El viento y la lluvia hacía traquetear los carros llevados por thestrals, aquellas criaturas tan siniestras que, sin embargo, a mí me parecían interesantes. Pronto llegamos al calor del castillo.
—¡Pobres los de primero! —se lamentó Ron.
—Sí, no me gustaría ir en las barcas con este temporal —asintió Hermione.
—No sé vosotros, pero me muero de hambre —comentó Harry al entrar en el Gran Comedor.
—¡Yo también! —exclamamos Ron y yo al mismo tiempo.
—En fin, Emma, nos vemos luego —se despidió Hermione mientras se dirigían a su mesa.
—Oh, sí. Adiós —me despedí yéndome a la mía. La verdad es que me hubiese gustado cenar con ellos, pero tuve que ir con los Hufflepuff.
—¡Hola, Emma! ¿Qué tal tus vacaciones? —me saludó alegremente Susan Bones, mi amiga pelirroja.
—Muy bien; viajé a Gales y me encantó. ¿Y tú? —contesté con una sonrisa, sentándome a su lado. Ese viaje fue maravilloso.
—Yo no viajé, pero me lo pasé muy bien —dijo ella.
—Yo visité a mis tíos de Liverpool —comentó una voz a mi lado derecho. Era Hannah Abbott, mi otra amiga.
—¡Hannah! ¿Y qué tal te lo pasaste? —sonreí.
—Chica, no sabes lo aburridos que son los muggles de hoy en día... Viven en un barrio casi desértico; ¡no había ningún chico al que mirar! —explicó ella resoplando. Yo me reí.
Se hizo un gran silencio cuando Minerva McGonagall entró por la puerta con un enorme grupo de niños de primero, asustados pero con caras tiernas. ¿Nos veríamos así nosotros cuando nos eligieron en primero? McGonagall llamó al primer niño para que fuese sorteado por el Sombrero Seleccionador, el cual acababa de cantar una nueva canción.
El niño fue con entusiasmo hacia la mesa de Ravenclaw cuando el Sombrero gritó el nombre de la casa y esta estalló en vítores.
Después de un niño más, que fue enviado a Slytherin, una niña y un niño fueron elegidos para Hufflepuff y aplaudí con alegría y con una gran sonrisa a los dos. Después de un rato, cuando solo quedaba un niño, al fin fue elegido también en mi casa y pudimos cenar al fin.
—Pásame un muslo de pollo, Emma —me pidió Ernie.
—Qué bonitas cosas me dices, Ernest —me burlé y le pasé la carne.
—¡Oye! Te he dicho millones de veces que no me llames Ernest —se quejó.
—Oh, lo siento, Ernest, a veces se me olvida —le contesté sonriendo socarronamente. Él puso los ojos en blanco.
—Venga, Emma, no seas tan mala —dijo Justin riéndose de Ernie.
—Habló Don Benévolo —ironicé.
—Pásame el pan, come y calla —sonrió. Agarré el trozo de pan y se lo di.
—¿Qué pasa hoy? ¿Soy vuestra asistenta? —me hice la indignada, pero no me salió y me reí.
—Si no te importa... —bromeó Hannah. Le di un golpecito con el codo.
Después de disfrutar de la deliciosa cena, el profesor Dumbledore se levantó de su asiento y comenzó hablar. Dijo algo que no llamó mucho mi atención, fue algo sobre Filch y una lista de objetos mágicos que estaban prohibidos. Les advirtió a los de primero que el bosque estaba prohibido, como su propio nombre indica, así como las visitas a Hogsmeade para ellos y los de segundo.
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La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)
FanfictionLa valentía nunca había sido mi fuerte, pero sí mi tenacidad; supongo que por eso me eligieron para la casa de Hufflepuff. Soy Emma O'Brien y estoy complacida de contarle al mundo (tanto mágico como muggle) la historia de mi vida, sobre todo en Hogw...