Bueno días, tristeza -71-

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A veces gana la tristeza; entonces/ qué lujo de matices su victoria/ qué fasto de sus grises y sus pardos/ ocupándolo todo/ Buenos días/ he de decir/ tristeza, aquí me tienes.  Amorqueduele.com

 

 

El amanecer dolía en mis ojos rojos e hinchados, me levanté y busqué mi celular, el cual estaba estrellado de una esquina en la pantalla.

Marqué de nuevo a mi Jos y timbró sin contestarme. Volví a marcar y nada.  5:15 am.

Me bañé y me cambié de ropa. Fui a la cocina pero al final ni comí nada. Volví a tomar mi celular y sentí cómo temblaban mis manos, una mezcla de nervios, debilidad muscular y falta de sueño. Regresé a mi cuarto tumbándome en mi cama. Cerré los ojos y de pronto ya no supe de mí. Desperté con un gran dolor de cabeza y me quedé sentada unos minutos sin moverme y revisé mi celular. Nada. 2:05 pm.

Dudé algunos minutos pero al final controlé mis nervios y volví a marcar, sentí nauseas pero las ignoré. No contestó.

Me sentía muy mal, la cabeza, ahora mi estómago. Me obligué a comer algo y regresé a mi cuarto vacío. Analicé, así con dolor físico y mental, toda mi situación, tal vez era lo mejor, esa era la única manera de que mi Jos firmara y se fuera. De otra forma dudo que lo hiciera.

De nuevo le marqué ya sin esperanza y para sorpresa de mis nervios contestó.

-Dime.

-Jos… necesitamos hablar.

No respondió de inmediato.

Esos segundos insistían en torturarme deslizándose con suma lentitud por el tiempo.

-Me traicionaste.

-Sí, te oculté lo de mi beca, perdóname, me equivoqué, fue un gran error, y créeme, pago por ello- Mis palabras atropelladas se desesperaban por ser escuchadas.

-No quiero saber de ti.

-No cuelgues, por favor Jos, no me cuelgues. Escúchame.

-No Tania.

-Por favor…- supliqué una vez más.

-No, esta vez fuiste muy lejos en tu error.

Su voz cortante y sin sentimiento penetraba en mi pecho hundiéndolo de nuevo.

-Si, lo acepto, pero tú también me ocultaste lo de tu contrato ¿no?

-No Tania, eso fue diferente, solo retrasé la información un tiempo para no saturarte de problemas, para no presionarte con mi viaje o lo que hubiera sido nuestro viaje.

-¿Por eso nunca me dijiste nada?

Sollocé.

-Por eso, porque te amaba mas que a nada y no deseaba verte con mas estrés… y por otro motivo, pero ya no vale la pena.

-Dímelo Jos.

-No. Me tengo que ir.

-¡No, no me cuelgues! Ven a verme, ven por favor. Te necesito. Te amo.

-¿Me amas Tania?

-Si Jos, claro que te amo.

Te amo. Te amo.

-Entonces no vayas a Querétaro, vente conmigo, prefiéreme, dime que dejas todo por mí.

Enmudecí.

-No me pidas eso- pasé saliva, negando con mi adolorida cabeza, como si me estuviera viendo.

-Lo sabía. Solo quería demostrarle al estúpido de mi corazón lo que llevo todas estas horas tratando de decirle.

-¿Qué?

-¡Qué!- escuché una risita en silencio con tono sarcástico- Qué nunca me amaste lo suficiente para platicar con detalle lo que pasaba por esa cabecita, tus planes de irte lejos. No entiendo, en verdad no logro comprender en qué momento perdiste la confianza en mí como pareja. Llevo toda la noche intentando descifrar cuándo aplicaste la solicitud, asimilando que el pende#$o de tu pinc#e profe fue quien vivió todo este tiempo ese capítulo que debió ser mío. ¿Me sigues Tania? Hablábamos horas, siempre pensé que nuestra comunicación era de envidiarse, que el amor de mi novia era para alardear.

Se le quebró la voz y quedamos en silencio.

-Eso es lo que menos tolero de ti, de todo esto. Tu pinc#e silencio y el pende#@jo de tu profe, pero deja que lo vea al w#y. Te advertí que te alejaras de él. Pero en eso también me engañaste, como en todo ¿verdad? Ustedes siguieron siendo amiguitos y él te llenó de información para la tu pinc#e beca ¿no?

-¡No!, deja de hablarme así. No, él no tiene nada que ver con esto. Y te equivocas también respecto a la amistad. No somos amigos.

Mentí inconscientemente, como una manera desesperada de calmar la discusión, de tranquilizarlo a él.

-Por favor Jos ¿puedo ir a tu casa?

-No tenemos nada de qué hablar. No te creo nada de lo que dices. Ya no me lastimes.

-No, espera ¿estás terminando conmigo?

-Tú fuiste quien nos separó. Ya te vas y yo también. Me tengo que ir Tania.

-Te amo.

-Lo dudo.

Colgó.

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Malos EntendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora