Capitulo 46

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Una Nueva Rutina
Frederick

Desperté antes del amanecer, como solía hacer siempre. El peso de la responsabilidad me había entrenado para esto, para empezar mi día antes que el resto del mundo. Pero esta mañana, algo era diferente. La habitación estaba más cálida, más acogedora. Y la razón estaba justo a mi lado, con su cabello esparcido por la almohada y su cuerpo envuelto en las sábanas.

Miré a Mackenzie mientras dormía, y no pude evitar sentir una mezcla de emociones. Nunca había sido el tipo de hombre que se detenía a observar a alguien dormir. Siempre había considerado ese tipo de cosas como un lujo innecesario. Pero desde que Mackenzie había entrado en mi vida, y especialmente desde que había aceptado mudarse a mi casa, mi perspectiva había comenzado a cambiar, aunque lentamente.

Su embarazo era cada vez más evidente, y eso me hacía sentir una extraña combinación de orgullo y temor. Sería padre nuevamente, pero esta vez, con una mujer que estaba presente, una mujer que amaba y que, de alguna manera, me amaba a mí, pese a todas mis imperfecciones.

Acaricié suavemente su vientre, donde nuestro bebé crecía cada día. Estaba preocupado, claro. No era un hombre que manejara bien las incertidumbres, y este bebé representaba muchas. Pero también había algo más, algo que no podía ignorar: una creciente sensación de esperanza.

Mackenzie comenzó a moverse, despertándose poco a poco. Cuando abrió los ojos y me encontró mirándola, sonrió. Era una de esas sonrisas suaves, llenas de cariño, que solo ella sabía dar.

—Buenos días —murmuró, estirándose un poco antes de acurrucarse más cerca de mí.

—Buenos días —le respondí, sintiendo que la dureza en mi voz se suavizaba solo para ella.

Nos quedamos así por unos minutos, simplemente disfrutando del silencio y la cercanía del otro. Pero eventualmente, la realidad se impuso. Teníamos que empezar el día, y hoy, más que nunca, había mucho que hacer.

—Tenemos que levantarnos —dije finalmente, aunque no quería que este momento terminara.

Mackenzie asintió, aunque su expresión era un poco traviesa.

—¿Te imaginas cómo será cuando tengamos que manejar todo esto con un bebé recién nacido? —bromeó, aunque ambos sabíamos que no era solo una broma.

—Será un desafío —admití—. Pero lo lograremos.

Nos levantamos de la cama y comenzamos a prepararnos para el día. Mientras Mackenzie se vestía, noté cómo sus ropas empezaban a ajustarse más de lo normal. No era solo la hinchazón del embarazo; era la evidencia de una nueva vida que crecía dentro de ella.

—Necesitarás ropa nueva pronto —comenté, con un tono que intentaba ser casual.

Ella me miró, con una mezcla de agradecimiento y desafío.

—Lo sé, pero todavía me queda algo de tiempo antes de que todo me quede pequeño.

Asentí, aunque por dentro me preguntaba cuánto tiempo realmente tenía antes de que su cuerpo cambiara completamente. Me gustaba verla así, embarazada, aunque sabía que eso también traería desafíos.

Una vez que ambos estuvimos listos, bajamos para encontrar a los niños ya despiertos. Emily estaba sentada en su silla alta, mientras William y James jugaban con bloques de construcción en la sala.

—¡Papá! ¡Kenzie! —gritó James al vernos—. ¡Mira lo que construimos!

Se acercó corriendo para mostrarnos una especie de castillo hecho con bloques. Era impresionante para un niño de su edad.

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