Pasaban tantas cosas en la cárcel donde nos habían metido que a penas me volví a acordar de la dichosa carta y su número rojo. No tenía ni idea de qué podía significar el número 14 para Dumbledore ni qué tenía que ver conmigo o con el contenido de la carta.
Neville seguía sin morderse la lengua en las clases con los mortífagos, así que pronto tuvo que pasar varias noches en la enfermería por las heridas que le provocaban los maleficios. La señora Pomfrey quería echarse a llorar cada vez que le veía entrar con un golpe nuevo, pero aguantaba y, monótona, le curaba tan bien como podía. Sin embargo, para dañarle más, le obligaban a asistir a clase, teniendo o no heridas de cualquier grado.
En la primera reunión de verdad del ED, Ash me acompañó. Finnigan no dijo nada, aunque veíamos de reojo que nos echaba miradas furibundas, pero todos le ignoraban. Ginny, Neville y Luna se habían convertido en los líderes y a nadie le pareció mal. Nos decían que no debíamos mostrar debilidad, aunque tampoco actuar como Neville. Cuando la pequeña Weasley comentó esto, Neville suspiró con cansancio y permaneció silencioso.
Hannah, como era de esperar, aportó su opinión:
—Sí, Neville, deberías dejar de provocarles. Podrían llegar a matarte... —al decir esto último, mi amiga tembló.
—No lo creo. Por muy malo que sea Snape, no permitiría que lo mataran —dijo Asherah.
—Claro, tú lo defiendes porque era el Jefe de tu casa —espetó Finnigan.
—¡No lo estoy defendiendo! Hablo de él como actual director de Hogwarts, no como un querido profesor. A mí nunca me gustó Snape —contestó ella.
—No merece la pena discutir —opinó Luna con su vocecilla calmada.
—Bueno, torturarle de esta manera quizás es peor que matarle —replicó George con voz seria.
—¿Insinúas algo? —Hannah frunció el ceño y miró al Ravenclaw con recelo.
—Para nada —contestó él.
—En fin, la finalidad de estas reuniones, en parte, serán para idear planes contra el sistema que ahora tienen en Hogwarts. Debemos mostrarnos fuertes y oponernos a sus majaderías, intentando por todos los medios no acabar tan mal como Neville —Ginny hizo una mueca—. Repito, no podemos mostrarnos débiles e inferiores. Harry nos enseñó muchos hechizos defensivos y variedad de maldiciones, así que si algún día la cosa se pone demasiado fea, podemos usar la magia contra ellos. Seremos los rebeldes de Hogwarts, los mayores, los que protegen a los pequeños y a nosotros mismos, los que están unidos por la justicia y por hacer que Hogwarts vuelva a ser nuestro hogar y no nuestra perdición. ¡Arriba el Ejército de Dumbledore!
—¡Arriba! —gritamos todos, poniéndonos en pie y, emocionados por las palabras de Ginny, vitoreando su idea y gritando con júbilo, como si fuésemos uno solo.
Cuando el ambiente se calmó un poco, Asherah, que tenía los ojos cristalinos, dijo:
—Yo tengo un buen libro con muchos hechizos, encantamientos y maldiciones. Podemos practicarlos aquí, ¿no?
—¡Sí, tráelo para la próxima! —le sonrió Neville. Ella asintió sonrojada.
Decidimos reunirnos todos los viernes después de la cena, sobre las ocho. Neville no faltó a ninguna reunión, lo que hacía a Hannah enternecerse. Sospechaba que sus actos heroicos y su tenacidad habían despertado nuevos sentimientos en mi rubia amiga, aunque nada estaba claro aún. Susan nunca nos había confesado abiertamente que le gustaba Justin, pero era tan evidente que las tres fingimos que nos lo había contado ella.
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La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)
FanfictionLa valentía nunca había sido mi fuerte, pero sí mi tenacidad; supongo que por eso me eligieron para la casa de Hufflepuff. Soy Emma O'Brien y estoy complacida de contarle al mundo (tanto mágico como muggle) la historia de mi vida, sobre todo en Hogw...