Nuevas experiencias

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Este capítulo contiene escenas explícitas de sexo. Lees bajo tu responsabilidad. (Se encuentra al final, de todas formas. Avisaré con un *)

Me llevé una mano a la cara para frotarme los ojos. La respiración lenta de Draco me hacía cosquillas en el cuello. Mi cintura aún seguía atrapada por su brazo protector.

Y decía que iba a pasar frío. ¿De qué va? Con lo irresistible que es, es imposible sentir algo que no sea calor.

Estaba atrapada, tanto por su brazo como por sus piernas, que parecían enredaderas ancladas a las mías. Observé su cara de niño bueno al dormir y aparté un mechón de pelo rubio de su cara. Me dieron sofocos. Todavía no podía creer que, después de tanto tiempo, había acabado durmiendo junto al amor de mi vida. Mi único amor, realmente.

El bello durmiente se removió y abrió los ojos con lentitud. Azul brillante. Merlín, ¿por qué me torturas así?

—¿Estoy en el cielo? —preguntó con voz ronca.

Lo que me faltaba, una frase cursi con voz seductora para calentarme más.

Y sí, que piense mal quien quiera. Tener a este hombre al lado era sinónimo de estar metida en un horno a mil grados.

—Yo diría en el infierno, porque hace demasiado calor —contesté sonriendo.

Él soltó una risa y besó mi hombro.

¿Se pueden tener mariposas en el hombro?

—Nunca había dormido tan bien —comentó.

—Gracias.

Ya estaba sonrojada.

—¿Podemos desayunar? Estoy hambrienta.

—Claro —contestó, soltándome y levantándose de la cama. Yo le imité.

—Esto... ¿Tú... cómo...?

—Habrá que vestirse para desayunar, Emma —dijo, leyéndome el pensamiento.

—Ya decía yo.

Las escaleras de madera hacían demasiado ruido y, cuanto más intentaba que no crujieran bajo mis pies, más estruendo me parecía que causaban. Draco, sin embargo, bajó las escaleras al trote, sin preocuparle el ruido, y se encaminó a la cocina. Aquella casa era un laberinto, así que para evitar perderme, le seguí aligerando el paso.

Draco no se había preocupado por el ruido porque sus padres ya estaban en la cocina.

Ilusa de mí.

—Buenos días, chicos. ¿Cómo habéis dormido? —nos saludó felizmente Narcissa. Nos besó la mejilla a ambos.

—Sería mejor preguntar si han dormido o no —masculló Lucius.

Narcissa ignoró el comentario, así que nosotros hicimos otro tanto.

—¿Habéis pasado frío? ¿Estás cómoda, Emma? ¿Necesitas algo?

—Sólo necesito desayunar, gracias, Narcissa —sonreí.

—Salgo al jardín, Narcissa —anunció Lucius, encaminándose a la puerta.

—En seguida voy —contestó ella. Volvió su mirada a mí y me sonrió—. Qué ojos más bonitos tienes. Me recuerdan a los de un gato.

—Ojalá siga siendo un gato para todo —dijo Draco mientras se sentaba a la mesa.

Me fijé en ella: era enorme, de madera, con un mantel blanco, decorados dorados y lo mejor de todo: a rebosar de comida. Había tres tipos de zumos, bollería recién hecha, pan, mermeladas, mantequilla, jarras de leche, té, café, un sinfín de cosas que consiguieron hacerme la boca agua.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora