Myrtle la Serena

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Parecía que las cosas se habían calmado un poco. Dumbledore y sus palabras consiguieron que durmiese y descansase mucho mejor, aunque Draco acudía a mi mente a cada rato, así que por el día, estaba despierta pero en mi propio mundo, lo que ocasionó que varios profesores me gritaran para que atendiese.

El examen de Aparición se iba a realizar el 21 de marzo, pero como mi cumpleaños es en agosto, para esa fecha aún tendría 16 años, con lo cual, no podía presentarme. La verdad es que eso de aparecerme me parecía muy útil y no me había ido tan mal como a otros en las clases, pero no me importaba tener que esperar a los 17 años para examinarme.

Después de una clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, Hermione y yo fuimos a pasear por los terrenos de Hogwarts. La verdad es que la convencí yo, porque ella tenía planeado instalarse toda la tarde en la biblioteca. Hacía mucho tiempo que no hablábamos y me puso al día de las novedades de Harry y Ron.

Me contó que el pelirrojo seguía saliendo con Lavender Brown, pero que quería cortar con ella, aunque parecía no haber una forma efectiva. De Harry me contó que, desde comienzos de curso, tenía pequeñas citas con Dumbledore, donde veían en el Pensadero recuerdos de Voldemort cuando era joven y aún se hacía llamar Tom Ryddle. También me contó que debía sonsacarle a Slughorn un recuerdo clave para que Dumbledore pudiese atar cabos y Hermione replicaba que Harry no estaba muy centrado en ello.

—Sí, está pendiente de otras cosas superfluas, que a mi parecer debería olvidarse de ellas. Son paranoias suyas —afirmó con el ceño fruncido—. Incluso mandó a Dobby y a Kreacher espiar a...

Pero entonces Hermione se calló, se sonrojó y miró hacia otro lado.

—¿Espiar a quién? —curioseé.

Hermione se hizo la loca.

—¿Y a ti qué tal te va? ¿Ya estás recuperada del filtro y...? ¡Emma, se me olvidó preguntarte a qué se debió que volvieses a al enfermería! —exclamó preocupada.

—Mi padre me echó la maldición Imperius y por eso golpeé a Smith —dije precipitadamente rodando los ojos, como si no tuviera importancia—. ¿Quieres decirme...?

—¡Qué dices! —Hermione abrió la boca con extremada sorpresa—. ¿Estás bien, de verdad? —me tocó el brazo y me miró consternada—. ¡Qué horror! ¿Se lo has contado a Dumbledore? ¡Por Merlín, nunca pensé que un padre...!

—¡Hermione! —la corté—. ¡No te hagas la loca!

—¿Qué? —espetó ella confundida, volviendo a fruncir el ceño—. ¡Emma! De verdad que no sabía nada de esto, ¿de qué estás hablando?

—¡Dime por qué Harry no está a lo que tiene que estar! —ordené enfadada.

Ella negó con la cabeza velozmente y yo fruncí más el ceño.

—¿Qué está tramando que no quieres contarme? ¿A quién espía?

Ella suspiró pesarosa.

—No puedo contarte nada. No debo —contestó con voz apenada—. Solo conseguiré hacerte más daño.

—¿Por qué? ¿Tiene que ver conmigo? ¿Con algún amigo? ¿Con...? —entonces yo fui quien me callé y puse mi cerebro en funcionamiento.

Harry tal vez espiaba a Draco porque él también había notado que estaba muy raro desde principios de curso... Quería, como yo, saber qué hacía Draco cuando no asistía a clase o cuando tenía tiempo libre.

Por eso siempre dice mi madre que la curiosidad mató al gato.

Hermione, al ver mi expresión y notar mi silencio, se acercó a mí y me abrazó con fuerza.

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora