Vacaciones de verano

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—¡¿Dónde está mi pequeña Emmie?! ¡Oh, Megan, estará preciosa, ¿a que sí?! —exclamaba una voz conocida en el piso de abajo. Gruñí en bajo y me tapé la cabeza con las sábanas de mi cama al oír los ladridos de un perro—. ¡Quieto, Zeus, no molestes!

—¿De verdad tenías que traer a ese enorme animal? —protestó la voz de mi madre.

—No podía dejarle solo en mi casa, ¡eso sería parecido al maltrato! —se defendió la voz de mi tío Steve. Zeus, su perro, volvió a ladrar más fuerte y luego se oyó un chillido de ave. Después de un silencio, mi tío dijo—: ¡A él tampoco!

—Ese búho se va a llevar mal con Cinder, la gata de Emma, estoy segura —le soltó mi madre.

—Perseo es un buen búho, hace muy bien sus recados y nunca molesta. Está bien entrenado —repuso mi tío.

—Bueno, hazlos callar o al final acabarán despertando a Emma. O quizás ya está despierta —comentó mi madre.

—¿Cómo está? Tengo ganas de verla. Nunca me mandas ninguna foto vuestra... No te acuerdas de mí para nada, Megan —dijo mi tío. Mi madre resopló y no le hizo caso.

—Emma está... últimamente ha estado alicaída, ¿sabes? —contestó mi madre, bajando la voz—. Un muchacho de séptimo de su casa murió a manos del Señor Tenebroso...

—¡Qué dices! —exclamó mi tío.

—¡Ssshhh!

—Perdón —dijo tío Steve hablando más bajo—. Entonces, ¿es verdad? ¿Ha... regresado?

—Eso dicen Dumbledore y el pequeño Harry Potter, que es amigo de Emma también —respondió mi madre—. Pero Fudge no les cree; ese hombre está trastornado.

—¿Quién, Fudge o Dumbledore? —preguntó mi tío.

—¡Fudge, por supuesto! Pondría una mano en el fuego antes que llamar a Albus Dumbledore chiflado —espetó mi madre con orgullo.

Cinder se subió a mi cama y maulló cariñosamente. Sonreí por el comentario de mi madre y acaricié la cabeza de mi gata. Luego la agarré, me incorporé en mi cama hasta sentarme y la dejé a un lado. Suspiré y salí de la cama para dirigirme al piso inferior.

Hacía ya un mes que el curso había terminado.

—En fin, pretendamos que me has invitado a tomar un café, Megan. Me apetece mucho uno, gracias —dijo mi tío.

—Buenos días —saludé bajando las escaleras.

—¡Emma! —exclamó mi tío con alegría, se acercó corriendo a mí y me abrazó con fuerza, levantándome incluso del suelo mientras me agarraba a él—. ¡Oh, qué guapa estás! ¡Y cómo has crecido!

Tío Steve había sido como un padre para mí. Era un hombre fuerte, claro, porque podía cogerme en brazos. Tenía el pelo corto, revuelto y de color paja. Sus ojos eran tan azules como los de mi madre y era más joven que ella. Era un Magizoólogo y estaba bajo la pista de una criatura muy extraña que rondaba por Gales, por eso vivía allí.

Me soltó, me dio un sonoro beso en la mejilla y me guió hasta la cocina, como si yo fuese la invitada, en vez de él.

—¿Qué tal has dormido, Emma? —me preguntó mi madre cuando me senté a la mesa junto a mi sonriente tío Steve, que no dejaba de mirarme.

—«Ese, pe» —le contesté. Ella sirvió café a mi tío en una taza y le acercó la jarra de la leche para que se sirviese él mismo.

Mi madre y yo habíamos acordado que, en la visita de mi tío, íbamos a utilizar sólo siglas cuando me hiciese esa pregunta. Así que «S.P.» significaba «Sin Pesadillas».

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora