Las situaciones planeadas son frustrantes porque evitamos la espontaneidad, ¿dejarse llevar? No todas las veces es lo correcto.
Escribí en mi blog que ya tenía novio incluyendo todos los detalles.
Nos adaptábamos bien a nuestros horarios, yo sabía todo de él, dónde estaba, qué hacía, cómo iba su día, etc. Bendito celular, tomaba foto a todo lo que lo rodeaba y me las enviaba, solo son centímetros los que nos separan, solía ponerme en los mensajes y me incluía alguna foto, desde su salón de clases, sus maestros y amigos, hasta los platos de comida. La comunicación constante nos mantenía unidos, eso y el amor que comenzaba a surgir.
Me gustaba el no sentir presión de saltarme alguna materia para estar con mi Jos, aunque a veces la culpabilidad se hacía presente frente a mí diciéndome que mi novio podría sentirse desplazado. Por lo que tratábamos al menos tener una hora diaria para vernos terminando clases.
A mitad de la semana salí del salón de clases y ahí estaba mi guapísimo novio platicando con Lukas, al verlo surgió una gran sonrisa en mi rostro la cual me devolvió en cuanto me localizó su mirada desde lejos, me extendió sus brazos y solo me sumergí en su cuerpo; me quedaba sin aliento al percibir su olor, su calor y su fuerza al abrazarme. Me senté en el cofre de su carro y él se quedó entre mis piernas aferrado a mi cintura, había demasiada gente, pues era el cambio entre salones y maestros; aun así, me besaba y yo entraba a mi burbuja de silencio.
—¿Mucha gente no? —dijo aún con sus labios pegados a los míos.
—Si —respiré. Me cargó en su espalda y fuimos por detrás del edificio. Reí y enlace mis manos en su cuello y mis piernas alrededor de su cintura.
—¡Bájame, amor!
—¡No, te voy a secuestrar!
Entramos a un laboratorio que aparentemente estaba solo y abierto, me sentó muy suavecito en una de las mesas de trabajo.
—Te quiero preciosa —murmuró cerca de mi boca.
—Y yo a ti amor —lo besé y el acarició mis muslos y mi cadera, lo interrumpí y me sonrió.
—Te tengo una sorpresa —mencionó sonriendo.
—¿Qué?, ¿cuál? -
—Vamos a mi guarida y ahí te la muestro.
—¿Hoy corazón?
—Si.
—Está bien, saliendo de clases.
—Claro preciosa, paso por ti, te espero fuera de tu salón.
—¡Pero no llegues tarde! —amenacé levantado la ceja y señalándolo con un dedo.
—No, Vi —sonrió divertido.
La tarde pasó lenta, como cuando vas de viaje, ya quieres llegar y a la carretera se le suman más kilómetros.
Al fin salí y vi a mi amor. Nos fuimos directo a su casa y el guardia me saludó con mi nombre, me sentí extraña pero igual le sonreí.
—Te voy a enseñar un secreto —la reja era eléctrica y metió su carro, al cerrarse detrás de nosotros noté la misma camioneta negra estacionada.
—¿También es tuya?
—Si, pero casi no la uso, solo cuando urge transportar nuestros instrumentos, ¡cuando la necesites preciosa! —sugirió en tono amable.
—¡Qué! —reí—, ni siquiera debo alcanzar los pedales, además es estándar —me quejé—, ¿cuál secreto? —continué con la principal conversación.
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Malos Entendidos
Teen FictionLas mujeres siempre nos enamoramos del chico malo, pero no solemos quedarnos con él... Novela registrada en safe creative código 1304124936009