El inicio del final

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La vuelta a Hogwarts fue peor que cualquier otra experiencia de mi vida. Todo estaba muy controlado, más sombrío; los profesores estaban más alarmados, los alumnos más cohibidos, Snape más altivo y a los mortífagos ya les permitía hacer cualquier barbaridad contra los alumnos.

Luna Lovegood había desaparecido en el tren de vuelta de las vacaciones de Navidad. Ed y George se mostraron muy afectados por la noticia, y yo les tranquilizaba constantemente, aunque tratándose de mortífagos y Voldemort, deseaba que a Luna le fuese lo mejor posible.

Neville cada vez se mordía menos la lengua; por tanto, más palizas y daños físicos recibía por parte de los Carrow. Las insistencias de todos los miembros del ED para que se controlase un poco fueron en vano.

Nos llegaron noticias incluso de que Hogsmeade había sido minuciosamente inspeccionado y que ahora estaba infestado de mortífagos patrullando. Lo peor eran los dementores, que sentíamos cerca al salir fuera, y que residían en la entrada del castillo como terribles guardianes y aliados. 

También escuchábamos Pottervigilancia con una radio cuando nos reuníamos en la Sala de los Menesteres, para oír noticias sobre Harry, Ron y Hermione, a quien cada vez echábamos más en falta.

Pero Neville, para sorpresa de todos, consiguió hacernos ver un poco de luz en todo este asunto tan macabro. Fue tal la impresión, que en esos meses me olvidé por completo de mi padre. Neville había conectado la Sala de los Menesteres con el pub Cabeza de Puerco en Hogsmeade. Descubrimos, gracias a él, que Aberforth, el dueño, era hermano de Albus Dumbledore.

Él era quien nos mantenía informados sobre el estado del pueblo con mortífagos y dementores rondando las calles. No podíamos desaparecer de pronto del colegio sin levantar sospechas, además de que Hogsmeade estaba repleto de enemigos. Es decir, habíamos encontrado una salida paradójica: no podíamos salir aunque quisiéramos.

Neville, y algunos otros, nunca perdimos la esperanza de que Harry volvería para salvarnos a todos de Voldemort.

A finales de abril, comenzamos a escondernos definitivamente en la Sala de Menesteres, que se hacía más grande conforme había más integrantes en el ED. En realidad, Neville había descubierto el pasadizo hacia Hogsmeade al pensar que tenía hambre, y la Sala le concedió su deseo. Estuvimos dos semanas allí metidos, casi todo el curso de séptimo escondido en la Sala, incluso con un cuarto de baño particular para chicas.

El 2 de mayo de 1998, Neville apareció con otras tres personas por el pasadizo secreto que había conseguido conectar con Hogsmeade. Tres personas conocidas.

Todos comenzamos a gritar con alegría al descubrir que eran Harry, Ron y Hermione. Después de tanto tiempo, por fin habían conseguido llegar. Por supuesto, tenían un aspecto cansado y llevaban ropas sucias. Seguramente como casi todos los presentes ese día.

Ernie le preguntó lo que habían estado haciendo, pero Harry se mostró aturdido (seguramente entró sin querer en la mente de Voldemort) y dijo que no había tiempo que perder. Nos explicó que él, Ron y Hermione debían hacer una cosa y luego marcharse de nuevo, lo que provocó que los murmullos excitados se convirtieran en réplicas.

Mientras Harry intentaba explicarse, Luna y Dean aparecieron por el pasadizo. Seamus corrió a abrazar a su amigo y Ed y George abrazaron con fuerza a Luna.

Luego de más momentos de emoción, al final Ron convenció a Harry para poder ayudarlo entre todos.

—Estamos buscando algo. Ni siquiera sabemos exactamente qué es, pero creemos que tiene que ver con Ravenclaw —miró a los integrantes de dicha casa, en busca de ayuda, hasta que Luna comentó sobre la diadema de la fundadora.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora