Número 4 de Privet Drive

236 25 9
                                    

Al fin nuestra libertad total llegó y el curso finalizó, dejándonos volver a casa. La verdad es que tenía ganas de ver a mi madre. Quizás pueda convencerla de que me enseñe maleficios para utilizarlos contra Smith.

Respecto a él, ha seguido insistiendo en ser amigos y me ha pedido perdón doscientas treinta y seis veces exactamente. Sí, es lo que tiene el aburrimiento, que empiezo a contar cosas absurdas. Pero nunca está de más para echárselo en cara.

—¡Emma! ¡Emma! —oí mi nombre entre la gran multitud que se arremolinaba en las puertas del expreso de Hogwarts. Me di la vuelta y me encontré con Ed y George.

—Hola, chicos —les sonreí. Se acercaron a mí corriendo, apartando a la gente y causando quejas.

—Vamos, sube, iremos juntos en un compartimento —me indicó George. Asentí y nos subimos al tren.

George nos guió hacia uno que estuviese vacío y por fin lo encontró. Abrió la puerta, nos dejó pasar y cuando él entró, cerró la puerta con un hechizo.

—¿Por qué nos encierras? ¿Vais a torturarme o algo así? —bromeé mientras me sentaba.

—Para nada —negó Ed sonriendo. George se sentó a su lado, frente a mí.

—¿Y por qué la insistencia de...?

—Nada importante —me interrumpió Ed—. Solo queremos estar contigo. A penas nos hemos visto estos días libres después de los TIMOS. Por cierto, ¿cómo te fue?

—Mejor de lo previsto —sonreí—. Espero aprobar al menos los necesarios para ser Sanadora.

—¿Así que serás Sanadora al final? —curioseó George.

—Sí, eso quiero —asentí.

—Muy típico de Hufflepuffs, ¿no? Ayudar a la gente —comentó George con una sonrisa.

—Supongo —reí.

—Pues yo quiero ser naturalista mágico. Me encantan los animales. Siempre he querido tener un Augurey —dijo con tono soñador.

—¡Pero si parecen buitres! —espetó Ed.

—Oye, no te pases, que es un fénix muy respetado. Antes se creía que sus cantos mataban a las personas, pero no es así. Predice cuándo va a llover, ¿a que eso no lo sabías, listo? —se burló George.

—Claro que lo sabía, me lo has dicho como quinientas mil veces —rodó los ojos Ed.

—Qué exagerado eres... —bufó George. Ambos se cruzaron de brazos. George miró a la ventana y Ed a la puerta. Yo intenté no reírme.

—¿Y tú qué has pensado ser, Ed? —pregunté para calmar el ambiente.

—Oh, pues... —descruzó los brazos y me miró—. Quizás escriba algún libro de algo interesante, o algo que tenga que ver con mi vida, o tal vez trabaje como periodista, pero nunca en El Profeta —declaró.

—Podríais trabajar juntos —me encogí de hombros. Ellos me miraron extrañados—. Sí, George podría estudiar a las criaturas y tú, Ed, podrías escribir sobre ellas según lo que George te cuente.

—No es una mala idea —afirmó George, y Ed sonrió—. Pero él se llevaría todo el mérito del libro.

—¡Claro que no! —protestó Ed—. Pondríamos el nombre de los dos. No soy tan materialista y egocéntrico como tú.

—¡Yo no soy egocéntrico! —se defendió George—. ¡Tú lo eres!

—¿Yo? —Ed alzó más la voz—. ¡Eres increíble!

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora