Dragones

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El lunes, Harry llegó tarde a la clase de Herbología y le dio mil y una explicaciones a la profesora Sprout. Se sentó entre Hermione y yo. De reojo vi que Hannah le decía algo a Susan al oído y miraba a Harry despectivamente. Yo me mordí el labio para no lanzarla un hechizo y acabar con ella. Mañana sería la prueba y sabía que Harry estaba nervioso.

Antes de dirigirme a mi siguiente clase, le pregunté a Harry el porqué de su tardanza en la clase que acababa de finalizar.

—Avisé a Cedric de lo que consistía la primera prueba —me contestó.

—¿De verdad? ¡Qué amable por tu parte, Harry! —le sonreí con sinceridad. Él se encogió de hombros.

—Para que luego le critiquen... —resopló Hermione. Asentí coincidiendo con ella.

Me dirigí a Transformaciones, mi siguiente clase. Y por el camino me encontré al indeseable de Smith. ¿Por qué demonios tenía que ser de mi casa? Ni le miré. Seguí con mi camino, aunque él se posicionó a mi lado y me siguió el paso.

—Buenos días, preciosa —sonrió. Como si me fuesen a halagar sus palabras... Pues todo lo contrario.

—No me llames preciosa, no me llames nada —le ordené sin mirarle.

—Venga, Emma... No te hagas la difícil —me dijo con tono meloso.

—Creo que quiere que la dejes en paz —espetó alguien detrás de nosotros. Me giré con rapidez. Draco.

—¿Tú otra vez? ¿Es que no tienes otra cosa que hacer que interrumpir? —frunció el ceño Smith.

—Bueno, si prefieres que te parta la cara... —comentó Draco. Estuve a punto de reírme, pero aguanté.

—Ya basta, chicos. A clase —solté, empujando a Smith de mala gana hacia delante. Él trastabilló y esperó a que yo le siguiera.

—Largo —rugió Draco. Smith me miró confundido y se fue a Transformaciones. Miré a Draco sonriendo.

—Eres un necio. Te he dicho que no necesito protección y menos con él.

—Está en celo, Emma. Puede atacar en cualquier momento, ¿sabes? Es un imbécil y no voy a permitir que... —Draco siguió hablando, seguro.

Pero no le escuché, porque me quedé mirando sus ojos color tormenta, su ceño levemente fruncido a causa de Smith y sus labios, finos y rosas, moviéndose al hablar. Y cosquillas en el estómago. Guau, eso sí que era amor. Supuse. No me sentía así desde... Desde nunca, realmente. Nunca había estado tan enamorada de alguien. Y además, Draco era especial.

—¿Emma? Hoooolaaa —Draco estaba pasando su mano delante de mi cara atontada—. ¿Estás hechizada? —bromeó con una sonrisa.

—Sí —suspiré como solo lo hacen las enamoradas. Se rio. Pero no notó que iba en serio. Agité la cabeza levemente a los lados para despejarme y le miré—. Estoy bien, Draco. Estupenda.

—Bueno, entonces te ha quedado claro, ¿no? —preguntó. Ups.

—¿El... qué? —cuestioné confundida.

—¿No me has oído? Si el tarado de Smith vuelve a molestarte, avísame y les diré a Crabbe y Goyle que le hagan una bonita visita. Y para quedarme más a gusto, les acompañaré —determinó con seriedad y firmeza.

—¿Eh? Pues... Perfecto, claro. Muy bien —sonreí. ¿Qué estaba diciendo? ¿Estaba accediendo a que Draco se metiese en líos?

—¿Estás bien? —preguntó curioso.

—Me voy a clase —contesté sin más. Fui por el camino por el que se había ido Smith y dejé a Draco frunciendo el ceño con confusión detrás de mí.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora