté con cuidado para no despertarlo y me dirigí al cuarto de April. El llanto era desgarrador, y mi corazón se encogió al ver su pequeña carita roja de tanto llorar. La levanté de la cuna y la acuné en mis brazos, intentando calmarla con suaves susurros. Sabía que no era hambre, ya que había amamantado a April hacía apenas unas horas. Sus mejillas estaban húmedas por las lágrimas, y su pequeño cuerpecito se retorcía de dolor. Los cólicos habían sido un problema recurrente durante las últimas semanas, y cada vez que ocurría, me sentía impotente.

La llevé a la mecedora junto a la ventana y comencé a balancearla lentamente, esperando que el movimiento suave y constante ayudara a aliviar su malestar. Mientras lo hacía, mis pensamientos se desviaron hacia los preparativos de la boda. Quedaban apenas dos semanas, y aunque la mayor parte de los arreglos estaban bajo control, aún había detalles por resolver. Pero en ese momento, con April en mis brazos, todo lo demás parecía quedar en segundo plano.

April continuó llorando, aunque su llanto se volvió más suave, como si estuviera demasiado cansada para seguir protestando. Sentí una mezcla de angustia y ternura al mirarla. Era increíble cómo un ser tan pequeño podía llenar mi vida de tanto amor, y al mismo tiempo, hacerme sentir tan vulnerable.

Pasaron cerca de treinta minutos antes de que finalmente se calmara lo suficiente como para quedarse dormida nuevamente. La deposité con cuidado en su cuna, asegurándome de que estuviera cómoda antes de volver a nuestra habitación. Sin embargo, cuando me acosté de nuevo en la cama, mis pensamientos continuaron rondando en mi cabeza, impidiéndome volver a dormir.

La boda se acercaba rápidamente, y con ella venía una sensación de anticipación, pero también de presión. Queríamos que todo fuera perfecto, no solo para nosotros, sino también para los niños. William y James estaban emocionados por ser parte de la ceremonia, pero aún no había tenido tiempo de buscar sus trajes. Y luego estaba Emily, quien últimamente se había vuelto increíblemente apegada a mí, especialmente desde que April nació.

A la mañana siguiente, el sol apenas se asomaba cuando sentí una pequeña mano sobre mi brazo. Era Emily, que había venido a buscarme. Sus ojos aún medio cerrados de sueño, pero su necesidad de estar cerca de mí era evidente.

—¿Mamá, puedo estar contigo hoy?— preguntó con su vocecita dulce.

La tomé en brazos y la abracé. —Por supuesto, amor. Puedes estar conmigo todo el tiempo que quieras.

Frederick ya se había levantado y estaba en la cocina preparando el desayuno para los niños. Agradecía que siempre estuviera dispuesto a ayudar, especialmente en momentos como este, cuando todo parecía tan abrumador. Le di un beso rápido en la mejilla mientras pasaba por la cocina con Emily en mis brazos y le sonreí, agradecida por todo lo que hacía por nosotros.

Después del desayuno, mientras April dormía un poco más y Frederick se ocupaba de algunos asuntos de trabajo desde casa, decidí que era momento de ir a buscar los trajes de William y James. No quería dejarlo para último momento, y necesitaba asegurarme de que todo estuviera listo para el gran día.

Emily, por supuesto, insistió en acompañarme. Así que nos preparamos y salimos juntas, con April también en su cochecito. Estaba agotada, pero la idea de avanzar en los preparativos de la boda me motivaba a seguir adelante.

Cuando llegamos a la tienda, William y James, quienes también habían insistido en venir, estaban emocionados por probarse los trajes. Era adorable verlos correr entre los estantes, emocionados por la idea de vestirse como pequeños caballeros. Pero, por supuesto, con Emily pegada a mi lado todo el tiempo y April comenzando a inquietarse en su cochecito, la experiencia resultó ser un poco más desafiante de lo que había anticipado.

Encontramos unos trajes perfectos, en tonos grises elegantes, con corbatas a juego que complementaban el esquema de colores que había elegido para la boda. Los niños estaban felices con la elección, y yo me sentí aliviada de haber resuelto otro detalle importante.

Después de la tienda, Emily y yo decidimos hacer una breve parada en una cafetería cercana para tomar un descanso. Me senté en una mesa junto a la ventana, con Emily en mi regazo, y April en su cochecito al lado. Mientras tomaba un sorbo de mi té, observé a Emily, que jugaba distraídamente con la pajilla en su vaso de jugo.

—¿Estás emocionada por la boda, mi amor?—le pregunté, acariciando su cabello suave.

Emily asintió con una gran sonrisa, pero luego su expresión cambió, como si algo la preocupara.

—¿April va a estar conmigo en la boda, mamá?—preguntó, sus ojos azules llenos de inocencia.

—Claro que sí, cariño. April estará con nosotros todo el tiempo,—respondí, dándole un beso en la cabeza.

Emily se acurrucó contra mí, pareciendo un poco más tranquila, pero sabía que su apego hacia mí y sus celos hacia April eran algo que tendría que manejar con cuidado. Quería asegurarme de que se sintiera amada y segura, incluso con la llegada de su nueva hermanita.

Finalmente, regresamos a casa, cansadas pero satisfechas con lo que habíamos logrado ese día. Frederick nos recibió con una sonrisa y un abrazo, y después de un día tan largo, sentí que ese era el lugar al que pertenecía, rodeada de mi familia.

Mientras la noche caía y el hogar se llenaba de una calma reconfortante, pensé en las próximas dos semanas. Serían frenéticas, pero también llenas de momentos hermosos. No podía esperar para casarme con Frederick, para ver a nuestros hijos participar en este día tan especial, y para continuar construyendo esta vida que estábamos formando juntos, día a día.

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