Roto -89-

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Si no se rompe, no sirve.

-Solo dilo Tania. Qué fue lo que sentiste, lo que sientes ahora -acercó su boca a mis labios sin tocarlos. Cerré mis ojos y aspiré su aliento tibio- ¿Amor?

-Más que amor Jos, mucho más  que amor.

Me besó con fuerza, sus brazos sin liberarme me presionaban contra la pared. Me levantó en un segundo y enredé mis piernas sobre su cuerpo. Mi mundo entero se cerró en un pequeño espacio sumergiéndome con pasión, regresando a ese pasado que continuaba visible. Con torpeza entramos a mi departamento. Sin prender la luz me recostó sobre la cama. Me miraba una y otra vez a los ojos mientras nuestros cuerpos se reconocían, sus manos sin conocer leyes caminaban rápidamente sobre mí. Me hicieron viajar sin límites dentro de un placer dormido de hace tiempo. La adicción a su lengua y sus secretos en mi piel, se hicieron presentes de nuevo. Me levanté un poco y con sus brazos me devolvió a mi lugar. Le sonreí y no me regresó el gesto, deseaba aclarar lo que pasó hace casi el año e intenté mirarlo a los ojos pero me besó callando la intención. Le respondí sin problema y me senté sobre su abdomen para desabotonar su camisa sudorosa, besando cada parte de su ahora torso desnudo.

            Me tomó de las caderas  y se colocó sobre mí, entre mis piernas deseaba que el tiempo se tornara invisible. Pero de nuevo la sensación de que había un sabor extraño en sus labios me impedía continuar deleitando esa seducción nocturna.

-Jos, espera.

Se detuvo un poco y me miró en silencio. Por un segundo me arrepentí de apagar el momento, pero debía aclarar los malos entendidos con él. No había comenzado a hablar cuando me besó de nuevo, correspondí de inmediato y continuó con las caricias sobre mi ropa. Me enderecé y le sonreí nerviosa. Se recostó sobre mi almohada cruzando los brazos detrás de su cabeza. Me quedaba claro que su expresión era diferente, al igual que sus besos y su forma de tocarme.

-Tengo que aclararte algo –le expresé un poco nerviosa.

-No, no lo hagas. Desnúdate. Despacio –respondió e ignoró el timbre en su celular que interrumpía la escena. Continuaba en la misma posición intimidante, la cual me sonrojaba. ¿Dónde estaba su mirada destellante? Se levantó y puso sus manos dentro de mi blusa.

-Te ayudo –me besó un poco fuerte mientras mi ropa rodaba entre sus dedos.

-Espera Jos.

-No.

Retiré sus manos de mis senos y las coloque sobre mi rostro.

-No me estás escuchando.

Detuvo las caricias y sentí molestia al ver sus gestos.

-Tengo que hablarte, aclararte una situación antes de que estemos juntos de nuevo.

Su celular se llevó mi intención de hablar.

-Dame unos minutos más, no puedo ir ahora -vi sus ojos y su ceño fruncido, señal de enojo después de terminar con la llamada que de nuevo nos interrumpía. Suspiró tocándose el cuello, luego me miró -¿Qué tienes que decirme?

Malos EntendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora