San Valentín en Hogsmeade

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Volver a la escuela me resultó una tarea muy fácil y no me importó para nada pensar en que tendría que madrugar de nuevo todas las mañanas, que tenía que hacer deberes y estudiar para los TIMOs, que debía aguantar a pesados como Smith... No me importaba, porque Hogwarts para mí era como mi segundo hogar y allí me sentía mejor. Además, en la escuela hay más gente a la que quiero que a la que odio.

Harry, Ron y Hermione me explicaron en el tren todo. La visión de Harry, el señor Weasley en San Mungo, ellos pasando la Navidad en Grimmauld Place con Sirius y los Weasley... y que Harry tendría clases de Oclumancia con Snape. Según Dumbledore, las necesitaba para que Voldemort no pudiese hurgar en su mente y en sus sentimientos. Harry estaba, cómo no, muy nervioso.

Cuando Ron y Hermione se fueron al compartimento de prefectos, Harry no apartó la mirada de la ventana. Yo acariciaba a mi gata para no aburrirme. Luego recordé el libro de tío Steve de las criaturas de América y decidí sacarlo de mi baúl y leer un poco. Estaba a punto de acabar de leer una anécdota del autor con un wampus, cuando la voz de Harry me sobresaltó:

—Seguro que Snape no pondrá el mínimo esfuerzo en ayudarme.

Le miré y dejé mi libro a parte.

—Harry...

—No, seguro que tengo razón. ¿Por qué querría ayudarme? Me odia. Intentará dejarme por los suelos, como siempre —resopló frustrado pasándose una mano por el pelo.

—No seas tan negativo. Escucha, estoy segura de que Snape se comportará como siempre, como el profesor de Pociones que es. No creo que vaya a estropear las clases solo por rencor —contesté. Él suspiró y me miró nervioso.

—Ojalá no tuviese que dar clases con él —dijo, lo que me hizo sonreír, porque sonaba como un niño pequeño.

Me levanté de mi asiento, me senté a su lado y le abracé.

—Pobre Harry, tiene que aguantar a Snape en sus clases particulares —dije dando palmaditas en su cabeza al tiempo que me reía, logrando que él riese también.

Hasta que se abrió la puerta del compartimento y entonces...

—Suéltala, Potter —ordenó Draco con severidad. Me deshice del abrazo rápidamente y me levanté.

—Vámonos —le dije a Draco en voz baja.

—¿Por qué? ¿No prefieres quedarte para abrazar a Potty? Con todo lo que él sufre... —contestó con frialdad cuando salimos del compartimento. Le fulminé con la mirada y él hizo una mueca.

—Draco, no seas sarcástico y tan desconfiado. Harry es uno de mis mejores amigos; no deberías sentir celos de él —le espeté.

—¿Yo, celoso de Potter? ¡Ja! Emma, eres muy graciosa —se rió con ironía y yo rodé mis ojos—. Ya sé que nadie me hace la competencia, pero no me gusta compartir.

—¿Ni siquiera estás celoso de Smith? —pregunté con una sonrisa traviesa—. Ya sabes... Es de mi casa, paso mucho tiempo con él, también es rubio, no es concretamente feo...

—Es un trol y un imbécil y si se vuelve a acercar a ti, le lanzaré el peor maleficio que conozca —sentenció con rabia—. Además, tú le odias.

Me reí. Pues claro que le odio.

—Muy astuto, dragón —sonreí.

—¿Dragón? —soltó una risa. Yo asentí con la cabeza.

—¿Por qué no estás en el compartimento de prefectos? —le pregunté. Él agarró mi mano izquierda.

—Ya nos han dejado salir —contestó. Miré hacia un lado y vi que Ron y Hermione se acercaban. Sin avisar, Draco plantó sus finos labios en los míos. Le correspondí el beso—. Mejor hablamos luego.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora