Capitulo 60

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Celos y más celos
Mackenzie

Desde que regresé al trabajo con April, la rutina en nuestra casa había cambiado considerablemente. Estaba acostumbrándome a manejar mis responsabilidades profesionales y las necesidades de una bebé al mismo tiempo, pero no esperaba que algo más estuviera gestándose bajo la superficie: los celos de Emily.

Emily siempre había sido una niña dulce, curiosa y afectuosa. Desde el primer día que la conocí, sentí una conexión especial con ella. Tenía esa manera encantadora de envolver su pequeña mano alrededor de mis dedos y mirarme como si fuera su mundo entero. Y en cierto sentido, lo fui, o al menos eso es lo que creo ella sintió cuando llegué a sus vidas.

Sin embargo, desde que April llegó, noté pequeños cambios en su comportamiento. Al principio, eran gestos sutiles, casi imperceptibles. Emily, quien solía ser la primera en correr a mis brazos cuando llegaba a casa, comenzó a acercarse a mí con más cautela. A veces, se quedaba observándome desde la distancia mientras amamantaba a April, con una expresión que no lograba descifrar.

Era fácil pasar por alto estos pequeños detalles en medio del caos cotidiano, pero pronto se hicieron más evidentes. Las noches, que antes eran tranquilas y llenas de risas, se transformaron en momentos tensos. Emily, quien solía quedarse dormida rápidamente después de una historia contada por Frederick, empezó a tener dificultades para conciliar el sueño. A menudo, la encontraba levantada en su cuna, mirándome con esos grandes ojos azules llenos de preguntas.

Una tarde, después de un largo día en la oficina, llegué a casa agotada, pero decidida a pasar un tiempo de calidad con los niños. Frederick aún no había llegado, y pensé que sería la oportunidad perfecta para conectar con Emily, James, y William, especialmente con Emily, que parecía necesitar más atención.

—Emily, ven aquí, cariño —la llamé desde el sofá mientras la pequeña jugaba con sus bloques de construcción en la alfombra.

Ella levantó la cabeza, dudando un momento antes de dejar lo que estaba haciendo para acercarse a mí. Me di cuenta de que sus pasos eran más lentos de lo habitual, como si no estuviera segura de si quería venir o no. La levanté y la senté en mi regazo, algo que solía hacerle tanta ilusión. Pero en lugar de abrazarme como siempre, se quedó rígida, observando a Ava, que dormía tranquilamente en su cuna.

—¿Cómo ha estado tu día, Emily? —le pregunté suavemente, acariciando su cabello. Sentí que se relajaba un poco, pero su mirada seguía fija en su hermana menor.

—¿Puedo jugar contigo? —preguntó en voz baja, sin apartar los ojos de April.

—Claro que sí, podemos jugar juntas. ¿Quieres hacer un dibujo? —sugerí, tratando de animarla.

Asintió, pero antes de que pudiera bajarla al suelo, Emily soltó una pregunta que me tomó por sorpresa.

—¿Por qué April siempre está contigo, mamá?

El uso de la palabra "mamá" me llenó de un sentimiento cálido como siempre lo hacía, pero también me hizo darme cuenta de lo que realmente estaba pasando. Los celos que Emily sentía hacia April no eran solo por el tiempo que pasaba con ella, sino también por el lugar que April parecía ocupar en mi vida, un lugar que Emily quizás temía perder.

—April es muy pequeñita todavía, y necesita que la cuide mucho —le expliqué con suavidad—, pero tú también eres muy importante para mí, Emily. Te quiero mucho, y siempre estaré aquí para ti.

Emily pareció considerar mis palabras, pero no estaba del todo convencida. Me levanté del sofá con ella en brazos y la llevé a la mesa donde teníamos los crayones y las hojas de papel. La coloqué en una silla y me senté a su lado, tratando de enfocarme solo en ella por un momento.

—¿Qué te gustaría dibujar? —le pregunté, entregándole un crayón azul.

—Quiero dibujar una familia —respondió.

—Eso suena genial. Vamos a dibujar a toda nuestra familia —la alenté.

Comenzamos a dibujar, y mientras lo hacíamos, traté de hablarle sobre lo especial que era para mí. Pero noté que su dibujo era diferente de lo que esperaba. En lugar de dibujar a toda la familia junta, Emily dibujó a Frederick y a mí con April en el centro, y a ella misma y a sus hermanos a un lado, como si estuvieran separados. Ver eso me rompió el corazón.

—Emily, cariño, somos una familia, todos juntos —le dije, señalando su dibujo—. Tú, James, William, papá, April y yo. Todos somos parte de esto.

Emily bajó la cabeza y se quedó en silencio por un momento, antes de mirar su dibujo y añadir un trazo que unía a las dos partes de la familia. Pero en lugar de hacerlo con un color brillante, lo hizo con un color oscuro, casi triste.

La abracé con fuerza, sintiendo su pequeño cuerpo temblar ligeramente en mis brazos.

—Emily, siempre serás mi niña especial —le susurré—. Nunca pienses que porque April está aquí, te quiero menos. Los quiero a todos igual, de una manera diferente pero igual de fuerte.

Emily me miró con sus ojos grandes y, por primera vez, vi que empezaba a comprender, aunque los celos no desaparecerían de la noche a la mañana. Ella simplemente necesitaba tiempo, atención y asegurarse de que su lugar en la familia era inamovible.

Frederick llegó a casa poco después, y al verlo, Emily corrió hacia él, buscando el refugio y la seguridad que solo su padre podía darle en ese momento. Él la levantó en brazos, sin notar de inmediato la tensión que había estado sintiendo. Sin embargo, cuando me vio, sus ojos se encontraron con los míos, llenos de preguntas. Le expliqué brevemente lo que había pasado, y él asintió, abrazando a Emily con más fuerza, asegurándole su lugar en su corazón también.

Esa noche, después de que los niños se durmieron, Frederick y yo hablamos sobre lo que podíamos hacer para ayudar a Emily a sentirse más segura. Decidimos que pasaríamos más tiempo uno a uno con ella, haciendo cosas que le gustaban, y asegurándonos de que entendiera que el amor no se dividía, sino que se multiplicaba.

Al día siguiente, cuando llevé a April a la oficina, Emily vino corriendo a despedirse de mí. Esta vez, me abrazó más fuerte, y aunque su expresión seguía mostrando un poco de inseguridad, me di cuenta de que estaba dispuesta a intentar aceptar a su nueva hermanita. Era un proceso lento, pero cada día era un paso hacia adelante.

Sabía que sería un camino largo y que habría altibajos, pero estaba decidida a hacer lo necesario para que Emily, y todos los niños, se sintieran amados y seguros en nuestra creciente familia.

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Mi pequeñita....
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