Capitulo 68

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Un Sueño en Marcha
Mackenzie

Desde que acepté la propuesta de Frederick, una mezcla de emociones se había apoderado de mí. Había momentos en los que me sentía en la cima del mundo, imaginando cómo sería nuestra vida como una familia oficialmente unida. Pero luego había otros momentos en los que el estrés y la presión de organizar una boda, cuidar de los niños y gestionar el proyecto en el que estábamos trabajando me hacían sentir como si estuviera a punto de desmoronarme.

Sin embargo, sabía que no podía hacerlo sola, y mucho menos con todo lo que estaba en juego. Por eso, una mañana, mientras Frederick se encargaba de los niños para que pudiera tener un poco de tiempo para mí, tomé la decisión de hacer una llamada importante.

Había oído hablar de ella en círculos exclusivos de la alta sociedad y en revistas de bodas: Genevieve Dupont, la wedding planner más reconocida y cotizada del mundo. Su nombre era sinónimo de perfección, elegancia y, sobre todo, de eventos que dejaban a todos sin aliento. Si alguien podía ayudarme a convertir mis sueños en realidad, era ella.

Respiré hondo y marqué el número de su oficina, sintiendo una pequeña punzada de nerviosismo en el estómago. La idea de delegar tanto control en alguien más era aterradora, pero sabía que era lo correcto. Después de unos cuantos tonos, una voz suave pero profesional contestó al otro lado de la línea.

—Bonjour, vous avez atteint l'agence de Genevieve Dupont. Comment puis-je vous aider aujourd'hui?

"Hola, has contactado con la agencia de Genevieve Dupont. ¿Cómo puedo ayudarte hoy?"

Tragué saliva antes de responder en mi mejor francés, algo oxidado pero todavía funcional.
—Bonjour, je m'appelle Mackenzie, et je voudrais parler à Mademoiselle Dupont à propos de l'organisation de mon mariage.

"Hola, mi nombre es Mackenzie y me gustaría hablar con la señorita Dupont sobre la planificación de mi boda."

La asistente me pidió que esperara un momento, y después de lo que parecieron eternos segundos, la voz de la mismísima Genevieve sonó al otro lado de la línea. Su tono era cálido, pero directo, y enseguida me sentí en confianza con ella.

—Mademoiselle Mackenzie, es un placer hablar con usted. He oído muchas cosas sobre usted y su prometido. ¿Cómo puedo ayudarles a crear el día de sus sueños?

Le expliqué brevemente mi situación: la falta de tiempo, la gran cantidad de responsabilidades que estaba manejando y mi deseo de que nuestra boda fuera un evento que tanto nosotros como nuestros hijos pudiéramos recordar para siempre. Genevieve me escuchó con atención, y pude imaginarla tomando notas en su agenda, planeando ya cómo transformar mis ideas en realidad.

—Mackenzie,— dijo con una seguridad que me calmó de inmediato, —esto es lo que vamos a hacer. Quiero que te tomes un respiro y confíes en que me encargaré de todo. Vamos a hacer que esta boda sea espectacular, pero también reflejará quiénes sois como pareja y como familia. No te preocupes por los detalles, te mantendré informada en cada paso, pero mi objetivo es que disfrutes de este proceso tanto como disfrutarás del día de tu boda.

Asentí, aunque sabía que no podía verme. —Confío en ti, Genevieve. No tengo ninguna duda de que harás un trabajo increíble.

Pasamos la siguiente hora discutiendo detalles iniciales: el estilo que quería, los colores, el tipo de ceremonia, incluso el tipo de flores que me gustaban. Genevieve me hizo preguntas que ni siquiera había considerado, pero que claramente eran esenciales para ella. Su enfoque era meticuloso, y sentí un alivio abrumador al saber que alguien con tanto talento estaba a cargo.

Cuando finalmente colgamos, me quedé sentada por un momento, procesando todo lo que acabábamos de discutir. La boda ya no se sentía como una carga; se sentía como algo emocionante, una celebración que reflejaría todo lo que habíamos construido juntos.

Más tarde, esa misma tarde, Frederick regresó con los niños, quienes estaban emocionados después de haber pasado el día en el parque. Emily corrió hacia mí, abrazándome con sus pequeños brazos mientras James y William compartían sus aventuras. Frederick, por su parte, se acercó con una sonrisa cansada pero satisfecha.

—¿Cómo fue tu día?—me preguntó, colocando una mano en mi hombro mientras observaba la escena caótica pero alegre en nuestra sala de estar.

—Productivo,—respondí, sonriendo mientras besaba a Emily en la cabeza. —He hablado con Genevieve Dupont.

Frederick arqueó una ceja, claramente impresionado. —¿La Genevieve Dupont? La que organizó la boda del príncipe en Mónaco el año pasado?

Asentí, sintiendo un poco de orgullo al ver su reacción. —La misma. Va a encargarse de todo. Creo que realmente va a ser algo especial.

Él sonrió, esa sonrisa tranquila y segura que siempre lograba calmarme. —Sabía que encontrarías la manera de hacerlo perfecto, Kenzie.

Pasamos el resto de la tarde en familia, disfrutando de la compañía mutua. Los niños, especialmente Emily, estaban pegados a mí como de costumbre, pero me di cuenta de que hoy su energía no me abrumaba tanto como otras veces. Quizás era porque, por primera vez en semanas, sentía que tenía un plan y que todo estaba bajo control.

Antes de acostarnos, Frederick me abrazó en la cama, algo que solía hacer después de días largos y difíciles. Su abrazo era firme y protector, y aunque no era el hombre más expresivo, sabía que sus acciones hablaban más que las palabras.

—Gracias por hacer esto, Frederick,—le susurré mientras me acurrucaba en su pecho. —Sé que no siempre soy fácil de llevar, pero realmente aprecio que me apoyes en esto.

Él besó mi cabeza, su gesto simple pero lleno de significado. —Haremos que esto funcione, Kenzie. Siempre lo hacemos.

Cerré los ojos, dejándome llevar por el ritmo constante de su respiración. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí verdaderamente en paz. Genevieve estaba a cargo de la boda, Frederick y yo estábamos más unidos que nunca, y aunque los niños y el trabajo aún presentaban desafíos diarios, sabía que con él a mi lado, podía manejar cualquier cosa que viniera.

El sueño me alcanzó pronto, y en mis sueños, vi la boda perfecta que Genevieve y yo habíamos comenzado a planear: un día soleado, lleno de flores, risas y amor, donde todos los que más nos importaban estarían allí para celebrar con nosotros. Y en el centro de todo eso, estaba yo, de la mano con Frederick, comenzando nuestro nuevo capítulo como una familia completa.

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