Resacón en Boston

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Zacharias sí recordó todo lo que me dijo aquella noche. Draco seguía enviándome cartas, de las que no leí ninguna.

No quería hacerme ilusiones; yo seguía empeñada en continuar creyendo que solo quería hablar, ser amigos, llevarnos bien, para que todo volviese a la normalidad. No quería creer que seguía queriéndome... No después de lo que le dije.

Una de las cualidades de los tejones es la perseverancia, que eventualmente, en mi caso, se estaba convirtiendo en necedad absoluta. Todo el mundo se acordaba siempre de echármelo en cara, algunos con más delicadeza que otros, pero lo hacían.

Sin embargo, yo seguía en mis trece.

El año 2002 llegó tan rápido que no me di ni cuenta. Ya había finalizado mis estudios de medicina y, en septiembre, empezaría a trabajar por fin como Sanadora en San Mungo.

Habían pasado bastantes cosas en esos cuatro años. Por ejemplo, como es natural, mis primos Mackenzie y Connor crecieron y pude verlos en todas las vacaciones porque Steve y Rachel nos visitaban. Ahora eran dos ricuras de cinco años. Harvey y Zach seguían estudiando; les iba bien. Harvey estaba muy nervioso. Según él, que ya tenía veintitrés años, debía pedirle matrimonio a su novia. Pero decidió esperar a acabar sus estudios, para tener trabajo fijo antes de gastarse tanto dinero.

Zach empezó a verse con Maxine O'Flaherty, nuestra antigua compañera de casa, que era la mejor amiga de Isabella. Maxine siempre me cayó bien, sobre todo cuando jugamos juntas en el equipo de Quidditch. Esperaba que su relación con Zach funcionase.

Quise visitar Gales y, cómo no, a mi querida prima Ash en el verano de 2002. A ella aún le quedaban dos años por estudiar, y a los Scamander solo uno. Hacía algún tiempo que no hablábamos, así que la llamé por teléfono para comunicarle mi visita. Ella estaba muy emocionada; me dijo que tenía algo fantástico que anunciarme.

Yo rogué por que no fuese algo relacionado con Malfoy.

No dejó de mandarme cartas en estos cuatro años. Al principio era una carta al mes. Luego una carta cada dos meses y más tarde, cada tres. Pero era incansable. No quería parar.

Fui a la casa de los Marston un domingo por la tarde. Tío Rick me recibió con una sonrisa, como siempre.

—¿Qué te trae por aquí, princesa? —me preguntó.

—Voy a ir a Gales a ver a Ash —informé—. He venido porque me preguntaba si querrías acompañarme.

—Siempre tan detallista —me guiñó un ojo y sonrió—. Bueno, si voy contigo, solo podré quedarme una semana, que es el tiempo que me dan de vacaciones por ahora.

—Ah, ningún problema —sonreí—. ¿Alguna vez has viajado en avión?

—¡Sí! —se emocionó—. ¡Qué aventura! Es tan gratificante ver las nubes por debajo de ti... Me encantan las alturas. Era muy bueno en Quidditch.

—No lo pongo en duda —me reí.

—¿Quieres un café, querida? —me ofreció.

—Por favor.


—¡Jo, Emma, cuánto te quiero! —exclamó Ash abrazándome con fuerza. Pensé que me ahogaría—. ¡Has traído a papá!

Y entonces se abalanzó hacia él. Los Scamander me abrazaron y besaron en la mejilla. Sher se había cortado su flequillo protector, así que ahora se le veía mejor la cara. No dejaba de estar irres... No dejaba de estar tan mono como siempre. Rolf seguía igual.

—¿Has visto a Luna últimamente? —me preguntó con un brillo especial en los ojos.

Estúpido brillo de los enamorados...

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora