Un Nuevo Capitulo
MackenzieMiraba el anillo en mi dedo, la luz suave de la mañana haciendo que los diamantes destellaran con un brillo casi etéreo. Nunca había sido de las que soñaban con una boda perfecta o un príncipe azul, pero aquí estaba, con un anillo de compromiso de Cartier en la mano, y un futuro completamente nuevo ante mí. Frederick había sido directo, como siempre, en su propuesta. No hubo palabras melosas ni gestos exagerados, pero eso estaba bien. Yo no necesitaba eso de él. Lo que necesitaba, lo que siempre había necesitado, era la certeza de que él estaba comprometido con nosotros, con nuestra familia.
Me recosté en la cama, abrazando la almohada mientras los primeros rayos de sol entraban por las cortinas entreabiertas. Recordé la cena de la noche anterior, la manera en que Frederick, con su usual frialdad exterior, había intentado hacer algo especial, algo que no era fácil para él. La reserva en el restaurante, la mesa con las flores y velas... Había sido perfecto a su manera.
Pero lo que más me sorprendió fue el anillo. No por su valor material, sino por lo que representaba. Frederick no era un hombre que hiciera cosas a la ligera. Cada decisión, cada movimiento estaba calculado. Si me había pedido que fuera su esposa, significaba que estaba dispuesto a hacer un esfuerzo real, a compartir su vida conmigo y con nuestra hija.
Suspiré, dejando que mis pensamientos vagaran. La realidad de lo que estaba por venir empezaba a asentarse en mi mente. No solo sería la madre de April, sino también la esposa de Frederick y la "madrastra" de sus tres hijos. Aunque ya tenía una relación cercana con William, James y Emily, había algo diferente en saber que pronto compartiríamos, una vida.
"Una vida juntos," pensé, con una mezcla de emoción y aprensión.
Decidí que no podía pasar la mañana dándole vueltas al asunto. Había mucho que hacer. Con el anillo en mi dedo, sentí que el siguiente paso lógico era comenzar a prepararnos para este nuevo capítulo.
Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina, donde encontré a Frederick ya despierto, leyendo algunos papeles en la mesa mientras tomaba su café matutino. Me sorprendió verlo así, tan temprano, pero al mismo tiempo me dio una sensación de calidez. Esta escena cotidiana, él con su café, la casa en silencio... era un vistazo al tipo de vida que podríamos tener juntos.
—Buenos días —dije suavemente, acercándome para tomar una taza de café.
—Buenos días —respondió, levantando la vista de sus papeles para mirarme.
Sus ojos se posaron en mi mano, en el anillo que ahora adornaba mi dedo, y noté una pequeña sonrisa, casi imperceptible, en sus labios. Era raro verlo así, pero me alegró que él también sintiera la importancia de lo que había sucedido anoche.
Me serví una taza de café y me senté frente a él, tomando un sorbo mientras trataba de organizar mis pensamientos. Sabía que era el momento de hablar sobre los próximos pasos, sobre cómo integraríamos nuestras vidas de manera más formal.
—He estado pensando... —comencé, mirando mi taza de café—. Para mudarnos a la nueva casa hay mucho que organizar.
Frederick asintió, dejando sus papeles a un lado.
—Ya he hablado con un par de personas. Quiero que esto se haga rápido y sin contratiempos. No quiero que estés bajo más estrés del necesario, especialmente con la bebé.
La manera en que lo dijo, tan práctica y sin rodeos, me hizo sonreír. Esa era su forma de cuidar de mí, de cuidar de nosotros.
—Eso suena bien —dije, tomando otro sorbo de café—. Pero también quiero asegurarme de que los niños estén cómodos con todo esto. Ser tu esposa es un gran cambio imagínate también con una nueva casa, y no quiero que se sientan desplazados.
Frederick asintió de nuevo, su rostro serio.
—Los niños te adoran, Mackenzie. Emily ya te llama "mamá". Estoy seguro de que se adaptarán, pero podemos tomar todas las medidas necesarias para hacer que la transición sea lo más fácil posible para ellos.
Sonreí, recordando el momento en que Emily me llamó "mamá" por primera vez. Fue un momento tan dulce y agridulce a la vez. Sabía que nunca podría reemplazar a su madre biológica, pero estaba feliz de que la pequeña sintiera que podía contar conmigo de esa manera.
—Quiero asegurarme de que su habitación esté perfecta antes de que nos mudemos —dije, con una determinación renovada—. Y también quiero preparar el cuarto de April. Tenemos que empezar a pensar en los detalles.
—He pensado en eso también —dijo Frederick, levantándose para buscar un documento en su maletín—. Aquí tienes algunos planos. Quiero que diseñes las habitaciones como creas conveniente. Este es tu campo, Mackenzie. Confío en ti.
Tomé los papeles que me ofrecía y los revisé. Eran planos detallados de la casa, con un enfoque particular en las áreas que habíamos discutido. La habitación de Emily estaba situada junto a la de April, y la de los niños mayores estaba en la misma ala de la casa.
—Es perfecto —murmuré, emocionada por la oportunidad de poner mi toque personal en nuestro hogar—. Haré que se sientan como en casa.
Frederick asintió, satisfecho con mi respuesta.
—Quiero que esto funcione, Mackenzie. No solo por nosotros, sino por los niños. Esta es una gran oportunidad para todos.
Lo miré, viendo la seriedad en su expresión. Sabía que Frederick no tomaba decisiones a la ligera, y su compromiso con nuestra familia me hizo sentir más segura de lo que estábamos construyendo juntos.
Pasamos el resto de la mañana discutiendo detalles de la renovación, el trabajo y cómo manejaríamos la logística de todo. Era extraño cómo, a pesar de los grandes cambios que se avecinaban, todo parecía encajar de manera natural. Como si este fuera el curso que nuestras vidas siempre debieron tomar.
Antes de que nos diéramos cuenta, el tiempo había pasado y Frederick se preparaba para ir a la oficina. Me acerqué a él, colocando mi mano en su brazo.
—¿Sabes? No siempre soy buena expresando cómo me siento, pero quiero que sepas que estoy feliz por todo esto —dije sinceramente.
Frederick me miró, asintiendo ligeramente.
—Yo también, Mackenzie. Y aunque no lo diga con frecuencia, quiero que sepas que estoy comprometido con nosotros, con nuestra familia. Haré lo que sea necesario para asegurarlo.
Sus palabras, aunque escuetas, fueron suficientes para mí. No necesitaba grandes declaraciones, solo su sinceridad. Y eso era lo que me ofrecía.
Cuando se fue, me quedé en la cocina un momento más, terminando mi café. Luego, me dirigí a nuestro dormitorio y comencé a revisar los planos con más detalle. Había mucho trabajo por delante, pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que estábamos construyendo algo sólido, algo duradero.
Con una sonrisa en los labios, me dediqué a planificar cada detalle, cada rincón de nuestro nuevo hogar. Estaba emocionada por lo que vendría, y sabía que, aunque el camino no siempre sería fácil, valdría la pena.
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Building dreams
Teen FictionFrederick Montgomery es el dueño de las empresas más prestigiosas del mundo, un hombre de carácter implacable y presencia dominante. Arrogante, frío y calculador, siempre ha puesto los negocios por encima de todo, incluso de su familia. Viudo y padr...