Desierto -76-

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Hay noches en que nuestro desierto se convierte en un monstruo de dos cabezas. AFS

 

Más que manejar, fue un desliz sobre el viento, x encima de las calles, entre el murmullo de las personas caminando. No sentía nada de un segundo a otro. Luego, de nuevo todo el boom exterior me golpeaba el rostro. Llegué a un terreno baldío, metí el carro y lloré. Lloré. Lloré.

Me tranquilicé un poco, solo unos minutos de silencio y comenzaron a surgir mil gritos silenciosos llevados con golpes al volante. Tenía que salir de ahí.

Llegué a mi casa y cerré la puerta. Prendí mi Ipod subiendo al máximo su volumen. Necesitaba despejar esas imágenes. Abrí la llave del agua caliente y observé el vapor nublar mi baño. Me bañé mientras el cuerpo de la estúpida de Ángela seguía en mi cabeza, y mi Jos sobre ella. Besándola, tocándola.

Maldita, maldita.

 

Obtuvo lo que siempre quiso. A mi Jos. Y decía que yo era quien lo traicionó.

Te odio. Pero más me odio yo, por amarte.

La temperatura en mi piel delató el tiempo que llevaba bajo el gran chorro de agua. Salí de ahí sin secarme, solo caminé hasta mi colchón dejando un gran rastro de agua y vapor tras mis pasos. Me acosté tomando mis piernas y envolviéndolas entre mis brazos. Mis lágrimas ni permiso me pedían para hacerse presentes. Éstas se confundían con el agua que escurría en mi rostro. De pronto ya no supe de mí.

Abro mis ojos y siento frío. Mi cuerpo desnudo y ausente de calor seguía en la misma posición de anoche. Me levanté con la mirada que no reaccionaba, al igual que mis reflejos.

Me vestí y pensé en regresar con Ángel. Todas esas horas no las puedo describir a detalle porque se encuentran borrosas. Como cuando despiertas de una pesadilla y los segundos siguientes sabes qué pasó, pero no estás segura.

Mi cabeza se volvió a nublar, no sé cuánto tiempo, de pronto, de nuevo ese golpe de imágenes. No, ya no puedo, me traicionó, quizá y mil veces durante nuestra relación, tal vez siempre se vieron a mis espaldas, por eso la estúpida de Ángela se sentía con derechos sobre mi Jos.

¿Mi Jos?

No, lo odio, él.

Hacerme su amiga. ¿Amiga? ¡Claro! Ahora lo entiendo, solo querían pasar más tiempo juntos, de seguro cuando la acompañaba a su carro, cada vez que salíamos, se despedían sobre su asiento. Por eso se tardaba, por eso me encargaba con Lukas, para asegurarse de que yo no los siguiera.

Maldito Lukas, su mejor amigo. Siempre tapando los errores de él. Me siento como una completa idiota. Ahora han de estar juntos de nuevo, si, los interrumpí. Me alegro haber aceptado la beca.

¡La beca! Debo regresar, necesito rescatarla. No puede ser tan tarde. No.

¡Ángel! ¡Su carro! ¿Y mi celular?

 

¡No! Lo busqué por todos lados y no lo encontré. Recuerdo que mi amigo me llamó y de pronto… no me acuerdo. No está en mi bolsa, ni en el carro.

Malos EntendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora