La Necesidad de Volver
MackenzieMe desperté con el suave llanto de April, señal de que la bebé estaba lista para su primera alimentación del día. La tenue luz del amanecer se filtraba por las cortinas, y el calor del cuerpo de Frederick junto al mío me daba una sensación de seguridad que aún me sorprendía. Pero a pesar de ese confort, sentía una punzada de inquietud en mi interior. Era una mezcla de emociones que llevaba acumulándose desde hacía semanas, algo que no podía ignorar más tiempo.
April seguía lloriqueando mientras intentaba acomodarla en mis brazos para amamantarla. Su carita se iluminó al encontrar el pecho, y yo sentí ese familiar tirón en mi corazón. Amaba a mi hija, a mis hijos, a esta familia que habíamos construido juntos. Pero también sabía que una parte de mí anhelaba algo más, algo que había dejado de lado temporalmente: mi carrera, mi trabajo, mi pasión.
Mientras April se alimentaba, miré a Frederick, quien aún dormía profundamente. Sus facciones relajadas me recordaban el hombre fuerte y protector que había aprendido a amar, aunque nuestras personalidades fueran tan diferentes. Era en estos momentos de quietud cuando me daba cuenta de cuánto habíamos crecido juntos. Pero también sabía que, aunque amaba estar aquí, había una parte de mí que no podía dejar de pensar en los planos, en las estructuras, en los proyectos que había dejado en suspenso.
Cuando April terminó de comer, la acomodé en su cuna y me levanté con cuidado para no despertar a Frederick. Tenía un día completo por delante, uno que, aunque lleno de amor y responsabilidad, me dejaba sintiendo un vacío en lo profesional.
Bajé a la cocina en silencio, donde encontré a Emily ya despierta, jugando con sus bloques de construcción en la mesa del comedor. Al verme, dejó sus juguetes y corrió hacia mí con una sonrisa en el rostro.
—¡Mami! —exclamó, aferrándose a mis piernas.
Todavía me sorprendía cuando Emily me llamaba "mami". Había sido algo que había surgido naturalmente, dado que ella era tan pequeña cuando me conoció y su madre biológica había muerto. Pero en ese instante, al escucharla, sentí una mezcla de felicidad y presión. Sabía que había asumido un papel crucial en la vida de estos niños, y no quería fallarles.
Me agaché para abrazarla y le di un beso en la frente.
—Buenos días, mi amor. ¿Dormiste bien?
Emily asintió con entusiasmo, sus rizos castaños rebotando con cada movimiento de su cabeza.
—Sí, mami. ¿Puedo ayudarte a hacer el desayuno?
Sonreí, sintiendo una calidez en el pecho.
—Claro que sí, pero primero vamos a esperar a que se despierten tus hermanos, ¿de acuerdo?
Mientras preparábamos la mesa para el desayuno, mi mente seguía volviendo al trabajo. Sabía que había mucho que hacer, tanto en casa como en la oficina, y la realidad era que extrañaba la emoción de un nuevo proyecto, la adrenalina de ver cómo mis ideas tomaban forma. Había puesto tanto de mí misma en mi carrera que era difícil desconectarme por completo, incluso en los momentos más tranquilos.
Frederick bajó unos minutos más tarde, cargando a April en sus brazos. Sus ojos se iluminaron al vernos, y se acercó para besarme suavemente en los labios antes de dejar a la bebé en su Moisés.
—Buenos días —dijo con su tono bajo y calmado, acariciando mi espalda mientras se dirigía a la cafetera—. ¿Cómo está mi chica hoy?
—Estamos bien —respondí, pero mi mente seguía vagando por otros pensamientos.
Frederick se dio cuenta de mi distracción, como siempre lo hacía, y se detuvo para mirarme con preocupación.
—¿Está todo bien, Mackenzie? Te noto un poco... ausente.
Tomé aire, sabiendo que no podía seguir ignorando lo que sentía.
—Frederick, creo que necesito volver al trabajo —admití, las palabras saliendo de mi boca antes de poder frenarlas—. Amo estar aquí con los niños, contigo y con April, pero... extraño mi trabajo, la arquitectura, todo lo que construimos juntos.
Frederick asintió lentamente, procesando lo que le decía.
—Lo entiendo, Kenzie. Sé cuánto amas tu carrera, y no quiero que sientas que tienes que sacrificarla. Podemos encontrar una forma de manejarlo todo, de equilibrar nuestras vidas.
Sentí una oleada de alivio ante sus palabras, pero también sabía que no sería fácil. Con tres niños pequeños y un bebé recién nacido, la logística sería complicada, pero si alguien podía hacerlo funcionar, éramos nosotros.
—Gracias, Frederick —dije, sintiendo una renovada determinación—. No quiero perderme nada de la vida de nuestros hijos, pero tampoco quiero perderme a mí misma en el proceso.
Frederick me rodeó con sus brazos, atrayéndome hacia él.
—Y no lo harás. Vamos a encontrar una manera de que puedas hacer ambas cosas. Tal vez podrías volver al trabajo de manera parcial, y luego aumentar gradualmente las horas. Y, por supuesto, siempre podemos contar con ayuda adicional en casa.
Asentí, sabiendo que tenía razón. Podríamos contratar a alguien para ayudarnos con los niños mientras yo estaba en la oficina, y con el apoyo de Frederick, todo parecía más posible.
Ese mismo día, después del desayuno y de dejar a los niños ocupados con sus actividades, me senté con Frederick para planificar mi regreso al trabajo. Discutimos la posibilidad de delegar algunas tareas a otros miembros del equipo, lo que me permitiría concentrarme en los aspectos más creativos de los proyectos sin sentirme abrumada.
April dormía en su cuna cercana mientras planeábamos, y cada vez que la miraba, me sentía más decidida a hacer esto funcionar. Quería ser un ejemplo para mi hija, mostrarle que una mujer podía ser tanto una madre dedicada como una profesional exitosa.
Decidimos que comenzaría a trabajar medio tiempo, y que Frederick y yo haríamos un esfuerzo consciente para equilibrar nuestras responsabilidades en casa. Sabía que él también tenía una carga de trabajo considerable, pero estaba dispuesto a ajustarse para que yo pudiera encontrar mi lugar nuevamente.
Al día siguiente, me vestí con un traje cómodo pero profesional, algo que había echado de menos desde que estaba de baja por maternidad. Al verme al espejo, con April en brazos, sentí una mezcla de emoción y ansiedad. Sabía que volver al trabajo sería un desafío, pero estaba lista para enfrentarlo.
Frederick me acompañó a la oficina, y mientras caminábamos juntos hacia la entrada, con April en su portabebés y Emily aferrada a mi mano, sentí una extraña pero satisfactoria sensación de equilibrio. Estaba empezando una nueva etapa, una en la que no tendría que elegir entre ser madre o profesional, porque iba a ser ambas cosas.
Una vez en la oficina, me reuní con mi equipo, quienes me recibieron con entusiasmo. Fue como si nunca me hubiera ido, y me sentí agradecida por el apoyo de todos. Frederick se quedó en su oficina, pero sabía que estaba disponible si lo necesitaba.
Cuando el día llegó a su fin, me sentí agotada pero feliz. Había vuelto a hacer lo que amaba, sin dejar de lado a los que más amaba. Sabía que no sería fácil, que habría días difíciles y momentos en los que me sentiría dividida. Pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba en el camino correcto.
Regresé a casa con los niños, y al ver a Frederick esperándonos en la puerta, con una sonrisa en el rostro, supe que, con su apoyo, todo era posible. Mi trabajo, mi familia, y el futuro que estábamos construyendo juntos.
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Building dreams
JugendliteraturFrederick Montgomery es el dueño de las empresas más prestigiosas del mundo, un hombre de carácter implacable y presencia dominante. Arrogante, frío y calculador, siempre ha puesto los negocios por encima de todo, incluso de su familia. Viudo y padr...