Capitulo 17

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Lo Inesperado
Mackenzie

No había planeado nada de esto. Después de un día agotador en la oficina, mi idea original era salir a cenar con Sarah, despejarme y disfrutar de una conversación ligera, tal vez con unas copas de vino y muchas risas. Nada complicado, nada que tuviera que ver con la oficina, ni con Frederick. Pero aquí estábamos. Sentados en la misma mesa. Con Frederick.

—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que logré articular cuando lo vi acercarse.

Lo miré mientras respondía de manera casual, mencionando que su amigo Emett lo había convencido de salir. Su voz, profunda y calmada, era familiar, pero su presencia en este contexto se sentía extraña. Ver a Frederick fuera del entorno de trabajo, fuera de su habitual traje impecable, me desconcertaba un poco. Incluso su postura parecía menos rígida, más relajada. Su camisa era más informal, pero aún mantenía ese aire de sofisticación que lo caracterizaba. Aun así, nunca lo había visto tan... humano.

Mientras Frederick y yo intercambiábamos palabras sobre lo inesperado del encuentro, Sarah ya había empezado a conversar con Emett. Los observé por el rabillo del ojo, cómo su charla animada fluía con naturalidad. Sarah siempre fue más abierta, más sociable que yo, y se notaba que Emett estaba disfrutando de su compañía.

Por otro lado, me encontraba ahí, frente a Frederick, y algo en su mirada me hacía sentir inquieta. No era incómodo, pero tampoco era la dinámica a la que estaba acostumbrada con él. Me daba cuenta de que era la primera vez que estábamos frente a frente sin que el trabajo fuera el único tema que nos uniera. Y, como era de esperar, lo primero que él mencionó fue precisamente eso: el trabajo.

—¿Todo bien en la oficina? —preguntó, con su tono formal de siempre.

Solté una risa suave, casi instintiva. No pude evitarlo.

—¿En serio? —le respondí—. ¿Vas a hablarme de la oficina justo ahora?

Frederick sonrió, y aunque su expresión siempre era controlada, pude ver algo diferente en sus ojos. Relajado, casi divertido. Como si se diera cuenta de lo fuera de lugar que era su comentario en ese momento.

—Es lo único que sabemos hacer —replicó, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—Tal vez deberías intentarlo más seguido, salir, digo —le dije, levantando una ceja—. Te sorprenderías de lo que te estás perdiendo.

No sabía por qué había dicho eso, pero sentía que, de alguna manera, era necesario. Frederick siempre había sido un hombre atrapado en su mundo, en su trabajo, y rara vez se permitía algo fuera de su rutina. Pero viéndolo allí, bajo las luces suaves del restaurante, me pregunté si tal vez había algo más que el hombre rígido y controlador que conocía en la oficina.

—Te ves bien esta noche —dijo de repente, interrumpiendo mis pensamientos.

Lo miré, sorprendida. Frederick no era el tipo de hombre que soltaba cumplidos con facilidad. De hecho, esa era la primera vez que me decía algo así. Al principio, no supe cómo reaccionar. Me sentí vulnerable, expuesta de una manera que no esperaba. Pero, al mismo tiempo, no pude evitar sentirme halagada.

—Gracias —respondí, tratando de mantener la compostura—. No estoy acostumbrada a escuchar ese tipo de cosas de ti.

Frederick sonrió, pero no fue una sonrisa forzada ni de cortesía. Parecía auténtica.

—No soy muy bueno en eso —dijo, encogiéndose de hombros—. Pero lo digo en serio.

Una corriente de electricidad recorrió mi cuerpo en ese instante, como si esas palabras hubieran roto alguna barrera invisible entre nosotros. Siempre había visto a Frederick como ese hombre inalcanzable, intocable, completamente fuera de mi órbita. Pero en ese momento, sentado frente a mí, parecía casi... accesible. No supe qué decir a continuación, y por un segundo, el silencio nos envolvió.

Antes de que pudiera pensar demasiado en lo que estaba sucediendo, Emett y Sarah anunciaron que se irían a la barra a tomar unas copas. Los observé marcharse, sorprendida por lo rápido que conectaron. No pude evitar sonreír. Sarah siempre había sido la más extrovertida de las dos, y parecía que Emett había captado esa energía de inmediato.

Cuando ellos se fueron, quedamos solos, Frederick y yo. Lo observé por un momento, insegura de lo que debía hacer o decir. Me sentí expuesta de una manera extraña, como si la formalidad de la oficina se hubiera desvanecido y quedáramos solo nosotros, sin máscaras ni jerarquías.

—Puedes sentarte —le dije, rompiendo el silencio—. No muerdo.

Frederick rió, y su risa me sorprendió. No lo había escuchado reír así antes. Era suave, genuina.

Se sentó frente a mí, y por primera vez, nuestras miradas se encontraron sin la barrera del trabajo de por medio. Sentí una conexión extraña, algo que no había sentido antes con él. No sabía si era el ambiente del restaurante, las luces cálidas, o el hecho de que estábamos fuera de nuestro contexto habitual, pero había algo diferente en el aire.

—No esperaba encontrarte aquí —dije finalmente, tratando de relajarme.

—Tampoco yo —respondió él, mirándome de una manera que casi me hizo sentir incómoda, pero de una buena manera—. Pero supongo que a veces las coincidencias suceden por una razón.

Había algo en su tono que me hizo pensar que estaba insinuando más de lo que decía. Decidí no profundizar en eso. Después de todo, Frederick no era el tipo de hombre que mostraba sus cartas fácilmente.

—¿Y qué tal te va con los niños? —pregunté, cambiando el tema. Había visto cómo Frederick había comenzado a pasar más tiempo con ellos, y la forma en que James, William y Emily parecían adorar a su padre me había tocado de una manera que no esperaba.

Los ojos de Frederick se suavizaron cuando mencioné a sus hijos, y su expresión cambió. Casi se transformó en otra persona.

—Mejor de lo que esperaba —dijo, con una sonrisa tenue—. Han estado más cercanos últimamente, y yo he intentado estar más presente. Aún me siento torpe con ellos a veces, pero estoy aprendiendo.

Asentí, notando la sinceridad en su voz. Los niños lo adoraban, eso era obvio. Y aunque Frederick no siempre mostraba su lado más cálido en la oficina, ver cómo interactuaba con ellos me había hecho verlo con otros ojos.

—Son buenos chicos —añadí—. Especialmente Emily, es adorable.

Frederick sonrió de nuevo, y por un momento, vi algo parecido al orgullo en su expresión.

—Sí, lo es —dijo, y pude ver el brillo en sus ojos cuando hablaba de su hija—. Ella tiene una forma especial de hacerme olvidar todo lo demás.

La conversación continuó fluyendo, y a medida que avanzaba, sentí que algo había cambiado entre nosotros. No era solo el ambiente ni la coincidencia de encontrarnos fuera del trabajo. Era como si esa noche hubiera abierto una puerta, una posibilidad que no había considerado antes.

No sabía lo que significaba, pero sabía que ya no podía ver a Frederick de la misma manera. Algo había comenzado a cambiar, y aunque no estaba segura de qué era exactamente, una parte de mí no podía esperar para descubrirlo.

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Hola hola!
Ahora les subo la "segunda parte" ya que está muy interesante! Los amo! Denle apoyo y síganme en mis redes sociales!
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