Mente ciega-49-

6.2K 63 7
                                        

La mente observa y absorbe solo lo que ve al instante, pero depende de ti, utilizar su capacidad para digerir y analizar cada imagen.

 

Los comentarios en mi blog no se hicieron esperar. Todos coincidían.

“Vete”; “Supérate”; “Te ama y te sabrá esperar”;” “Qué se vaya contigo”; “Yo te dejaba si te vas lejos, porque el amor se alimenta día a día” “No seas tonta, haz lo que quieras o te arrepentirás”

Estos dos últimos comentarios son los que sonaban en mi cabeza, pero cómo pedirle a mi Jos que lo deje todo por seguirme, nunca le haría eso, ni a él ni a su grupo que amaba.

¿Dejarme? No, eso no, mi corazón no podría resistirlo.

Pero… ¿y qué pasaba conmigo? ¿Con mis metas? Mi cabeza decía una cosa opuesta a mi corazón.

Al día siguiente decidí llevar los formatos a mi profe afro.

-Tania, qué gusto me da. Realmente haces lo correcto.

Sonreí sin contestar.

Llenamos los formatos, luego los pasamos a la computadora y los envié.

-Ahora vamos a ver los puntos que te piden contemplar para tu ensayo.

-Si quieres mañana Alan, ya es tarde-

Mi Jos no tarda en ir a mi casa.

 

-No, no hay problema, si quieres solo hacemos el borrador, una estructura sobre los temas y ya lo terminas en tu casa, luego me lo envías por correo y te hago las correcciones. Solo tienes hasta mañana para enviarlo.

-Si, tienes razón.

Nos sumergimos por completo en la escritura que no me di cuenta de la hora, además mi celular nunca sonó para recordarme que fuera de ese laboratorio tenía un novio.

El ensayo estaba terminado. Con correcciones y listo para mandar. Pero no se enviaba, por lo que mi profe afro se acercó, se colocó detrás, casi pegado a mí y puso su mano encima de la mía para mover el ratón.

Esa excesiva cercanía hizo que mi cuerpo liberara calor repentino, y como era de esperarse mis manos me delataron. Yo no me moví, por el contrario, disfruté un momento ese cuerpo extraño que amenazaba con seguir rozando el mío.

Miré a mi profe de lado y él me sonrió, sus ojos estaban cerca de mi rostro y nuestras manos continuaban unidas.

Un gran portazo hizo que volteáramos hacia la salida.

Jos.

 

-Si interrumpo me puedo ir.

-No, para nada, pasa Josué- mi profe afro solo se movió un poco de lugar, no sé si fingiendo indiferencia y envió el ensayo.

Malos EntendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora