Te quiero sentir -18-

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Mientras me besabas,  yo te miraba, se detuvo el tiempo en medio instante, tu  amor me llamaba y yo le obedecía.

Mientras me susurrabas y yo te amaba, se alzaron los sentimientos,

mandó tu voz, el deseo se hizo visible en tus ojos.

Estábamos en el rincón del estacionamiento, enfrente de nosotros y al lado de mi Jos había grandes paredes de concreto y a mi derecha una camioneta polarizada. El beso se prolongó y lo interrumpí cuando sentí sus dedos fríos tocar mis rodillas y luego subirlas hasta los muslos. No lo detuve como era costumbre, me separé un poco solo para poner el saco que le estorbaba entre mis piernas hacia el asiento trasero; lo tomé del cuello y volví a perderme entre sus besos que cada vez dejaban de tornarse menos delicados y secos. De pronto extendió una mano y de la guantera sacó una caja rectangular plateada.

-Es para ti- estaba sonriente y yo la abrí algo nerviosa y sorprendida,

-¡Qué bonito!, pero ¿cómo supiste? ¡ah! ya se, tus contactos, ¿no?- era una hermoso collar en piel color gris al tono de mi vestido, y un dije en forma de corazón irregular de plata.

Lo sacó de su elegante cajita y yo me puse de espaldas para que me lo pusiera; le agradecí emocionada abrazándolo y dándole un beso mas apasionado de lo normal.

Al cabo de unos minutos, volvieron a acariciarme sus impacientes manos mis piernas.  Con mis manos alrededor de su cuello no podía hacer mucho para safar las suyas de entre mis muslos y mi vestido que ya tendía a minifalda. La parte de los cambios en su carro hacia mas difícil la cercanía, por lo que en dos movimientos me llevó hacia su lugar y me senté de frente a él, por lo que instantáneamente mi vestido se subió por encima de mis caderas debido al ángulo en mis piernas.

Acarició mi espalda con sus manos ya tibias, calor robado de mi cuerpo; y presionó mi escote con su pecho mientras besaba mi cuello, comencé a girar un poco la cabeza hacia atrás despejando al área de mi cabello; subió los besos ya húmedos de mi mandíbula hasta llegar a mi boca.

Me besaba diferente, eso, el cambio en la respiración y su olor me impedían pensar; se que buscaba el ziper de mi vestido y no lo encontró puesto que estaba a un lado, debajo de mi brazo; eso no le impedía a su boca seguir besándome ni a sus manos seguir explorando mi espalda. De pronto su boca siguió el contorno de la parte media de mi cuello hasta abajo y se detuvo justo encima de mi escote, ahora no me besaba, si no solo tenia sus labios rozando hasta donde mi vestido lo dejaba, yo sentía la sangre correr mas rápido dentro de mis venas y mi corazón a punto de estallar, sus manos ahora enfrente de mi, me tocaban debajo de mi escote, sobre mis costillas, supongo temerosas de subirlas sin previo reclamo mío. Subió solo una apretándome ligeramente y mi respiración subió a su oído esparciéndose en el silencio dentro del coche. Luego sentí como el largo de mi vestido seguía llegando lentamente hacia mis caderas, y cómo sus ahora calientes manos se deslizaban atropellando todo aquello que no era piel y que le impedía continuar. Sin darme cuenta mi respiración era un poco más acelerada al igual que el movimiento de mis labios, al igual que sus dedos que ahora sujetaban mi diminuta tanga negra.

-Perdóname amor, aquí no- me separé pero sus brazos seguían aprisionados en mi cadera, vi como su mirada cambió sorprendido.

-Vamos a otra parte- acercó sus labios a los míos sin besarme, -vamos a mi casa- agregó presionándolos un poco.

Sentí como la realidad volvía a mi mente y me sentí algo extraña; ruborizada me devolví a mi asiento.

-No- contesté secamente, sin intención, solo que me sentía avergonzada de dejarnos llegar mas lejos; empecé a acomodarme el vestido e insistió.

-¿Por qué no?- supongo que no se lo creía porque sus ojos delataban incredulidad.

-Tienes un compromiso- le recordé.

-Me vale m@#*&s - rió sin dejar de mirarme, -vámonos- insistió.

-No- le respondí casi como un susurro y me besó de nuevo; ¿cómo podía rechazarlo si lo amaba?. Jos se cambió a mi asiento y con la mano izquierda lo bajó, mientras lo hacia hacia atrás; su peso se depositó sobre mi cuerpo, esa presión de su pecho y sus besos me hacían perder la noción del tiempo y no me dejaban razonar que estábamos en un lugar público. De nuevo el olor de su saliva mareaba mis sentidos y me dejé llevar; me levantó el vestido y comenzó a tocar mis piernas, ahora con la diferencia de caricias más tiernas.

-Te amo Tania, te quiero sentir- dijo cerca de mi oído rozándolo y humedeciéndolo, - quiero que me sientas-

-yo también pero...- un beso intenso no me dejo proseguir.

....

 

Si me regalas un voto, te dejo continuar!

 

Malos EntendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora