Una bonita carta, franceses y búlgaros

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Al día siguiente, que también estaba castigada con los mejores compañeros del mundo, Draco me dijo lo siguiente mientras esperábamos al otro tonto a la entrada de las cocinas:

—De verdad, cuando le diste la bofetada, pensé: «Esta chica me sorprende cada día más» —rio.

—No fue para tanto —reí yo.

—Emma, tenía la cara como un tomate —recordó y nos reímos de nuevo.

Nos callamos al ver a Filch aparecer, pero no se quedó a esperar a Smith. Solo nos recordó que hiciéramos bien el trabajo, y que informaría a McGonagall si había algo de suciedad después de acabar. Pero no nos habló de buenas maneras, como siempre.

Al llegar el petardo de Smith entramos en la cocina y se cerró mágicamente, como ayer. Se abriría a la hora que acabáramos.

Para mi maravillosa suerte, ese día nadie recibió ningún golpe por parte de algún otro. Smith parecía resentido por haberle pegado y yo no podía estar más feliz por ello.

Al otro día, había mucho revuelo por los pasillos y en el vestíbulo. Se hallaba una gran multitud de alumnos arremolinados por esa zona y no dejaban paso para entrar en el Gran Comedor. Allí me encontré a Harry, Ron y Hermione. Ron, el más alto de los tres, estaba de puntillas y leyó lo que los demás intentaban descifrar:

TORNEO DE LOS TRES MAGOS

Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.

¡Genial! —exclamó Harry con una sonrisa—. A esa hora nos toca con Snape y no nos torturará toda la hora.

Yo pensé en lo que me tocaba el viernes a última hora. Cuidado de Criaturas Mágicas. Bien, me libraría antes de los escregutos. Ron leyó que debíamos dejar las mochilas en nuestras habitaciones después de salir de clase y luego encontrarnos en la salida para recibir a nuestros huéspedes. Perfecto.

—¡Solo falta una semana! —dijo Ernie con emoción—. ¿Lo sabrá Cedric? Tendré que informarle...

—¿Cedric? —frunció el ceño Ron mientras Ernie se iba a toda prisa a avisar a nuestro compañero de Hufflepuff.

Yo le conocía de sobra. Iba a séptimo y tuve un encuentro no muy normal cuando yo estaba en segundo. Para mi desgracia, Peeves, el poltergeist de Hogwarts, la había tomado conmigo y me había dejado con la mano pegada a un barril de esos que abrían la puerta de mi Sala Común mientras yo intentaba entrar. Cedric se acercó para entrar y deshizo el hechizo con un movimiento de varita. Mis mejillas ardían en esos instantes, pero él no se rio de mí, sino que se compadeció y amablemente se presentó y hablamos por unos instantes. No comenzamos a ser amigos, pero nos llevábamos bien desde la distancia.

—Diggory —afirmó Harry—. Seguro que quiere participar.

—¿Ese tonto, un campeón de Hogwarts? —arrugó el gesto Ron.

—No es tonto. Tu problema con él es que estás resentido porque ganó a nuestra casa en quidditch —arrebató Hermione con molestia.

—Eso es verdad. Cedric no es idiota. Es un buen estudiante y muy querido en mi casa —corroboré yo.

—Lo que pasa es que os gusta por ser guapo y le defendéis —soltó Ron mirando hacia otro lado, como indignado.

—Eso es mentira, estás celoso —dijimos Hermione y yo a la vez. Ron no nos dirigió más la palabra ese día.

Cuando estaba en la Sala Común con mi tarea, una lechuza de las que hay en Hogwarts, se posó en mi mesa con una carta. La recogí, le di las gracias a la lechuza y la abrí con un suspiro.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora