Nuevo curso, nuevas normas

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Tía Rachel dio a luz a sus dos preciosos gemelos, a quienes finalmente llamó Mackenzie Devany y Connor Howard. La niña tenía los ojos verdes de tío Steve y el niño, los azules brillantes de Rachel. Nacieron el 27 de agosto; fue una pena que me tuviese que ir a Hogwarts el 1 de septiembre, sin poder estar con ellos por más tiempo.

Me habían enviado una carta desde Hogwarts, diciendo que la asistencia a la escuela era totalmente obligatoria, a excepción de los nacidos de muggles. El colegio ahora estaba siendo gobernado por Voldemort y sus aliados; el director era Severus Snape.

Al principio, tío Steve y mamá se opusieron en rotundo y dijeron que no iba a ir, pero yo, con ayuda de la abuela Scarlett, pude convencerles de que, si no acudía, habría terribles consecuencias. Y ahora que había otros dos miembros en la familia, había más gente en peligro.

Esto me dio que pensar. ¿Sabría O'Brien que tenía dos primos? ¿Intentaría hacerle daño a mi familia? Intenté quitarme estos pensamientos de la cabeza; no tenían sentido. Aunque, a mi parecer, los planes de mi padre tampoco. Luego recordé las palabras de tío Richard, que decía que las ideas de O'Brien siempre eran brillantes e ingeniosas y tenían un sentido escondido en su profundidad.

También había estado preocupada por Smith. ¿Cómo estaría su madre? ¿Se recuperaría finalmente o no? ¿Podríamos hacer algo para evitar un destino fatal?

Se lo conté a mi familia y opinaron que lo mejor era dejarlo estar. No podíamos contraatacar; de hecho, yo les había metido esa idea en la cabeza. Pero decidí que debía obedecerle, fingir con Smith que teníamos por fin una relación como él quería, para ahorrarnos más disgustos. A mí ya me daba igual quién era Smith y lo que había hecho desde que lo conocí: teníamos que permanecer unidos para acabar con él. Aún albergaba esperanzas en poder matar a O'Brien, aunque no sabía cómo ni cuándo lo haría.

Cuando me encontré con Asherah en el andén y nos abrazamos, me sentí menos nerviosa. Al menos estaríamos juntas en el último año, que tenía pinta de ser el peor de todos. Nos despedimos de nuestras familias y entramos a un compartimento vacío. No me había atrevido a traer a Cinder este curso, por lo que pudiese pasar; estaba más segura en casa.

La puerta del compartimento se abrió y Ed y George sonrieron.

—¿Se puede? —preguntó Ed.

—¡Claro! ¡Hola, chicos! —me levanté y les abracé—. Mirad, esta es Asherah. La conocéis, ¿no?

—Iba a Pociones con nosotros el año pasado —afirmó Ed mientras George se encogía de hombros con indiferencia y se sentaba al lado de la ventana.

—Encantada —Ash sonrió con timidez.

—Es mi prima —añadí—. Siéntate, Ed, te contaremos la historia.


Llovía a cántaros cuando llegamos a Hogsmeade. Corrimos cuanto pudimos hacia las carrozas llevadas por thestrals y nos llevaron hacia el castillo. Parecía que el tiempo acompañaba el ambiente tan lúgubre y angustioso que reinaba entre la gente. Me daban mucha pena los alumnos de primer año, ¡qué mala imagen se llevarían de la gran escuela a la que por tantos años se la consideró la mejor!

—Yo pensé que no me iban a dejar venir, por eso de que soy mestizo —comentó George en bajo.

Mientras le contamos en el tren la historia de los O'Brien, Ed se mostró pasmado y George, como siempre, hacía bromas de mala calidad con lo que decíamos y le quitaba hierro al asunto. A Ash le encantó su personalidad tan sociable y despreocupada. Pero ahora se había relajado un poco; ya conocía su comportamiento cuando estaba tristón.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora