Estrés -60-

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Estrés -60-

 

El estrés puede provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, furioso o ansioso. Muchas personas tienen estrés cuando necesitan adaptarse o CAMBIAR.

En el fondo algo me dijo que dentro del sobrecito negro, no encontraría lo que mi corazón deseaba en un futuro próximo.

Pero aun así el detalle estaba hermoso.

-¡Qué bonita, me encanta!- me puse de espaldas a él y sus manos hicieron a un lado mi cabello, luego mientras me ponía mi cadenita, yo acaricié el diamante en forma de corazón.

Giré hacia él aun con el brillante entre mis dedos y cerró sus manos alrededor de las mías.

-Gracias amor.

-Es mi corazón, ahora es tuyo, cuídalo preciosa.

Esos, esos son los detalles por los que odio que la gente y demás opinen y juzguen a mi Jos o nuestra relación, sin siquiera saber o imaginar la gran magia que existe entre nosotros.

Y no por sus regalos grandes, pequeños o costosos; si no por el detalle de pensar en mi al pasar por un aparador, o de mandar hacer joyería exclusiva por el simple hecho que sabe que cierta forma de flor me encanta; o por componer canciones con mi esencia, las cuales sus letras saben y huelen a mi, tienen parte de mi y nuestra historia. Sus mil poemas y escritos que reposan y duermen en mi correo electrónico, que suelen despertar cada vez que les doy voz cuando su ausencia en las giras me acercan a abrir cada uno de ellos y con solo mirarlos les doy vida con mis ojos húmedos, nublados.

Llegamos al restaurante y ya estaban todos esperándonos. Me senté y escuché risitas de mis amigos, yo me sonrojé pero reí con ellos.

-¡Eh, tú no venías con bling bling!

Todos me miraron el cuello y yo levanté sonriente mi corazón transparente.

-¡Hola!

La sonrisa se me esfumó hasta los pies.

-Ángela, Elvira, hola – Jos me miró nervioso con esa carita de culpabilidad –olvidé decirte.

-Está bien – lo tomé de la mano y le di un beso cerca de la boca, me sonrió aliviado y se levantó a saludarlas.

La vi, la analicé. Sus gestos. Se veía diferente, el maquillaje a final de cuentas regresó a su cara pálida, al igual que su guarura el clon de Elvira. Ella era la misma malacarienta, presumida rubia artificial que conocí aquella amarga noche.

-Hola Tania, ¿cómo estás?

-Bien Ángela, ¿y tú?- obvio yo me refería a lo de su mamá.

Aunque se notaba físicamente igual, su mirada no era agresiva, no me veía a la defensiva y a mi Jos no se le colgó del cuello, ni lo intentó besar rozando sus labios.

Malos EntendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora