Capitulo 23

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La Decisión Imposible
Mackenzie 

Habían pasado varias semanas desde aquella noche en la casa de Frederick, y las cosas habían vuelto a una especie de normalidad... o al menos, eso parecía. Frederick y yo ya no mencionábamos lo que había sucedido. Después de esa mañana incómoda en la que los niños me encontraron en su casa, todo se sentía distante. Frederick volvió a su rol habitual: serio, profesional, y reservado. Había vuelto a ser solo mi jefe.

Al principio, no pensé mucho en los cambios. Ambos éramos adultos, y sabía que esa noche había sido un error, o al menos, un momento de debilidad. No me arrepentía de lo que pasó, pero también sabía que seguir adelante de esa manera no era sostenible. Nos conocíamos demasiado bien, y cualquier cosa más que una relación profesional traería problemas.

Sin embargo, algo en mí cambió. Físicamente, comencé a notar señales que no podía ignorar. Primero, estaba el cansancio constante, una fatiga que no se quitaba con nada. Luego, las náuseas, que al principio atribuí a la presión del trabajo, pero que pronto se convirtieron en una señal más clara de que algo andaba mal.

Una mañana, después de sentirme mareada en la oficina, decidí enfrentar la posibilidad que había estado evitando. Fui a la farmacia después del trabajo y compré una prueba de embarazo. Al llegar a casa esa noche, con manos temblorosas y una mezcla de emociones que iban desde la negación hasta el miedo absoluto, tomé la prueba.

Cinco minutos más tarde, la prueba marcó claramente dos líneas. Positivo.

Me quedé mirando el resultado, incapaz de procesar lo que significaba. Estaba embarazada. De Frederick. Mis pensamientos comenzaron a correr a mil por hora. ¿Cómo había sucedido esto? Sabía exactamente cómo, claro, pero nunca pensé que estaría aquí, sosteniendo esta prueba, con la vida de otra persona creciendo dentro de mí.

Me senté en el borde de la cama, el cuarto parecía moverse a mi alrededor mientras intentaba asimilar la situación. Mi mente regresó a las últimas semanas, a todos los momentos en que Frederick y yo habíamos interactuado en la oficina, como si todo estuviera perfectamente normal. Y ahora, tenía que decirle. No podía seguir con esto sola.

Decidí que hablaría con Frederick al día siguiente. No había forma de evitarlo más. Él tenía que saberlo, y juntos tendríamos que decidir qué hacer. Sentía una mezcla de miedo y nervios. No tenía ni idea de cómo reaccionaría, pero intenté prepararme para lo peor.

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Al día siguiente en la oficina, Frederick estaba en una reunión, así que tuve que esperar. Cada minuto de esa espera se me hizo eterno. Cada vez que alguien pasaba por mi oficina o me preguntaba algo, mi mente estaba en otro lado. Mis manos seguían temblando, y mi estómago era un nudo de nervios.

Finalmente, lo vi salir de la sala de juntas. Aproveché el momento y me acerqué a él.

—Frederick, ¿tienes un minuto? Necesito hablar contigo.

Su expresión era neutral, pero asentía de manera cortante. Me hizo una seña para que lo siguiera a su oficina, y cerró la puerta detrás de nosotros. Me senté frente a su escritorio, intentando mantener la calma mientras mis manos sudaban.

—¿De qué quieres hablar? —Preguntó en un tono que no revelaba nada, como si fuera cualquier otra conversación de trabajo.

Tomé aire profundamente. Este era el momento. No había vuelta atrás.

—Estoy... estoy embarazada, Frederick.

Hubo un momento de absoluto silencio. Un segundo, dos, tres... El tiempo pareció congelarse en esa sala mientras la expresión de Frederick cambiaba lentamente. Primero fue la sorpresa, luego incredulidad, y finalmente, algo mucho más oscuro. Su mandíbula se tensó y sus ojos se endurecieron.

—¿Qué? —Su voz era baja, pero el tono era frío. Más frío de lo que jamás lo había escuchado.

—Lo descubrí ayer. —Tragué saliva, intentando mantener mi compostura—. No sé qué hacer, pero pensé que lo correcto era decírtelo. Esto nos concierne a los dos.

Él se levantó lentamente de su silla y comenzó a caminar de un lado a otro de la oficina. La tensión en el ambiente era palpable. Cada movimiento suyo era rígido, lleno de una ira contenida que me asustaba.

—¿Cómo permitiste que esto sucediera, Mackenzie? —dijo finalmente, deteniéndose frente a mí. Sus palabras fueron un golpe, duras, llenas de recriminación.

Mis ojos se abrieron con sorpresa. ¿Cómo podía preguntarme eso? Ambos éramos responsables. Ambos habíamos estado en esa situación, y ambos sabíamos las consecuencias posibles. Pero su reacción era completamente diferente a lo que había imaginado.

—¿Cómo lo permití? —Respondí, sintiendo que mi propia ira comenzaba a surgir—. ¡Frederick, esto no es algo que planeé! Ambos estuvimos en esa noche, ambos lo hicimos, y ahora esto es una realidad. No puedes culparme solo a mí.

Frederick me miró con frialdad, su expresión impenetrable. Era como si estuviera cerrando todas las puertas que alguna vez había dejado entreabiertas entre nosotros.

—Esto no puede estar pasando, Mackenzie —dijo finalmente, volviendo a su tono distante y controlado—. No es lo que quiero. No es lo que esperábamos.

Cada palabra suya era como un golpe. Lo miré fijamente, esperando ver alguna señal de comprensión, alguna chispa de la persona con la que había compartido momentos de verdadera conexión. Pero lo único que veía era un hombre protegiéndose, cerrándose de nuevo detrás de una pared impenetrable.

—¿Y qué sugieres que haga, Frederick? —Pregunté, mi voz temblorosa, pero aún manteniéndome firme—. Porque no puedo hacer que esto desaparezca. Estoy embarazada. Esto es real.

Él apartó la mirada, frotándose la sien como si tuviera un dolor de cabeza insoportable. No me miraba a los ojos. Era como si estuviera buscando una salida, una solución que no lo involucrara.

—Necesito tiempo para pensar —dijo finalmente, su tono frío, casi mecánico—. No puedo lidiar con esto ahora. No puedo pensar en esto... con todo lo que está pasando en la empresa y con los niños.

—¡No puedes simplemente ignorarlo, Frederick! —Levanté la voz, mi frustración acumulada finalmente explotando—. No puedes desentenderte de esta situación como si no fuera importante. Como si no fuera tu problema.

Frederick se volvió hacia mí, con los ojos fríos y la expresión dura.

—No te desentiendas tú, Mackenzie. Esto es tu responsabilidad también. Pero en este momento, no puedo. No puedo con esto. Si quieres seguir adelante... hazlo. Pero no cuentes conmigo.

Sus palabras me golpearon como un balde de agua fría. No podía creer lo que estaba escuchando. Se sentía como si me hubieran arrancado el corazón del pecho. Me levanté lentamente, mi cuerpo temblando, pero no dejé que él viera las lágrimas que amenazaban con caer.

—De acuerdo, Frederick —dije en voz baja—. Si eso es lo que quieres, entonces lo haré sola.

Y sin decir una palabra más, salí de su oficina, sintiendo cómo el peso de su rechazo se cernía sobre mí.

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SORPRESA!
Se viene cuarto bebé Montgomery, pero Frederick no está nada feliz..... veamos si esto cambia..... intenten entender a Frederick pero yo apoyo a Mackenzie, aunque ame con mi vida a Frederick! Denle apoyo y síganme en mis redes sociales!
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