Entre la Razón y el Corazón
MackenzieEl eco de las palabras de Frederick resonaba en mi cabeza mientras intentaba concentrarme en las tareas que tenía frente a mí. Pero, ¿cómo podía enfocarme en el trabajo cuando acababa de pasar por una montaña rusa de emociones? Había esperado frialdad de su parte, otra muralla más que tendría que escalar. En cambio, lo que había encontrado era...Posesividad. Una faceta de Frederick que nunca pensé ver.
Me quedé mirando la pantalla de mi computadora, donde aún estaba la imagen de la ecografía. Nuestro bebé. Mi bebé. El solo pensar en ello me llenaba de una calidez extraña y abrumadora a la vez. Nunca había imaginado que estaría en esta situación, menos aún en estas circunstancias. Y aunque todavía había miedo, especialmente en cuanto a lo que significaría tener a Frederick tan involucrado después de todo lo que habíamos pasado, una pequeña parte de mí se atrevía a sentir esperanza.
Cerré la ventana de la ecografía y dejé escapar un largo suspiro, intentando organizar mis pensamientos. Sabía que necesitaba tomar una decisión, pero la vida no se detiene para que resolvamos nuestras incertidumbres. Mis proyectos seguían en marcha, y había expectativas que cumplir, tanto en la empresa como en mi propia carrera. Por un momento, consideré la idea de tomarme un tiempo libre, de alejarme y aclarar mi mente, pero sabía que no sería tan sencillo.
Recogí mis cosas lentamente, sin prisa, intentando ganar tiempo para procesar lo que acababa de suceder. No podía simplemente volver a la rutina como si nada hubiera pasado, pero tampoco podía quedarme paralizada. Justo cuando estaba a punto de levantarme, una serie de golpes suaves en la puerta me sacó de mis pensamientos.
—¿Mackenzie? —La voz de Mary, otra asistente de Frederick, resonó del otro lado de la puerta—. Los niños de Frederick están aquí. Preguntaron si podían verte.
Me sorprendí al escuchar eso. No había esperado que los niños vinieran, y menos que quisieran verme. Sin embargo, había algo en la idea que me hizo sonreír. A pesar de la complejidad de mi relación con Frederick, siempre había sentido un cariño genuino por sus hijos. Eran adorables, y su inocencia era refrescante en medio de todo el caos que nos rodeaba.
—Por supuesto, Mary, dile que pasen —respondí, sintiendo una oleada de ternura ante la idea de verlos.
No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera y William, James, y Emily entraran en la oficina. Sus caritas estaban iluminadas por sonrisas entusiastas, y verlos así hizo que mi corazón se hinchara de afecto.
—¡Mackenzie! —exclamó James, corriendo hacia mí con una energía desbordante—. ¿Cómo estás? ¡Papá nos dejó venir a verte!
Me agaché para recibirlo, y cuando lo tuve cerca, lo envolví en un abrazo suave. La calidez de su pequeña figura contra la mía me recordó que, pase lo que pase, había vidas que serían afectadas por las decisiones que tomara.
—Estoy bien, James. ¿Y tú? —le pregunté, mientras lo soltaba y me volvía hacia William y Emily, quienes también se acercaron a darme abrazos.
—¡Estamos muy bien! —respondió William, con esa madurez que parecía siempre querer mostrar—. Papá dijo que podíamos quedarnos un rato. ¿Estás trabajando en algo importante?
Sonreí ante su interés genuino. William siempre había sido más reflexivo y responsable, casi como un pequeño adulto.
—Sí, un proyecto bastante grande. ¿Quieren ver? —les ofrecí, esperando que un poco de tiempo con ellos me ayudara a despejar la mente.
Los tres asintieron emocionados, y me acerqué a mi mesa para mostrarles algunos planos y bocetos que había estado trabajando. A medida que les explicaba lo que cada dibujo representaba, no podía evitar sentir una conexión más profunda con ellos. Quizás porque, en cierto modo, sabía que mi futuro podría estar inevitablemente ligado al suyo, y no solo porque fueran los hijos de Frederick.
Mientras observaban los planos con curiosidad, mi mirada se desvió involuntariamente hacia la puerta. No estaba segura de por qué lo hice, pero mi corazón dio un pequeño salto cuando vi a Frederick parado allí, observando la escena con una expresión que no pude descifrar de inmediato.
Había algo en su mirada que me hizo sentir expuesta, como si viera más allá de lo que yo misma era capaz de comprender. Sin embargo, no había en él ningún signo de desaprobación o duda. Al contrario, parecía... satisfecho. Quizás incluso un poco conmovido.
Cuando nuestros ojos se encontraron, él sonrió, una sonrisa suave y casi imperceptible, pero que no pasó desapercibida para mí. Sentí un calor extraño en mi pecho, algo que no había sentido en mucho tiempo, y me di cuenta de que esa sonrisa tenía un efecto en mí que no podía ignorar.
Finalmente, Frederick se acercó y se agachó para estar a la altura de los niños.
—Parece que están manteniendo a Mackenzie bastante ocupada, ¿eh? —dijo con un tono afectuoso que me sorprendió.
Emily, que había estado callada hasta ahora, asintió con entusiasmo.
—¡Mackenzie nos está mostrando su trabajo! Es muy bonito —exclamó, mirándome con esos grandes ojos azules que me derretían.
—Estoy seguro de que lo es —respondió Frederick, dándole un beso en la cabeza antes de mirar nuevamente hacia mí—. ¿Podemos hablar un momento, Mackenzie? A solas.
Sentí un nudo en la garganta al escuchar eso. Las palabras "a solas" me hicieron preguntarme si lo que habíamos hablado antes era solo el comienzo de algo más complicado, o si había algo nuevo que debía saber. Asentí lentamente, sin querer alarmar a los niños.
—Por supuesto —dije, tratando de mantener mi voz calmada—. Mary, ¿puedes venir y llevar a los niños a la sala de descanso por un momento? Solo será un ratito.
Mary entró casi de inmediato y, con su usual eficiencia, se llevó a los niños, quienes se despidieron de mí con abrazos rápidos antes de salir de la oficina. Me quedé sola con Frederick, el silencio entre nosotros lleno de posibilidades y tensiones no resueltas.
Él cerró la puerta suavemente, y luego se quedó parado cerca de ella, como si estuviera decidiendo cómo proceder. Yo, por mi parte, traté de preparar mi mente para lo que sea que viniera. Pero, antes de que pudiera decir algo, él habló.
—Mackenzie... —empezó, su voz baja y seria—. Lo que vi hoy, cuando entré aquí... —Pausó, buscando las palabras—. Me hizo darme cuenta de muchas cosas. Cosas que no había querido enfrentar antes.
Sentí que mi corazón empezaba a latir más rápido. Había algo en su tono que me indicaba que esto no era simplemente una conversación de trabajo, sino algo mucho más personal.
—¿De qué cosas hablas, Frederick? —pregunté, mi voz más suave de lo que había planeado.
Él se acercó un poco más, sus ojos nunca dejando los míos.
—De nosotros —dijo finalmente, la palabra cargada de un significado que no pude ignorar—. De lo que significamos el uno para el otro, y de lo que podría significar este bebé.
El aire en la habitación parecía volverse más denso, y por un momento, no supe cómo responder. Sentía una mezcla de alivio y miedo, como si finalmente estuviéramos tocando un tema que ambos habíamos estado evitando durante mucho tiempo.
Pero antes de que pudiera decir algo, Frederick dio un paso más cerca y tomó mi mano, su toque firme y cálido.
—Sé que he cometido errores, Mackenzie. Y no te estoy pidiendo que olvides lo que pasó. Pero sí estoy aquí, ahora, dispuesto a intentar hacer las cosas bien. No solo por este bebé, sino por nosotros.
Las palabras que había estado guardando durante tanto tiempo finalmente salieron a la superficie.
—Frederick, yo... —empecé, pero me di cuenta de que no sabía cómo continuar. Así que, en lugar de palabras, apreté su mano, esperando que eso transmitiera lo que no podía decir.
Nos quedamos así, en silencio, con la sensación de que, por primera vez en mucho tiempo, estábamos en la misma página. No había respuestas fáciles, y el camino por delante aún estaba lleno de incertidumbre. Pero en ese momento, con nuestras manos entrelazadas, sentí que quizás, solo quizás, podríamos enfrentar lo que fuera que viniera, juntos.
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Building dreams
Novela JuvenilFrederick Montgomery es el dueño de las empresas más prestigiosas del mundo, un hombre de carácter implacable y presencia dominante. Arrogante, frío y calculador, siempre ha puesto los negocios por encima de todo, incluso de su familia. Viudo y padr...