Malos Entendidos

Deseo -54-

Los deseos son sólo deseos, y en eso deben quedarse, o se vuelven locura.

-Agua es el insomnio, negra es la vigilia- E. Trevizo

 

 

Me estacioné unas cuadras más enfrente y traté de tranquilizarme. Tenía revisión de tesis en menos de una hora y solo de recordar a mi profe afro hacía que mi cabeza estallara de tanta vuelta.

No puedo, aún no.

 

Llegué a la uni directo al baño para lavarme la cara, luego me retoqué con un poco de polvo y puse algo de brillo en mis labios. Me quedé viendo mi reflejo en el espejo y me di lástima yo misma, ¿cómo podía ser tan débil? ¿Por qué me dejaba pisotear? Amaba a mi Jos, en verdad que lo amaba, pero esta vez había ido demasiado lejos, levantarme la voz de esa manera y volver a vivir otra escena de celos? No, no yo merezco eso.

Salí de ahí antes de que mis lágrimas que ya amenazaban con hacerse presentes lo hicieran.

Entré a mi laboratorio y estaba mi profe con otro compañero corrigiendo la tesis de éste último en la computadora. Saludé y me senté a esperar.

Odio esperar.

A los cinco minutos no soporté mis pensamientos, iba y venían como película de suspenso y sus imágenes insistían en torturarme.

Me levanté y salí cerrando la puerta detrás de mí. Frente a ella había una gran ventana alargada y solo me quedé viendo sin ver.

No voy a llorar, no voy a llorar.

Abracé mi torso con mis brazos y enmudecí mis pensamientos.

-¿Estás bien?

-Si, ¿ya terminaron?

-Si, te está esperando.

-Gracias.

No entré de inmediato, no tenía cabeza para enfrentarlo.

¿Cómo justificar a mi Jos cuando yo misma dudaba de él? Tal vez mi profe tenía razón, yo corría peligro al seguir con él.

Entré sin verlo.

-¿Acomodaste las partes de la introducción como quedamos?

-Si.

-¿Citaste a sus autores?

-También- Contesté cortante mientras sacaba de mi bolsa mi USB de osito panda y se lo entregaba.

Abrió mi tesis en la computadora y comenzó a leer en silencio.

¿Qué hago? ¿Me disculpo o me espero hasta el final?

 

-Te voy a prestar estos libros.

Las miles de indicaciones estuvieron seguidas por cientos de notitas adhesivas por todos los libros. Yo traté de memorizarlo todo, pero mi mente estaba en otro lado.

Pareció notarlo.

-¿Estás bien?

-Si-

Por primera vez desde el pleito con Jos me miraba a los ojos.

-¿Lloraste?

-No. Estoy cansada, estresada y tengo sueño.

Quitó mi USB de la computadora, me lo entregó y me fui a la mesa de trabajo donde tenía mi bolsa y mientras lo guardaba sentí que se acercaba a mí.

Giré instintivamente y quedamos de frente en silencio. Tenía que hacerlo ahora.

-Perdóname Alan. No quería que Josué te agrediera, estoy muy apenada contigo.

-¿Ya te diste cuenta que tu relación no es sana?

Fruncí mi entrecejo y tomé mi bolsa para dejar de mirarlo. ¿Pero cómo se atrevía a opinar sobre eso?

 

-No digas eso.

Le di ahora si la espalda para apilar los libros que me llevaría.

-Tania, escúchame.

-No.

-Tania, en veces eres un poco obstinada, ¿lo sabias?

Volví a depositar los libros en al mesa, me senté cubriendo mi rostro con mis manos y comencé a sollozar.

-¿Te hizo algo?- Sentí sus manos en mi espalda recorriéndola con sumo cuidado, ese roce tibio se sentía tan bien. Pero no era correcto.

Me traté de levantar y al hacerlo tropecé con una silla metálica. Alan me sujetó de la cintura por reflejo y me ayudó a enderezarme. Al hacerlo mi rostro estaba a escasos centímetros del suyo, sus manos seguían en mi cintura y mi corazón no paraba de delatar mis nervios.

Quitó una mano de mi cintura y siguió el contorno de una de mis lágrimas, luego continuó con otra.

Yo no me moví, me sentía hipnotizada con sus ojos, bajé la mirada y el preguntó de nuevo.

-¿Te hizo algo?

-Terminé con él.

Volvió a  poner su mano en mi cintura y agregó.

-No te merece, no aprecia la gran persona que eres, una mujer como tú, no para cualquiera.

Levanté la mirada. No podía dejar de verlo, sus lentes no impedían que yo viera más allá de ellos.

El llanto había cesado hacia unos minutos. Se acercó un poco mas a mi y sentí su aliento a menta mezclarse un poco con el mío, seguí sin moverme y solo cerré mis ojos.

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