Sangre Pura

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Mi decimoquinto cumpleaños fue el catorce de agosto, pero encontré que mi madre no tenía ni idea de lo que regalarme, así que me dio a escoger algún regalo que quisiese. No se me ocurrió nada, así que mi madre me dijo que, cuando lo pensase, que se lo comunicara.

Tío Steve me escribió una carta felicitándome desde Gales y la carta traía con ella un paquete y una foto. Era él, que estaba sonriendo a un grifo y luego se giraba a la cámara para saludar. Sí, el animal griego, con patas de león y cabeza de águila. Mi madre se escandalizó al verla y dijo que su hermano estaba loco por ir a buscar criaturas por el mundo que podían matarle de un golpe. A mí no me pareció que el grifo fuese peligroso y menos aquel, que se veía incluso a gusto con mi tío. Mamá se horrorizaba con cualquier acto lo más mínimamente inusual que hacía tío Steve.

El paquete resultó ser una cámara y, aunque al principio me pareció muggle, porque tenía muchos botones, cuando le hice una foto a Cinder y apreté un botón rojo, salió la fotografía de mi gata moviéndose, así que era mágica. Nunca había tenido una igual.

Por si alguien se lo preguntaba, no, mi madre no se olvidó de las tareas veraniegas que debía imponerme porque me había batido en duelo con el imbécil de Smith. No resultó ser mucho castigo, pero tuve que limpiar tanto mi casa como la de mi abuela todos los fines de semana al estilo muggle y debía cuidar de las lechuzas de mi abuela, aunque ella podía hacerlo perfectamente, pero como yo estaba castigada... Luego mamá me privaba de ver la televisión los fines de semana, pero de lunes a jueves la veía con total normalidad.

El 1 de septiembre llegó con rapidez y mi madre ya estaba conduciendo hacia Londres. A mí me gustaban las cosas muggles y a mi madre nunca le desagradaron. De hecho, parecíamos más muggles que brujas, pero los verdaderos muggles no sabían ni de lejos lo que podíamos hacer. Mi abuela materna también es una aficionada a los objetos muggles. Sobre todo la encantan los programas de cocina de la televisión y las telenovelas, como a cualquier abuela muggle.

La verdad es que tenía unas ganas tremendas de volver a Hogwarts, porque allí me sentía muy segura. Aunque lo que más quería era ver a mis amigos de nuevo, a todos, tanto los Hufflepuff como los Gryffindor, sin olvidar a Ed y... a Draco. Bueno, él no es mi amigo precisamente.

Respecto a eso, no le he contado a mi madre que estamos saliendo, como él no se lo ha dicho a sus padres. Según él, no se lo ha contado por 'mi propia seguridad'. Yo simplemente no se lo he contado a mi madre porque seguramente me echaría de casa. Vale, no, no lo haría en serio, pero se enfadaría conmigo. Su primer novio fue en su último curso en Hogwarts, antes de conocer a mi padre. Yo tenía desde cuarto y, además, mi novio era Draco Malfoy. No se llevaría una buena impresión, seguramente, aunque mi madre siempre fue comprensiva...

Al pasar al andén 9 y ¾, mis ensoñaciones de volver a ver a mis conocidos de Hogwarts se hicieron realidad, pues con solo echar una mirada al andén, me encontré con los ojos de Draco. Estaba con sus padres, así que en cuanto me vio, les dijo algo y se acercó a mí. De no haber sido porque mi madre estaba a mi lado, habría sonreído más abiertamente.

—¡Emma! —me saludó Draco sonriendo ampliamente y me empujó contra él para abrazarme. Yo le devolví el gesto y le estreché con fuerza. Por fin podía volver a oler su colonia y a sentir sus brazos. Cuando nos separamos, me miró un instante a los ojos y luego miró a mi madre—. Buenos días, señora O'Brien —le tendió una mano a mi madre.

—Buenos días, Draco —mi madre tomó su mano y las estrecharon. Mi madre sonreía con amabilidad.

¿Qué demonios estaba pasando? ¡Parecía que se conocían de toda la vida!

—Bueno, Emma, ya veo que tienes compañía. Creo que es hora de que me vaya —dijo mi madre. Me besó en la mejilla, me sonrió y dio media vuelta, volviendo de nuevo al andén muggle.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora