Nuevos alumnos en Hogwarts

239 24 31
                                    

Esta vez, la despedida de mi familia no fue en King's Cross, sino en la casa de mi abuela. El Ministerio había optado por mandar a los alumnos a Hogwarts mediante la Red Flu, y como en mi casa no había chimenea, fuimos a la de mi abuela.

Mamá me llenó la cara de besos, como siempre.

—Cuídate mucho, cariño, y ten cuidado, y estudia, y pórtate bien para que no te castiguen, y ten paciencia con todo el mundo, y no te estreses por la tarea o los exámenes: siempre te salen bien, y sé buena, hija mía.

—Mamá, no me voy a la guerra —protesté con las mejillas aplastadas por sus manos. Me soltó y me dio otro sonoro beso en la mejilla.

—No necesita que le recuerdes todas esas cosas; Emma es muy responsable —sonrió Steve con orgullo.

—Sí, pero la responsabilidad no está ligada con la paciencia y tenacidad —replicó mamá.

—Oh, Megan, por favor —rodó los ojos la abuela—. No la pongas más nerviosa.

—¡Ah, a propósito! —exclamó tío Steve con alegría—. Aunque Rachel ni ninguno de nosotros esté contigo este trimestre, creo que no deberías preocuparte; hay mucha gente dispuesta a protegerte...

—¿A qué te refieres? Últimamente me siento sola incluso con mis amigos... Supongo que necesito una protección adulta, porque me hace sentir más segura —dije.

—Bueno, ya lo verás, cielo —sonrió Steve y me dio un fuerte abrazo. A él le siguió Rachel.

—Venga, métete en la chimenea —apremió mi abuela, haciéndome un gesto con la cabeza. Obedecí, metiendo conmigo mi baúl y a Cinder, que ya se comportaba de forma normal, por suerte. Todos sonreían, incluso Sophie y Philip se despedían con la mano. La abuela me acercó el tarro de los polvos y agarré un puñado.

—Adiós a todos —sonreí.

—¡Mucha suerte! —dijeron.

—¡A Hogwarts! —exclamé al tiempo que soltaba los polvos. Ardí en llamas esmeraldas sin quemarme y empecé a dar vueltas.

Estaba acostumbrada a los bandazos de las atracciones muggles así que no me mareé, porque además esa sensación me gustaba, pero no a mi delicada mascota, que no hacía más que bufar y chillar dentro de su cesta.

Acabé en el despacho de la profesora McGonagall. Estaba mirando unos papeles, sentada en su silla. Mi gata bufó molesta por el viaje y la profesora alzó la cabeza.

—Buenas tardes, profesora McGonagall —saludé sonrojada.

—Buenas tardes, señorita O'Brien. Espero que haya tenido un mejor viaje que su gato —respondió. Cinder maulló indignada—. Gata —se corrigió McGonagall.

—Sí, gracias, y perdone por la interrupción —sonreí.

—Llevo todo el día saludando a alumnos, no se preocupe; he aguantado cosas peores —aseguró y siguió con sus documentos. Yo me dirigí a mi Sala Común.

Estaba casi vacía, salvo por un chico y una chica de séptimo curso, de quienes no recordaba el nombre, que estaban besándose, y dos niños de segundo jugando al ajedrez mágico.

—¡Jaque mate! —gritó entonces uno.

—Enhorabuena —le felicité al pasar delante de ellos.

—¡Gracias, Emma!

Subí a mi cuarto a dejar mis pertenencias. Mi gata agradeció que la dejase tumbarse en mi cama para descansar. Suspiré. Ojalá yo fuese un gato sin ningún padre psicópata que quiere arruinar mi vida...

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora