Marston

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La primera semana del curso pasó relativamente rápida. Ya teníamos la misma cantidad de deberes que en cuarto cuando los profesores se ponían de acuerdo para mandarnos kilos de ejercicios y redacciones.

Por fin era viernes. El día favorito de todo el mundo... excepto si tienes montañas de deberes que hacer, claro. La verdad es que no me podía quejar; el nivel lo exigía.

Después de la comida teníamos Pociones, por lo que me encaminé con Ernie hacia la clase.

—Yo creo que se ha pasado el verano leyendo libros sobre pociones y ahora sabe mucho sobre ellas. Como creía que Snape no le permitiría estar en su clase por no tener un Extraordinario, seguramente estudió mucho para impresionarle y convencerle de dejarle entrar. Tiene sentido, ¿no crees, Emma? —decía mientras llegábamos a la puerta de la clase.

Abrí la puerta empujándola con una mano y suspiré.

—Todas las teorías son posibles hasta saber la verdad. A mí también me llama la atención ese gran conocimiento de pociones que ha adquirido de un momento a otro —contesté.

—Pues Hannah no me cree. ¿Sabes? Cada vez está más arisca conmigo, ¿habré hecho algo malo? Es que digo a penas una palabra y me mira mal o me manda callar —protestó preocupado.

—Ern, querido, ¿sabes lo que es la edad del pavo y el estrés de los estudios? Bueno, busca en la biblioteca —le dije sarcástica, sonriendo de lado. Él iba a hablar, pero yo seguí—: allí encontrarás a muchas chicas igual de estresadas que Hannah y te pegarán unos buenos mordiscos si las saludas.

Me miró frunciendo el ceño con horror y abrió la boca.

—Ernie... —suspiré sonriendo juguetona.

—Me has asustado —espetó sentándose y yo solté una carcajada al tiempo que la puerta se abría—. Tengo dieciséis años, Emma. Llevo seis en contacto con las chicas. He aprendido bastante, pero no todo aún, ¿sabes?

—Te ayudaré a conquistar a tu amada —asentí con sorna.

—¡A mí no me gusta Hannah! —exclamó.

—Yo no he mencionado a nadie —me reí mientras los Slytherin entraban en silencio en el aula. Draco me sonrió y me guiñó un ojo al pasar a nuestro lado.

—Creo que sus malas formas se te están pegando —comentó Ernie. Solté otra risa.

—No digas tonterías, Macmillan —negué con la cabeza.

Slughorn nos mandó preparar otra poción. Hermione miraba recelosa a Harry y a su libro, mientras que Ron lo miraba con avidez y nerviosismo. Yo no entendía nada y Ernie no se dio ni cuenta. Éramos la única mesa que «aceptaba» a Smith, por lo que seguía con nosotros.

Supongo que si ni Ernie ni yo estuviésemos en esa clase, él no estaría ni loco con el Trío de Oro y se quedaría solo. La idea de un Smith marginado me dio risa y éste me miró y me sonrió. Cambié mi semblante a uno serio y le miré mal. Ignorando mi mirada, me habló como si nada:

—¿Cómo va tu poción, Emma? —preguntó amablemente.

—Mejor que la tuya —contesté observando la suya, que tenía un color chocolate, cuando debía ser azul celeste. La mía era aún de azul oscuro.

—Ya, bueno, se me ha ido un poco de las manos, pero... —dijo y echó unas hierbas a la poción. Esta pronto empezó a echar humo, más leve que el de la clase del lunes, pero luego el líquido comenzó a arder y Smith chilló asustado.

Los Gryffindors se apartaron de la mesa confundidos, Harry aferrando a su pecho el libro de Pociones. Ernie intentó parar el desastre de Smith, pero una vez más, Slughorn tuvo que intervenir.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora