Adularia -31-

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Siempre pensé que mi primera vez, no iba a ser planeada,,, pero en mí no vive la espontaneidad; aunque ¿qué de malo tiene un poco de planeación?... y un sexy coordinado.

Escuché la reja y pasé saliva nerviosa.

Sé que si le hubiera contado mis planes de cómo pensaba terminar esa noche; ni siquiera a su junta hubiera ido, ya lo tendría ahí desde la tarde esperándome él a mi.

Lo vi venir desde el pasillo y me sonrió de lejos.

Vió la simulada mesa y sólo la luz de las velas iluminando mi espalda; se sorprendió, me abrazó y besó agradecido.

Mientras cenábamos me platicaba emocionado cómo estuvo su día, la junta y se le desbordaba la felicidad al pensar en el día siguiente, en la presentación de su disco.

No me gusta el vino pero a él si, por lo que tenía unas copas preparadas y lo serví obviamente para los dos y el se alegró.

Me jaló hacia él en un solo movimiento y me sentó en sus piernas; tomábamos el vino y él seguía platicando y riendo con esa sonrisa chueca que amaba.

No creo que tenga nada de malo que una persona te guste tanto físicamente, que te atraiga tanto y que además sea tu novio; eso me pasaba con él, estaba guapísimo, y no solo era yo quien pensaba eso.

Lo besé mientras él seguía hablando, me correspondió el beso dejando su vino a un lado, su saliva recorría mis labios y sus manos mi espalda, me quitó la copa de mi mano y la puso en la mesa sin apartar su boca de mí.

El beso se tornó intenso como nos pasaba siempre, pero esta vez fue él quien se detuvo un poco, me extraño su actitud y lo miré a sus ojos.

Colocó su mano en la bolsa derecha de su camisa, la presionó, luego introdujo los dedos y sacó un anillo, me lo puso en mi mano.

Miré el anillo y luego a él sonriendo.

-¡Está hermoso! ¡Gracias amor!- él tomó muy suavecito mi mano y me lo puso.

-¡Sabía que te iba a quedar! ¡Conozco perfecto tus medidas! ¡Hasta las que tú piensas que no!- sonrió, -es llamada piedra luna o adularia, dicen que se carga con la luna llena, como la de hoy, ¡mira ya se despejaron las nubes!- señaló el cielo con la mirada.

Observé mi anillo con la mano extendida y los dedos abiertos. Era una hermosa y grande piedra ovalada, blanca lechosa, como si tuviera muchas nubes dentro de ella, además parecía que dentro de esos voluptuosos algodones brotara un arcoiris. Estaba montada en un aro delgado de plata y a un lado de ese aro, tenía una preciosa flor diseñada para pasar por un extremo de la piedra sin que opacara su belleza.

Me acerqué tomándolo con mis manos y volví a besarlo, cambié de posición sentándome de frente a él, por lo que mi vestido se levantó hasta mis caderas; detalle que mi Jos no dejó pasar desapercibido.

Sus manos tibias recorrían de arriba hacia abajo mis piernas y caderas, yo por mi parte no protesté, comencé a dejarme llevar por sus caricias tiernas y sus besos cada vez mas apasionados.

-¿Me quieres sentir?- susurré en su oído mientras le besaba el cuello despacio.

Me miró sorprendido y no me contestó, se quedó así un instante y luego sonrió sin desviarme la mirada.

-No quiero que te sientas presionada preciosa- me acariciaba el cabello esperando mi respuesta.

-No, claro que no amor- le sonreí algo nerviosa y lo bese rápido para que no lo notara.

Subimos a su cuarto sin prender una sola luz, estaba nerviosa y a la vez emocionada, me abrazó y me besó despacio, me recostó muy suave en su cama sin dejar de besarme.

Su peso sobre el mió, sus manos y dedos pacientes y relajados eran un total contraste conmigo.

-Te amo preciosa- musitó entre mi cuello y mi oído mientras sus labios los recorrían.

-También te amo- contesté con un hilo de voz, y sentí cómo sus labios se curvaron sonriendo mientras me besaba.

Su boca húmeda llegó a mis hombros y sus dedos detectaron unos botones en la parte de enfrente de mi vestido, desabotonó uno a uno, despacio y sin prisas quedando al descubierto mi transparente brassier estraple color rosa viejo, se enderezó un poco y me vió con ojos ansiosos, pero aun así siguió con la estrategia de no forzar el momento tratándome con toda la delicadeza posible, supongo que tenía miedo o estaba psicológicamente preparado por si en algún momento decidía arrepentirme.

Con sus dedos recorrió mi cuello hasta llegar enmedio de mis pechos, los cuales acaricio por encima de mi ropa interior, mientras mi corazón daba vuelcos dentro de mi pecho, volvió a besarme, presionando su cuerpo con el mío.

Sus manos de pronto estaban entre mis piernas acariciándolas y las subió sin prisas hasta mis muslos, los apretó suavemente y jugueteó con sus dedos en todo su alrededor hasta descubrir mi diminuta y rosada tanga de encaje; pasó sus dedos una y otra vez a través de ella sin dejar de besarme y sin moverla de lugar.

Me terminó de quitar el vestido y se enderezó de nuevo para verme, mi ropa interior era un coordinado de encaje transparente color rosa viejo, algo común en mi, debido a que inconscientemente me hacían sentir bonita, me vió por unos segundos mientras yo me quedaba ahí recostada en espera de él.

Amé su mirada, era como si nunca me hubiera visto así, aunque era casi lo mismo que cuando traía traje de baño y disfrutábamos de su alberca.

Pero supongo que para él no era para nada parecido a esto.

Estiré mis brazos y lo acerqué a mí, controlé mi respiración y comencé a besarle el cuello, el pecho y desabotoné su camisa, él se la quitó y acaricié su pecho mientras lo besaba, cuando en un minuto se quitó el pantalón.

Un arrepentimiento repentino ya no era una opción; lo amaba y por mi mente y mi cuerpo no rondaba la duda de entregarme a él.

.......

Gracias x leerme.

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Malos EntendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora