Desenmascarando al extraño

160 19 18
                                    

—Está fatal —corroboró Ash mientras observábamos a Zacharias caminar como un zombi por el pasillo.

—No sé qué hacer con él —comenté con tristeza—. No sé cómo consolarlo o... distraerlo.

—Yo tengo una idea en mente, pero no quiero que lo hagas —murmuró Ash sin apartar los ojos del rubio.

—¿Crees que deberíamos seguir con la investigación? Podríamos hacer un parón temporal... —pregunté.

—Lo primero es lo primero —asintió Ash con decisión—. Debemos seguir buscando.

Sabía que no iba a estar de acuerdo en dejar de ir a la biblioteca por la «ausencia» de Zacharias, así que no me sorprendió esa respuesta.

—Supongo que sí —suspiré—. En fin, te veré en la biblioteca a las cinco. Adiós.

Aferré mis libros contra mi pecho y caminé al encuentro de Zacharias, que se chocaba con los demás alumnos sin importarle nada de su alrededor. Comprendía su dolor a la perfección. Yo había perdido a mi abuelo, y aunque no era comparable con perder a una madre, sabía lo que sentía.

Toqué su hombro con delicadeza y él levantó levemente la cabeza para saber de quién se trataba.

—Hola, Zach —saludé. No contestó. Le aparté a tiempo para que no se chocase contra un prefecto de sexto—. ¿Has... conseguido dormir un poco mejor?

—Emma, me quiero morir...

—No digas eso, Zach —fruncí el ceño. Sus palabras me escandalizaron, pero intenté no ponerme nerviosa; eso solo empeoraría las cosas. Se me formó un nudo en la garganta—. Es... Estoy contigo. Lo sabes, ¿no? Ahora somos amigos...

—Me arrepiento de tantas cosas... —dijo en voz baja, sin dejar de mirar al suelo mientras nos dirigíamos al Gran Comedor—. De tantas cosas...

—Ya basta, Zacharias. Tu vida no ha acabado —suspiré, no quería ser dura con él—. Tienes que levantar cabeza.

—Mi madre... —se calló—. Y todo por culpa de... —masculló apretando los dientes.

—¿Quieres que te acompañe a refrescarte la cara? —propuse ignorando lo que decía.

—Quiero... —tragó saliva—. Quiero ayudarte yo a ti —me miró directamente a los ojos. Los suyos estaban rojos e hinchados, casi parecían sin vida. Y la pena me invadió una vez más—. A matar a tu padre —susurró con voz ronca.

No me sobresalté; yo misma le había contestado que sí tenía intención de acabar con mi padre, cortar nuestro dolor de raíz. Asentí despacio y agarré su mano para acariciarla.

—Muchas gracias —dije—. Esta tarde Ash y yo... seguiremos en la biblioteca. Si te sientes con fuerzas para ir...

—No es a la biblioteca donde debemos ir —negó él con la cabeza.

—¿Entonces...?

—Hay que buscar por todo el castillo. Hay que investigar sobre cualquier cosa —explicó con seriedad—. Debemos tener los ojos bien abiertos para descubrir más, sobre lo que sea. Mira, Emma, tu padre no estudió aquí, pero puede entrar aquí a placer. O eso creo yo...

—Pero él está en contra de los mortífagos. Le dio la espalda a Malfoy en Azkaban... ¿Cómo podría entrar aquí? —cuestioné.

—Un compinche. Alguien que conoce bien el castillo y a los que vivimos aquí —respondió muy seguro de lo que decía.

—¿Has vuelto a sentir algo? ¿O has recibido algún mensaje suyo?

—No, pero noto que algo no va bien —contestó—. Es decir, peor que esto —señaló los sombríos y casi silenciosos pasillos. Todos alumnos miraban al suelo, hablaban en bajo entre ellos y no armaban escándalo.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora