¿Podría ser que la trama sobre el café guarde un cierto parecido con las historias de amor?
Soñé con él, con sus manos, su voz y miradas; desperté sonriente y con un mensaje en mi celular.
Creo que hoy em comunicaré contigo por mensajes, no quiero ser imprudente, así respondes cuando puedes y cuando no, te espero.
Claro que respondí enseguida, y toda la tarde fue la misma táctica. La semana la tuvimos ocupada como era habitual, yo con mis clases de laboratorio de hasta cinco horas seguidas, prácticas que entregar y preparaciones de material; él con sus ensayos, tareas y prácticas, tuvimos que esperar hasta el viernes para desocuparnos. En cuanto vi que faltaba poco para terminar mi clase, le mandé un mensaje para que pasara por mí a la escuela.Al abrir las puertas de vidrio para salir del edificio estaba ahí afuera esperándome, platicando con un grupo de amigos que ya alguna vez había visto. Tarareando y moviéndose con una canción de fondo, le sonreí instantáneamente y él correspondió mi sonrisa mirándome fijamente, dejó a sus amigos sin decir nada y caminó a mi encuentro, me cargó abrazándome, me dio un beso cerca de mi boca y me bajó dejando nuestras manos entrelazadas.
—¡Hola, preciosa!
—¡Hola, Jos!
—Vámonos, el tiempo es oro tratándose de nosotros —dijo mientras me dirigía hacia su carro que estaba muy mal estacionado.
—Vaya, ¿venías tarde? —me burlé viendo cómo les había cerrado el paso a otros dos carros.
—Si, un poco, la puntualidad no es mi fuerte.¡Qué!
¡Es impuntual!
Seguí pensando mientras me abría la puerta de su carro.
—Sé que te gusta el café igual que a mí, así que te voy a llevar a uno que acaban de abrir, es privado, chiquito, sin tanta gente.Estaba tan cariñoso que dejé a un lado su defecto de impuntualidad y me dediqué a verlo.
—Ya quería verte –agregó mientras me acariciaba mi rostro con sus dedos.
—Yo también, te extrañé, ya se me estaba haciendo costumbre hablar contigo solo con mensajes –puse mi mano sobre la suya que se encontraba aún rodeando mi mejilla.Me miró un momento y no me resistí, me aproximé, lo tomé con una mano de su cuello y con la otra de su nuca, lo acerqué un poco hacia mí y lo besé; un beso también ligero sin mucho movimiento, solo quería sentirlo de nuevo. Me sonrió y nos fuimos al café, manejaba el volante y realizaba los cambios con su mano izquierda, y con la derecha me tomaba la mía besándola cada vez que tenía oportunidad.
Llegamos y el café era bonito, acogedor, tenía mesas a los centros y sillas metálicas altas, en los extremos pegados a la pared había desde sillones grandes, hasta cojines en el suelo y todas las mesitas estaba adornadas con velitas encendidas. Optamos por un sillón y pedimos un cappuccino frío. Se sentó junto a mí acariciándome el cabello y las manos.
—Qué bonita blusa, se te ve muy bonito ese color —mencionó cuando llegó la mesera y nos trajo los cafés. Ella solo sonrió y se fue.
—Gracias —lo abracé.
—¡Estás tan bonita!, ¿por qué no tienes novio?
—No puedo mantener una relación, no tengo mucho tiempo —me arrepentí al instante que lo dije y me puse seria.
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Malos Entendidos
Teen FictionLas mujeres siempre nos enamoramos del chico malo, pero no solemos quedarnos con él... Novela registrada en safe creative código 1304124936009