El legado de Dumbledore

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—¿Draco? —murmuré con ojos como platos.

Se retorcía los dedos con nerviosismo, sentando en una silla y cabizbajo, pero dejó de hacerlo cuando escuchó mi voz. Alzó la cabeza y me miró tan sorprendido como yo a él.

—¿Qué haces aquí? —dije en un hilo de voz, sintiendo que me ponía roja y la pena me invadía por dentro: su aspecto no había cambiado.

Miró hacia todos lados, como si buscase una salida secreta, pero finalmente me miró a los ojos.

—Tus ojos... —balbuceó. Alcé las cejas con sorpresa. ¿Eso era lo único que tenía que decir? ¿Comentar cómo estaban mis ojos en ese momento?

—Te he preguntado qué haces aquí, Draco. ¿Cómo has podido entrar? ¿Te envía alguien? —pregunté con recelo, dejando atrás cualquier rastro de incomodidad y debilidad.

—¿Draco? —musitó asombrado. Se miró con rapidez la ropa y se tocó su traje negro—. Oh, mi madre...

—¿Qué le ocurre a tu madre? —pregunté.

Medité durante unos segundos; además de que esta situación era de lo más extraña, y él parecía que venía de otro mundo completamente distinto, no me había imaginado que nuestro próximo encuentro (de haber tenido uno) fuera a ser así. Quería gritarle a la cara que era un traidor inútil y mentiroso, pero algo me lo impedía. Y no sabía por qué.

Me miró con ojos como platos y se levantó de golpe. Dio media vuelta y se encaminó tan rápido como pudo hacia la puerta.

—¿Dónde vas? ¿Por qué has venido? —insistí, acercándome a él para impedir que se marchase así—. ¡Eh!

Con la puerta abierta, giró la cabeza hacia mí. Pero sus ojos no eran grises, sino completamente azules y brillantes. Y su pelo estaba comenzando a volverse de un color rubio más oscuro al suyo, ya no era platino.

—¿Qué...?

Echó a correr por el pasadizo y desapareció. No me pareció oportuno seguirlo por todo el castillo en busca de una respuesta a su insólita visita a mi Sala Común. Era muy tarde y yo tenía tarea que realizar.

—La carta de Dumbledore... —susurré. Me llevé una mano al bolsillo de la bata, donde había guardado la carta después de ver a Draco.

Ni siquiera sabía cómo describir lo que sentía. La confusión era tan grande como la curiosidad y la furia. ¿Por qué no le había gritado a la cara todas las cosas que quería decirle? ¿Por qué me había quedado tan pasmada como él? De hecho, ¿por qué él, que era el visitante, no me había dicho nada? ¿Y por qué parecía más confundido que yo?

Esto pinta muy mal...

Me senté en una butaca junto a la chimenea para mantener mi cuerpo cálido y, de una vez por todas, saqué la carta del director de su sobre.

Para mi gran admirada alumna Emma O'Brien, por ser siempre tan fiel, protectora y tenaz como un tejón lo es con su familia.

Como suele decir el refrán, «a buen entendedor, pocas palabras bastan»:

CBOM & PC — HTOC

CBOM — GG - ID

Albus Dumbledore

—¡¿QUÉ?! —chillé incrédula.

Le di la vuelta al sobre, pero no había ni una letra más. Tampoco por la otra cara de la carta.

—Malditos sean los acertijos de Albus Dumbledore —espeté entre dientes. Tiré la carta al suelo con furia—. ¿Qué mierda significan esas letras? ¡Qué significan!

La Serpiente Y El Tejón (Draco Malfoy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora